La UE: el trasfondo repetido de los problemas
Hoy, 26 de enero, se celebra en Madrid una reuni¨®n ministerial europea de los 18 pa¨ªses que han ratificado la Constituci¨®n. Suman ellos 274 millones de habitantes, de los cuales el 15,3% fue convocado a refer¨¦ndum. Se prepara otra reuni¨®n posterior con los Estados que no la han ratificado: 211 millones de habitantes, de los cuales el 96,3% ha sido o podr¨¢ ser convocado a refer¨¦ndum. El objetivo de ambas reuniones es tratar de los problemas del Tratado constitucional. La Uni¨®n Europea tiene muchos problemas. Posiblemente, sin embargo, todos pueden reducirse a uno que se repite con diversa variedad de tonalidades. Los ministros que se re¨²nen lo conocen bien. Saben de la Uni¨®n Europea lo que Stravinski sab¨ªa de Vivaldi. Que no hab¨ªa compuesto 500 obras sino s¨®lo una, repetida 500 veces.
?Qu¨¦ es lo que aqu¨ª se repite? El problema repetido es la tensi¨®n entre lo com¨²n y lo particular. Lo com¨²n es la estructura que da respuesta a los problemas por encima de las menores posibilidades que los Estados tienen para resolverlos. Lo particular es la resistencia que los Estados ofrecen a reconocer que lo com¨²n es de naturaleza distinta a lo singular pues a pesar de ello quieren conseguirlo con el m¨¦todo de la coincidencia para no perder el control.
Si la Uni¨®n Europea naci¨® para hacer de Europa una estructura com¨²n para los Estados que la forman, ahora podemos decir que con dicha estructura ha sucedido lo siguiente: ha sido aceptada inicialmente, pero luego se le ha impedido en parte su natural desarrollo. Ha sido creada como estructura ¨²nica, pero luego se ha ido estableciendo de forma plural. Ha sido construida como estructura de acci¨®n pero luego ha sido limitada en su capacidad y montada, en alguna ocasi¨®n, s¨®lo como apariencia. Ha sido pensada como com¨²n, pero luego ha sido a veces sustituida por una estructura de miembros particulares coincidentes. Examinemos los cuatro casos.
1. Freno al natural desarrollo. Es el caso de la Comisi¨®n creada por el Tratado de Roma. La Comisi¨®n era el motor que impulsaba a los particulares a seguir adelante en su prop¨®sito inicial. De esa forma fue construyendo el mercado interior y vigilando luego, con el euro, la correcta implantaci¨®n de la moneda de todos. La aceptaci¨®n de una instituci¨®n con tales caracter¨ªsticas, sin embargo, no fue querida para actuar de la misma forma en otras competencias. Se hizo la reserva de determinadas materias para ser decididas por los Estados operando de forma intergubernamental.
2. La conversi¨®n en estructura plural. La estructura com¨²n fue en principio ¨²nica -la Comisi¨®n-, pero luego se ha ido diversificando, quedando formada por ¨®rganos distintos. As¨ª, el euro se puso en manos del Banco Central Europeo. La Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n, en las de un Alto Representante. Las cuestiones del medio ambiente, de salud, de seguridad alimentaria y otras tantas, en manos de 26 Agencias y de otras proyectadas. A la Comisi¨®n se le han confiado diversos aspectos del tercer pilar.
3. Limitaci¨®n a la capacidad. Una vez creados desmembradamente, se les han puesto a los ¨®rganos comunes obst¨¢culos desde los Estados para moderar su actividad. Al director del Banco Central Europeo se le opone cada vez con m¨¢s fuerza el llamado Eurogrupo, reuni¨®n de los ministros de Econom¨ªa y Finanzas de los Pa¨ªses del Euro. Al Alto Representante de la PESC se le frena oponi¨¦ndole la carencia de medios humanos y econ¨®micos. Y, en el caso de los llamados partidos pol¨ªticos europeos, domina la apariencia. Se habla del Partido Popular Europeo o del Partido Socialista Europeo cuando no tienen programa electoral com¨²n, ni l¨ªder com¨²n, ni listas comunes, ni electores comunes, ni resultados tras las elecciones ofrecidos en com¨²n.
4. Conjunci¨®n de los particulares. Ha ocurrido con la llamada Estrategia de Lisboa. En lugar de poner el control de la misma en manos de la Comisi¨®n para que exigiera a los Estados y les obligara al cumplimiento de los compromisos -como pas¨® y pasa con el mercado interior o con el euro-, el control queda en manos del Consejo Europeo, que, aunque dedica una de sus reuniones, la de primavera, a esta cuesti¨®n, no hace esfuerzos a favor del cumplimiento entre compa?eros. Esta situaci¨®n es valorada por J¨¹rgen Habermas cuando dice: "Los Estados miembros est¨¢n m¨¢s lejos que nunca de perseguir un proyecto com¨²n".
La Constituci¨®n europea estuvo a punto de fracasar a principios de junio de 2003 cuando en la Convenci¨®n Giscard d'Estaing no llegaba a un acuerdo con los representantes de los gobiernos. Hubo quien la dio por ca¨ªda cuando Aznar se neg¨® a aceptar el proyecto llegado al Consejo Europeo de diciembre de 2004. Otros la dan ahora por enterrada, tras los referendos negativos de Francia y Holanda. ?Cu¨¢l ser¨¢ la pr¨®xima ventolera que la vuelva a hacer tambalear -antes de llegar al final-, si la situaci¨®n actual se soluciona? Acoplar a 27 es tan dif¨ªcil que s¨®lo con que uno se separe se va todo al agua como ha hecho Polonia con la energ¨ªa rusa. Los convencionales no quisieron refer¨¦ndum en la Uni¨®n y ahora toda la Uni¨®n tiene que tragarse el refer¨¦ndum franc¨¦s como europeo.
Para buscar solidez se organizan las dos reuniones. La de los no referendos (con excepci¨®n de Espa?a y Luxemburgo) y la de los referendos. El refer¨¦ndum es algo cada vez m¨¢s usual. Para las adhesiones de 2004, lo aplicaron nueve Estados de diez. Y para la Constituci¨®n, ocho Estados de la Europa de los 12. Francia lo ha impuesto en su Constituci¨®n para las ampliaciones con efecto para toda la Uni¨®n Europea. Dada la mucha utilizaci¨®n por parte del refer¨¦ndum por los Estados miembros, tan peligrosa para lo com¨²n, ?por qu¨¦ no se adelanta a establecerlo la Uni¨®n Europea o, probablemente mejor, lo sustituye por las elecciones con partidos pol¨ªticos europeos? Es preferible sufrir las consecuencias negativas de un refer¨¦ndum europeo (preparado para construir lo com¨²n) que las mismas consecuencias provenientes de un deseo particular. Los grandes intelectuales europeos actuales, J¨¹rgen Habermas, Ulrich Beck, Jean Boudrillard, Borislaw Geremek, etc¨¦tera, tienen un esp¨ªritu m¨¢s cercano al de los padres de Europa que los pol¨ªticos de hoy. Su parecer en esta cuesti¨®n es que hay que ir a los ciudadanos. "Un cambio de chip", como observa Vidal-Folch, "que coloque a la ciudadan¨ªa encima del Estado, igual que el Renacimiento reemplaz¨® a la divinidad por el hombre como epicentro pol¨ªtico". Los ciudadanos deben ser el metademos de la Uni¨®n Europea. Lo com¨²n es la ciudadan¨ªa factor fundamental de legitimidad constitucional. Su puesta en vigor puede hacerse con dos elementos inseparables: el refer¨¦ndum (o las elecciones con partidos pol¨ªticos europeos) y la cooperaci¨®n reforzada. As¨ª por ejemplo, partidos pol¨ªticos parcialmente comunes. El refer¨¦ndum de la Uni¨®n puede servir para reconducir o moderar, en el conjunto, las exageraciones de alg¨²n miembro particular de acuerdo con lo que el Derecho establezca. Algo posible mientras muchos referendos nacionales sigan siendo no vinculantes. Y los pa¨ªses cuyos ciudadanos claramente no quieran, quedarse en un ¨¢rea de menor compromiso.
Santiago Petschen es catedr¨¢tico de Relaciones Internacionales de la UCM.
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