El retrovisor del Ulster
El ataque de Barajas guarda similitudes con la bomba mortal del IRA de 1996
hab¨ªan pasado meses desde el alto el fuego y el anunciado proceso de paz no acababa de arrancar, pretexto para que los terroristas volviesen a lo suyo. Concluyeron colocando una enorme bomba en un aparcamiento de la capital y, aunque avisaron a la polic¨ªa antes de detonarla, dos personas murieron en la explosi¨®n.
El jefe de Gobierno, que hab¨ªa intentado negociar una salida pac¨ªfica al largo conflicto, respondi¨® con una mezcla de perplejidad y rabia. Declar¨® que el atentado hab¨ªa sido una "atrocidad" y desafi¨® al brazo pol¨ªtico de los terroristas a condenarlo. ?stos no lo hicieron, pero su l¨ªder, aparentemente sorprendido por el atentado, respondi¨® de manera confusa. Dijo que era indispensable restaurar el alto el fuego, pero agreg¨® que si el Gobierno no daba se?ales de sinceridad en su b¨²squeda de la paz, "estamos todos perdidos". (Un comunicado del grupo terrorista lament¨® las dos muertes, achac¨¢ndolas a la lenta reacci¨®n de la polic¨ªa tras su "clara y precisa advertencia").
Las circunstancias pol¨ªticas impidieron a Major dar el gran paso. La oportunidad la tuvo luego Blair
Blair cont¨® siempre con el apoyo del principal partido de la oposici¨®n, el Partido Conservador
El l¨ªder de uno de los partidos pol¨ªticos que se hab¨ªa unido al esfuerzo del Gobierno a favor de una negociaci¨®n admiti¨® sentirse "destruido" por la noticia de que se romp¨ªa el alto el fuego. El principal partido opuesto al di¨¢logo reaccion¨® de manera furiosa, pero tambi¨¦n con una especie de j¨²bilo contenido. Sus dirigentes declararon que el atentado hab¨ªa demostrado que ellos hab¨ªan tenido raz¨®n, que con los terroristas no se pod¨ªa hablar.
A los pocos d¨ªas se produjeron manifestaciones a favor de la paz en varias ciudades, aunque en algunos casos hubo pol¨¦mica y abstenciones debido a las fricciones y a los desacuerdos entre los partidos.
Todo esto, y mucho m¨¢s, ocurri¨® como consecuencia de un atentado que el Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA) llev¨® a cabo en Londres el 9 de febrero de 1996, 17 meses despu¨¦s de anunciar un alto el fuego que supuestamente abrir¨ªa las puertas a la paz. El jefe de Gobierno era el conservador John Major. El l¨ªder del brazo pol¨ªtico de los terroristas era Gerry Adams, presidente del Sinn Fein. El dirigente que se sinti¨® "destruido" era el premio Nobel John Hume, del moderado partido socialdem¨®crata de Irlanda del Norte. El principal partido opuesto al di¨¢logo, siempre, era el Partido Democr¨¢tico Unionista (DUP) del reverendo Ian Paisley.
Las similitudes son aparentes entre el atentado del IRA en Londres y las reacciones que provoc¨®, y lo ocurrido tras el atentado de ETA en Madrid el 30 de diciembre. Hay elementos de fatal casualidad, como el hecho de que murieran dos personas -una de las v¨ªctimas de la bomba de Londres era un inmigrante, de nombre Inan Ul-haq Bashir-. Pero lo de elegir un aparcamiento en la capital, y los comunicados que indicaban que habr¨ªan preferido no matar a nadie, dan a entender, una vez m¨¢s, que ETA ha estudiado muy de cerca el gui¨®n de sus antiguos aliados del IRA. Tambi¨¦n estaba el aparente motivo por el que ETA rompi¨® la tregua: su percepci¨®n, como la del IRA, de que el Gobierno no deseaba hacer las concesiones que ellos consideraban necesarias para negociar la paz. Batasuna, en su insistencia de que a pesar del atentado el proceso de paz debe seguir adelante, tambi¨¦n se hace eco de lo que dijo el Sinn Fein en su momento. Ser¨ªa sorprendente que el Gobierno espa?ol no estuviese en este momento inform¨¢ndose, o repasando anteriores informes, sobre los pasos dados en el intento de acabar con la violencia del IRA en los meses posteriores al atentado de Londres; c¨®mo se logr¨® reconstruir el proceso de paz y llevarlo, a?os despu¨¦s, a un final feliz.
John Holmes, secretario privado de John Major cuando se produjo el atentado, record¨® en una entrevista con EL PA?S el a?o pasado que el primer ministro se sinti¨® "traicionado" por el atentado del IRA. "Una vez que las emociones se calmaron, tuvimos que preguntarnos: ?por qu¨¦ hab¨ªa ocurrido? ?Por qu¨¦ hab¨ªa vuelto el IRA a recurrir a la violencia? Ten¨ªamos informaciones que nos llegaban de distintos sitios. El Gobierno irland¨¦s continuaba en conversaciones con el Sinn Fein y nos cont¨® que este grupo segu¨ªa decidido a emprender la v¨ªa pol¨ªtica. Informes similares nos llegaban de pol¨ªticos cat¨®licos moderados en Irlanda del Norte, como John Hume. Tambi¨¦n hubo varias declaraciones del Sinn Fein. A las dos semanas tuvimos nuestra respuesta. El mensaje hab¨ªa fraguado. Todav¨ªa insist¨ªan en que quer¨ªan buscar la paz".
Un veterano periodista de Belfast explica: "La bomba de febrero del 96 fue uno de los episodios m¨¢s negros de nuestra historia, pero lo superamos. Lo importante, para nosotros, fue entender que los violentos pretend¨ªan utilizar la violencia y la negociaci¨®n al mismo tiempo. El objetivo de aquel atentado no fue acabar con el proceso de paz, sino que fue un intento c¨ªnico de ganar m¨¢s respeto de Londres".
Integrantes del IRA entrevistados el a?o pasado reconocieron que as¨ª fue, y que los atentados que llevaron a cabo durante 18 meses, antes del siguiente y definitivo alto el fuego, no s¨®lo fueron relativamente pocos, sino que pretend¨ªan maximizar el impacto pol¨ªtico, minimizando el da?o a las personas. Aquella primera bomba en Londres fue la que m¨¢s v¨ªctimas se cobr¨®.
Pero a pesar de que el Gobierno brit¨¢nico entendi¨® la l¨®gica terrorista del IRA, los contactos secretos frecuentes durante a?os entre ambos bandos se repitieron s¨®lo de manera espor¨¢dica y fugaz. "Ten¨ªamos los tel¨¦fonos de los responsables de la Administraci¨®n", cont¨® Gerry Kelly, ex miembro del IRA y ahora dirigente del Sinn Fein. "Pero... tuvimos que volver al secretismo, y no se avanz¨® gran cosa".
A John Major las circunstancias pol¨ªticas no se lo permitieron. "Tiene el enorme m¨¦rito de haber preparado el terreno para las negociaciones, que es la parte m¨¢s dura y desagradecida del proceso, y lleva mucho tiempo", dijo Roderic Lyne, otro ex asesor de Major. "Pero sus circunstancias le impidieron dar el gran paso que le habr¨ªa gustado dar". "No era un momento propicio para tomar medidas audaces en Irlanda del Norte", fue la opini¨®n coincidente de John Holmes. "Se aproximaban las elecciones generales en Gran Breta?a y, especialmente despu¨¦s de la bomba que rompi¨® el alto el fuego, le habr¨ªa sido muy dif¨ªcil a Major conseguir que su Gabinete aprobara ese tipo de medidas... Y, adem¨¢s, Gerry Adams, tras la reanudaci¨®n de la campa?a de bombas del IRA, sencillamente no le daba lo suficiente".
Para que se pudiera restaurar el proceso de paz fue necesario un cambio radical en el terreno pol¨ªtico brit¨¢nico. S¨®lo con las elecciones de mayo de 1997, y la arrolladora victoria de Tony Blair, se logr¨® dar el paso crucial que condujo al Acuerdo de Viernes Santo de abril de 1998 y, siete a?os despu¨¦s, al desarme total del IRA. Lyne destac¨® que el contraste entre la capacidad de maniobra de Major y la de Blair era enorme. "Contaba con una inmensa mayor¨ªa electoral y pod¨ªa hacer las concesiones necesarias para superar los obst¨¢culos".
Hubo otro factor igual de determinante. Que Blair cont¨® siempre con el apoyo estrat¨¦gico -si no siempre t¨¢ctico- del principal partido de la oposici¨®n, el de centro-derecha que hab¨ªa iniciado aquella dif¨ªcil b¨²squeda de una paz negociada, el Partido Conservador.
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