El interior de la serpiente
Hace ya un tiempo que sali¨® de la c¨¢rcel. Hab¨ªa estado en prisi¨®n por colaboraci¨®n con banda armada, pero un grave trastorno f¨ªsico y su falta de fe en la causa le hicieron merecedora de una libertad anticipada. Regres¨® a su pueblo y se encontr¨® con que las calles estaban engalanadas con su nombre y que su fotograf¨ªa a¨²n permanec¨ªa colgada del balc¨®n consistorial junto a los dem¨¢s terroristas del pueblo. Aquello no le gust¨®, pero reuni¨® fuerzas para agradecer con una sonrisa el homenaje antes de recluirse en la casa familiar. Desde all¨ª sigue mandando mensajes a sus antiguos compa?eros para decirles que aquella guerra ya no es la suya, para pedirles que retiren su retrato de la herriko taberna, para suplicarles que dejen de llamar "traidora" y "espa?ola" a su madre cuando vuelve del mercado. Pero no recibe respuesta. Sus viejos camaradas -algunos huidos y otros en la c¨¢rcel- han sido sustituidos durante su ausencia por j¨®venes radicales que apenas acababan de estrenar pantalones largos cuando a ella la detuvieron, pero que se han convertido en los m¨¢s fervientes defensores de la causa.
Las noticias de Francia no son demasiado malas. ?sta no es la ETA de sus mejores tiempos
CNI y polic¨ªa creen, seg¨²n fuentes no oficiales, que Josu Ternera est¨¢ en franca decadencia
"No hay una ETA buena y otra mala. Ser¨ªa un gran error caer en esa trampa", asegura un polic¨ªa
Un jefe antiterrorista afirma que la mejor baza de Txeroki es su apodo, pero no tiene madera de l¨ªder
Txeroki cre¨® un grupo de 20 o 30 terroristas para evitar topos de los servicios de seguridad
Se trataba de romper el contacto directo con Ternera para evitar ser rastreados si fallaba el alto el fuego
La estrategia de ETA para los pr¨®ximos meses pasa por pisar a fondo el acelerador de la 'kale borroka'
La historia de la terrorista que no puede dejar de serlo es utilizada por un oficial de polic¨ªa, que la refiere sentado en su despacho, para poner el acento en su similitud con la situaci¨®n actual de ETA. "Pongamos que Josu Ternera hace el papel de la terrorista enferma", explica, "y que despu¨¦s de toda una vida en la lucha armada decide que es el momento de ir dej¨¢ndolo. Habla con el Gobierno y se lo plantea. Y el Gobierno valora su experiencia, su carisma dentro de una organizaci¨®n que ha crecido con ¨¦l, incluso apunta a su favor el hecho de que su hijo Egoitz, su compa?ero en la clandestinidad, controla a la generaci¨®n m¨¢s joven. El Gobierno, al tiempo que va hablando con Ternera, va recibiendo informes contradictorios de los servicios antiterroristas franceses, de los servicios secretos espa?oles... Esos informes hablan de una ETA m¨¢s beligerante, con menos paciencia, una ETA que no ha pisado moqueta como Ternera y que apuesta por las bombas como ¨²nico camino. Pero el Gobierno decide creer a Ternera... Tal vez la obligaci¨®n de Zapatero", concluye el veterano polic¨ªa, "era intentarlo. Tambi¨¦n yo cre¨ªa, a pesar de mis 20 a?os de experiencia y de las barbaridades que les he visto hacer, que esta tregua pod¨ªa ser la buena. Pero de lo que no hay duda es de que nuestra obligaci¨®n ahora, vista la salvajada de Barajas, es evitar que haya m¨¢s muertos".
La situaci¨®n no es c¨®moda desde el punto de vista policial. La categor¨ªa de "experto en ETA" anda de capa ca¨ªda despu¨¦s de un atentado terrible que ning¨²n cuerpo fue capaz de oler. Los jefes operativos de cada uno de los servicios -Centro Nacional de Inteligencia, Polic¨ªa y Guardia Civil- intentan ponerse de acuerdo sobre lo que est¨¢ sucediendo en las entra?as de la organizaci¨®n terrorista. Y, aunque Interior ha cursado la orden de no hacer declaraciones p¨²blicas sobre el asunto, lo que a duras penas trasciende no es ni mucho menos homog¨¦neo. En l¨ªneas generales, y siempre seg¨²n fuentes no oficiales, el CNI y la c¨²pula de la polic¨ªa coinciden en que Jos¨¦ Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, con problemas de salud, est¨¢ en franca decadencia y ya no manda en la organizaci¨®n. De hecho, este peri¨®dico public¨® recientemente que la c¨²pula de ETA recort¨® el pasado mes de agosto el poder de Ternera en su interlocuci¨®n con el Gobierno. Seg¨²n algunas fuentes, el hist¨®rico terrorista asisti¨® a las ¨²ltimas reuniones con los enviados del Gobierno, pero ya lo hizo en segundo plano, sin tomar apenas la palabra. Otras fuentes van m¨¢s all¨¢ y sostienen que el ex parlamentario de Euskal Herritarrok, militante y dirigente de ETA durante 39 a?os, ni siquiera acudi¨®.
"Pero eso no quiere decir", advierte un oficial de polic¨ªa, "que haya ca¨ªdo en desgracia ni mucho menos. Ternera es zorro viejo y es posible que, viendo lo que se ven¨ªa encima -la ruptura del alto el fuego sin previo aviso-, quisiera reservar su credibilidad ante los enviados de Zapatero y dejar que se quemaran otros". Los que se apuntan a esta teor¨ªa a?aden que es bastante improbable, por no decir imposible, que la situaci¨®n actual se viva con tanta trascendencia en la organizaci¨®n como para llegar a provocar una escisi¨®n en ETA. "De producirse la p¨¦rdida de poder de Josu Ternera", a?ade el polic¨ªa, "ya se hubiera sabido, porque un terrorista con su trayectoria y su peso en la banda nunca lo aceptar¨ªa en silencio ni cabizbajo. Lo m¨¢s probable en ese caso es que se llevara consigo a una buena parte de la organizaci¨®n, entre ellos a su hijo y a los j¨®venes que ¨¦l pueda arrastrar. Pero no, por el momento hay que descartar que haya una ETA buena y una ETA mala. Ser¨ªa un gran error caer en esa trampa".
Las noticias que llegan de Francia no son excesivamente malas. La polic¨ªa dice que, a pesar del atentado de Barajas, la ETA a la que tiene que enfrentarse ahora no es ni mucho menos la de sus mejores tiempos. "Siempre que se dice esto", explica un mando de la Guardia Civil, "hay que tentarse la ropa, tocar madera, porque es verdad que matar es f¨¢cil y que pistolas y explosivos siempre tendr¨¢n. Pero ni son muchos -calculamos que unos 30 con capacidad de matar-, ni tienen demasiado dinero ni tampoco mucha preparaci¨®n. Es posible que, de seguir con los atentados, vuelvan a intentarlo con un coche cargado de explosivos o incluso con la colocaci¨®n de bombas lapa, pero no creemos que tengan infraestructura ni preparaci¨®n para atentados selectivos con pistolas ni mucho menos para intentar un secuestro". Si en algo coinciden los jefes policiales consultados es en que al frente de esos comandos est¨¢ un terrorista llamado Garikoitz Aspiazu y apodado Txeroki. "Sin temor a exagerar, le puedo decir que la mejor baza de Txeroki es precisamente su apodo", dice un jefe policial, "porque, aunque coyunturalmente pueda estar dirigiendo los comandos, no re¨²ne las condiciones m¨ªnimas de l¨ªder de la organizaci¨®n. A Txeroki lo hemos convertido en mito entre la prensa y nosotros, m¨¢s que nada por lo sonoro de su sobrenombre. Asumi¨® en diciembre de 2003 el poder del aparato militar, y desde entonces hasta ahora -exceptuando la salvajada de Barajas- nunca consigui¨® llevar a cabo un atentado con ¨¦xito. Si se me permite la frivolidad, en una empresa privada ya lo habr¨ªan despedido, porque, hasta que lleg¨® el alto el fuego, cada comando que met¨ªa en Espa?a desde Francia o se lo pill¨¢bamos o era identificado, y todos sus lugartenientes fueron cayendo".
Eso provoc¨® tal sensaci¨®n de inseguridad en la organizaci¨®n que el propio Txeroki, nada m¨¢s decretarse el alto el fuego, opt¨® por revestir a sus comandos de un doble blindaje. Por un lado, y seg¨²n fuentes de la Guardia Civil, el jefe del llamado aparato militar cre¨® un grupo muy reducido formado por unos 20 o 30 terroristas de su m¨¢xima confianza para descartar as¨ª la posible existencia de topos al servicio de las fuerzas de seguridad -ETA est¨¢ convencida de que el Gobierno del PP supo que la anterior tregua era una trampa gracias a un infiltrado-. El segundo blindaje consist¨ªa en protegerse de la propia organizaci¨®n marcando distancias con el aparato pol¨ªtico dirigido por Ternera. Esta operaci¨®n, seg¨²n las mismas fuentes, fue llevada a cabo durante la primavera y el verano pasado. Se trataba de romper cualquier relaci¨®n operativa con Ternera, de modo que si el alto el fuego saltaba por los aires, las fuerzas de seguridad espa?olas o francesas nunca pudieran llegar al aparato militar siguiendo el rastro del negociador, al que podr¨ªan tener localizado. Pese a ello, las recientes detenciones en Francia de Garikoitz Goikoetxea y de Asier Larrinaga, y la identificaci¨®n en Espa?a de Saioa S¨¢nchez y de Aritz Arguinzoniz, presuntamente relacionados con las ¨²ltimas fechor¨ªas de ETA, vienen a poner en duda la fiabilidad del blindaje.
Lo que no ha cambiado en los ¨²ltimos a?os es el perfil de los terroristas a las ¨®rdenes de Txeroki. Muchos de ellos fueron reclutados por Javier Garc¨ªa Gaztelu, Txapote, "el ¨²ltimo jefe carism¨¢tico que ha tenido la organizaci¨®n", en palabras de uno de los polic¨ªas que m¨¢s quebraderos de cabeza ha provocado a la organizaci¨®n criminal. Dice este agente que cuando Txapote fue detenido por primera vez por un asunto relacionado con la violencia callejera era un tipo "medianito, normal, el t¨ªpico borrokilla", pero que su propia violencia fue convirti¨¦ndolo en un l¨ªder. Nada m¨¢s huir a Francia se integr¨® en el comando Donosti, particip¨® en atentados muy significativos -Miguel ?ngel Blanco, Fernando M¨²gica- y protagoniz¨® fugas muy sonadas, en algunas ocasiones rompiendo los cristales de un coche con el pu?o para liarse a tiros con la polic¨ªa. Este polic¨ªa que durante a?os sigui¨® sus pasos explica el fen¨®meno que se cre¨® en torno a Txapote: "Toda la gente que hab¨ªa estado en la kale borroka con ¨¦l desde el 94 al 98 quisieron imitarlo y dar el salto a ETA". De hecho, hubo un momento, en torno al cambio de siglo, que ETA no era capaz de admitir a tanta gente como quer¨ªa dar el salto. "Ve¨ªan en ¨¦l la referencia. Lo reverenciaban. Yo solamente he visto hablar con veneraci¨®n de dos responsables de ETA. Uno fue Txomin y otro ha sido Txapote. Los j¨®venes de la kale borroka, los mismos que se convierten en asesinos desde el a?o 2000 para ac¨¢, hablaban de ¨¦l como un militante muy serio. Las fugas, los asesinatos, las captaciones, fueron convirti¨¦ndolo en un h¨¦roe para ese mundo. Se hab¨ªa creado como ellos, con la gasolina, y hab¨ªa llegado a lo m¨¢s alto de la organizaci¨®n. Ni Olarra, ni Gorka Palacios, ni el actual Txeroki tienen su carisma. Ni siquiera su antecesor, porque ¨¦l fue el segundo de Kantauri. Su propia violencia lo encumbr¨®. Se escap¨® de muchas movidas con suerte. Cay¨® de la forma m¨¢s tonta, en un restaurante y sin la opci¨®n de ofrecer resistencia. Pero ya le hab¨ªa dejado mucho trabajo hecho a ETA. Por eso, uno de los riesgos que acarrea un posible resurgimiento de la kale borroka es que se nos genere un nuevo Txapote. Y de eso s¨ª estamos seguros, de que la estrategia de ETA para los pr¨®ximos meses pasa por pisar a fondo el acelerador de la kale borroka. Va a ser su forma de desmoralizar a los amenazados y de poner en tensi¨®n a los suyos".
Pese a todo, y en un an¨¢lisis de urgencia, los polic¨ªas no se muestran excesivamente pesimistas ante la nueva etapa de lucha contra ETA. "Hab¨ªa una conciencia general, quiz¨¢ exagerada, de que todos, incluido nosotros, ten¨ªamos que colaborar para que esto saliera bien, pero eso no quiere decir que hayamos dejado de trabajar. Nadie nos ha dicho, de eso puede estar seguro, que dej¨¢ramos de detener a alguien. Pero hay que tener en cuenta que es m¨¢s f¨¢cil pillar a un delincuente en plena faena que cuando est¨¢ de vacaciones. El camino que nos espera va a ser duro, y no hay que descartar que, si se confirma la ruptura del alto el fuego, tengamos que lamentar alguna v¨ªctima m¨¢s, pero nosotros estamos convencidos de que ETA no est¨¢ m¨¢s fuerte que antes de la tregua. Le podemos hacer mucho da?o".
JOSU TERNERA - El negociador
Militante y dirigente de ETA durante 39 a?os, fue designado por la organizaci¨®n para iniciar las negociaciones con los enviados del presidente. 56 a?os.
TXEROKI - El jefe militar
Es desde 2003 el jefe del aparato militar de ETA. Ha aprovechado el alto el fuego para rearmar a la banda y proteger a sus comandos de la polic¨ªa. 33 a?os.
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