Sanciones civiles
Seis d¨ªas despu¨¦s de la ins¨®lita concentraci¨®n en una plaza de Madrid de unos 3.000 guardias civiles, muchos de ellos con su uniforme, aunque sin armas, el director general decidi¨® ayer suspender cautelarmente por 90 d¨ªas y abrir expediente disciplinario por falta "muy grave" a dos directivos de la asociaci¨®n convocante de la protesta, en la que se corearon gritos contra el presidente del Gobierno y en favor de la desmilitarizaci¨®n de ese cuerpo. La Asociaci¨®n Unificada de Guardias Civiles (AUGC), que convoc¨® la concentraci¨®n en reclamaci¨®n del cumplimiento de los compromisos electorales socialistas y anunci¨® una "respuesta contundente" si se produc¨ªan sanciones, tiene convocada para hoy una asamblea extraordinaria.
El programa del PSOE no dec¨ªa nada de la eventual desmilitarizaci¨®n de la Guardia Civil, pero s¨ª promet¨ªa suprimir la sanci¨®n de arresto y regular el derecho de asociaci¨®n profesional. El asociacionismo existe de hecho en ese cuerpo desde hace a?os; la AUGC asegura contar con 25.000 afiliados (uno de cada tres agentes) y sus dirigentes negocian habitualmente con las autoridades de Interior. No se sabe qui¨¦n trataba de adelantarse a qui¨¦n, pero una semana antes de la concentraci¨®n de Madrid el Consejo de Ministros aprob¨® un anteproyecto de ley de Reforma del Regimen Disciplinario de la Guardia Civil que supondr¨¢ en la pr¨¢ctica que el C¨®digo Penal Militar dejar¨¢ de aplicarse al instituto armado (excepto en misiones militares) y la eliminaci¨®n del arresto por actos de indisciplina. El Gobierno anunci¨® el mismo d¨ªa la pr¨®xima aprobaci¨®n de una ley que regular¨¢ el asociacionismo profesional. Pese a ello, la AUGC mantuvo su convocatoria alegando que la reforma era insuficiente y que desconfiaba de que la nueva norma pudiera aprobarse antes del fin de la legislatura.
Siempre puede considerarse demasiado corta cualquier reforma, pero no es l¨®gico mantener la misma actitud ante un problema y ante las medidas destinadas a remediarlo. Sobre todo sabiendo que no es cualquier cosa una protesta de miles de miembros de un instituto armado, muchos de ellos vistiendo el uniforme del cuerpo, a fin, seg¨²n los convocantes, de que la protesta tuviera "mayor impacto". Lo tuvo, sin duda, como testimonia su eco en la prensa internacional. Pero, al igual que en los actos de la llamada desobediencia civil, quienes los protagonizan deben asumir las consecuencias sancionadoras. Lo que no puede ser es que agentes de un cuerpo de seguridad vulneren gravemente su r¨¦gimen disciplinario y no pase nada.
Los guardias civiles espa?oles tienen derecho a esperar que el Gobierno cumpla sus compromisos, incluyendo el de regular su asociacionismo para canalizar sus reivindicaciones sociolaborales (que son numerosas y en general razonables) en una negociaci¨®n reglada. Pero pierden parte de sus razones si recurren a actuaciones tan espectaculares como inaceptables.
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