El pr¨ªncipe de los bosques

La caperuza roja de la ni?a que cruz¨® el bosque para visitar a su abuelita no es, ni mucho menos, la ¨²nica famosa. El valiente Robin tambi¨¦n lleva caperuza, aunque en ingl¨¦s, su lengua, y en el apellido, Hood. En la cabeza suele aparecer tocado con sombrero verde, que no rojo, quiz¨¢ para poder esconderse con m¨¢s facilidad en los bosques de Sherwood. Las aventuras de este justo y valiente forajido que lucha contra la tiran¨ªa y la opresi¨®n han inspirado baladas, poemas, libros, operetas y pel¨ªculas desde hace m¨¢s de 600 a?os. El pr¨ªncipe de los bosques ha seducido a lectores e historiadores que han ca¨ªdo rendidos ante la fuerza de su mito de hombre justo, libre y divertido. Un sinf¨ªn de estudios e investigaciones han tratado de descubrir la identidad real del mito. Muchos siguen creyendo que la verdad se esconde en los bosques del condado de Sherwood y la leyenda an¨®nima en la que se inspira esta historia tantas veces contada conserva intacta su fuerza.

Robin Hood no siempre vivi¨® entre los ¨¢rboles, en esto todos est¨¢n de acuerdo. Creci¨® en el castillo de su padre, el conde de Sherwood. Un buen d¨ªa tuvo que escapar al bosque acompa?ado de sus amigos Little John, Much y un simp¨¢tico fraile, Tuck. ?Es ¨¦sta la historia de un joven noble que se convirti¨® en bandido? Aunque esto es lo que dos malvados condes y el hermano del rey dec¨ªan, la verdad es que Robin, al quedarse sin castillo, decidi¨® luchar contra aquellos que se quedaban con lo que no era suyo.

Da igual lo poderoso o rico que seas, si algo no te pertenece debes devolverlo, pensaba Robin. Y si no lo devuelves, ?qu¨¦ hay de malo en que alguien te lo quite, lo devuelva a su verdadero due?o o lo reparta entre quienes m¨¢s lo necesitan? Robin Hood, el pr¨ªncipe de los mendigos, encarna la leyenda del h¨¦roe que roba a los ricos para repartir el bot¨ªn entre los pobres. Quien representa al hombre justo, valiente y sincero nunca ser¨¢ un ladr¨®n.

Cuando el rey Ricardo tuvo que marchar a luchar en lejanas batallas dej¨® encargado del reino a su hermano Juan Sin Tierra. Pero ¨¦ste no quer¨ªa devolverlo e intent¨® por todos los medios que su hermano no regresara. Lo mismo pasaba con los condes de Gisborne y Reinault, que ocupaban castillos y tierras que no les pertenec¨ªan y robaron y encarcelaron a la bella Marian. Pero la astucia de Robin Hood consigui¨®, una y otra vez, burlar a los avaros ladrones. Disfrazado de mendigo, consigui¨® pasar inadvertido en el pueblo y vestido de caballero gan¨® al sheriff del condado de Nottingham en un torneo de tiro con arco. Da igual de lo que Robin se vistiera, la raz¨®n estaba de su lado. Fue gracias al pr¨ªncipe de los bosques que el rey consigui¨® recuperar la corona que su hermano le hab¨ªa arrebatado.

Valiente, justo, fiel y enamorado, Robin Hood entr¨® en la literatura de la mano de William Langland en 1377, el primer autor que mencion¨® al legendario bandido en su poema Pedro el labrador. Alejandro Dumas y Howard Pyle -autor de la primera versi¨®n infantil de la leyenda en 1883- ofrecieron sendas adaptaciones en el siglo XIX, el mismo en el que el osado Robin apareci¨® mencionado por primera vez en una novela, Ivanhoe, de Walter Scott. En 1908, el pr¨ªncipe de los ladrones, mudo y en blanco y negro, dio su primer salto al cine en la pel¨ªcula brit¨¢nica de Percy Stow Robin Hood and his merry men. Errol Flynn, Sean Connery y Kevin Costner se cuentan entre las estrellas que han dado vida al mito. Con colores vivos y pinceladas gruesas, el gran h¨¦roe medieval ingl¨¦s resucita una vez m¨¢s en esta adaptaci¨®n infantil.