El 'pavonato'
El 5 de enero, Cubavisi¨®n dedic¨® un programa a homenajear a Luis Pav¨®n Tamayo, quien fue, hace tres d¨¦cadas, presidente del Consejo Nacional de Cultura (CNC) durante un per¨ªodo que ha quedado inscrito en la historia de la cultura cubana con los nombres de el pavonato o el quinquenio gris. Semanas antes, el mismo u otro canal del Instituto Cubano de Radio y Televisi¨®n (ICRT) hab¨ªa dedicado programas parecidos a Jorge Serguera, que en el pavonato fue alcaide m¨¢s que director de este Instituto, y a otro comisario pol¨ªtico, Armando Quesada, que en aquel tiempo se constituy¨® en azote de la gente de teatro y cuyas numerosas v¨ªctimas llamaban Torquesada.
La sorpresiva presencia en la televisi¨®n estatal, en plan rescate, de estos arrumbados y descoloridos personeros de una de las etapas m¨¢s virulentas del estalinismo cubano ha puesto en pie de guerra a un grupo de escritores de la isla, los cuales han inundado los correos electr¨®nicos con mensajes en que se mezclan la indignaci¨®n y el miedo. No hay duda de que les sobran razones para estar intranquilos porque el teniente Pav¨®n y el comandante Serguera han sido exhumados, sospechosamente, ahora, cuando el general Ra¨²l Castro, a cuya vera estuvieron y quiz¨¢s sigan estando, es el hombre fuerte del pa¨ªs.
Pav¨®n, que cultiva el periodismo y el verso con parejo infortunio y a quien se atribuye la autor¨ªa de una lamentable serie de diatribas contra escritores cubanos (Padilla, Pi?era, Cabrera Infante, Arrufat, Llopis) firmadas con el pseud¨®nimo de Leopoldo ?vila y publicadas en la revista Verde Olivo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, pas¨® de dirigir esta revista a presidir el CNC en 1971. Detr¨¢s de tal ascenso estuvo Ra¨²l Castro, el dirigente que en aquel momento empu?aba con mano f¨¦rrea, desde las penumbras del segundo plano donde habitualmente se ha movido, las riendas de la pol¨ªtica cultural, o m¨¢s bien de la represi¨®n dentro de la pol¨ªtica cultural. El general utilizaba el despacho de Pav¨®n en Verde Olivo para reunirse con quienes lo asist¨ªan en la tarea de espiar "la ciudad letrada", que en todos los tiempos ha sido una fuente de zozobra para los poderes liberticidas.
El buen soldado Pav¨®n inaugura su mando en el CNC el mismo a?o del arresto y la autocr¨ªtica del poeta Heberto Padilla -sucesos que estropean el romance de la revoluci¨®n cubana con los intelectuales de la "nueva izquierda" de los 60 y los 70 (Cort¨¢zar, los Goytisolo, Carlos Fuentes y un largo etc¨¦tera), a quienes Fidel Castro termina llamando "ratas"- y del Primer Congreso de Educaci¨®n y Cultura, un escenario construido por el Comandante para decretar entre aplausos la sovietizaci¨®n de la cultura cubana. En el agresivo discurso con que cierra el Congreso, Fidel Castro pone en claro lo que en 1961 hab¨ªa dejado a media luz en sus Palabras a los intelectuales: que nuestra cultura no pod¨ªa ser otra cosa que "un arma de la revoluci¨®n", "un producto de la moral combativa de nuestro pueblo" y "un instrumento contra la penetraci¨®n del enemigo". La tarea encomendada a Pav¨®n fue la de ejecutar la pol¨ªtica derivada de estos lineamientos, a tenor de los cuales la independencia de criterio y el derecho a disentir pasaron a considerarse inaceptables herencias del individualismo burgu¨¦s. El pavonato, pues, result¨® del designio, emanado de la c¨²pula del poder castrista, de incluir la cultura en la militarizaci¨®n general del pa¨ªs, destinada a blindar el Estado totalitario.
Lo que distingue al pavonato en el curso de la revoluci¨®n es que en ¨¦l se combinaron con coherencia de estrategia y se emplearon con rigor de campa?a militar, en el ¨¢rea de la cultura, los resortes opresivos del r¨¦gimen estalinista: autoritarismo, dogmatismo, censura y represi¨®n. Las principales v¨ªctimas de ello fueron la libertad de pensamiento, la autonom¨ªa del arte y, por consiguiente, el placer de crear, que se transform¨® en miedo a pecar.
En el pavonato, que puede parangonarse con una purga religiosa o cacer¨ªa de herejes, fueron muchos los escritores a los que se les prohibi¨® el acceso a las publicaciones peri¨®dicas y las editoriales. Algunos estuvimos silenciados m¨¢s de quince a?os, lo cual evidencia que el pavonato fue m¨¢s que un quinquenio gris. En medio de aquel desvar¨ªo, al mismo tiempo que se imped¨ªa publicar a Jos¨¦ Lezama Lima o a Virgilio Pi?era, se encumbraban pat¨¦ticas mediocridades, escribidores hoy justamente olvidados y entonces tenidos por mod¨¦licos pol¨ªtica e intelectualmente. Los escritores exiliados poblaban la lista negra del r¨¦gimen: Gast¨®n Baquero, Cabrera Infante, Labrador Ruiz, Lidia Cabrera y Severo Sarduy eran lecturas clandestinas. Vale recordar que en el pavonato se cerr¨® la revista Pensamiento Cr¨ªtico, los Beatles fueron incluidos en un ¨ªndice de int¨¦rpretes prohibidos y la Universidad fue declarada "s¨®lo para los revolucionarios" al tiempo que sus aulas se cerraban para numerosos alumnos y profesores. Por otra parte, no fueron pocos los escritores obligados a realizar tareas manuales en imprentas, bibliotecas p¨²blicas y otros centros de trabajo, convertidos para ellos en una versi¨®n del gulag.
Lo m¨¢s rancio del pavonato fue el celo puritano con que persigui¨® el homosexualismo y otras "conductas impropias" y "colonizadas" en el mundo del teatro, la radio y la televisi¨®n. Para erradicar los elementos indeseables que incumpl¨ªan los "par¨¢metros morales" de la revoluci¨®n, el CNC organiz¨® un proceso de criba de actores que se conoci¨® como "la parametraci¨®n". Este proceso inquisitorial, que priv¨® ilegalmente de empleo y sueldo a numerosos actores -cuya influencia perniciosa sobre el p¨²blico el CNC deb¨ªa eliminar-, fue dirigido por Armando Quesada, brazo secular de Pav¨®n. Se sabe que las comisiones depuradoras actuaban a puertas cerradas, y a la v¨ªctima, sola ante ellas, despu¨¦s de ser sentenciada la invitaban a manifestarse ante una grabadora.
Pav¨®n fue depuesto cuando el r¨¦gimen entendi¨® que era menos conflictivo y m¨¢s rentable dar a los intelectuales menos palos y m¨¢s zanahorias. Una sentencia del Tribunal Supremo que oblig¨® al CNC a reponer en sus puestos y pagarles los sueldos acumulados a los "parametrados" termin¨®, en 1976, con la era Pav¨®n. Pero no con el pavonato, que es el r¨¦gimen mismo.
Manuel D¨ªaz Mart¨ªnez, poeta y periodista cubano, es director de la revista Encuentro de la cultura cubana.
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