Polvo de estrellas
El trabajo duro marca la actividad en los centros donde se fabrican futuros cantantes y artistas lejos de los focos de la televisi¨®n
Dos chicas y un chico interpretan una canci¨®n del musical Chicago, la producci¨®n que all¨¢ por la mitad de los a?os setenta del pasado siglo Bob Fosse puso en pie en los escenarios de Broadway con acento brechtniano. Son alumnos de la escuela Off, uno de los centros de formaci¨®n dram¨¢tica y musical que existen en Valencia. Desde hace cinco a?os trabaja por ofrecer una alternativa a las tradicionales ense?anzas esc¨¦nicas. Rafa Cruz y Pedro Gim¨¦nez, directores de la escuela, se instalaron en los bajos de un antiguo gimnasio de judo y pusieron en pie un proyecto con la ambici¨®n propia de un h¨¦roe shakesperiano y la energ¨ªa de un bailar¨ªn de hip-hop. "Quer¨ªamos una escuela que de entrada ofreciera todo aquello que nosotros hubi¨¦ramos deseado encontrar como estudiantes. Un espacio de ense?anza que, por un lado, diera al alumno una formaci¨®n art¨ªstica completa y que, por otro lado tambi¨¦n ofreciera una flexibilidad a trav¨¦s de un sistema de cursos continuos que le permitieran acceder a otras disciplinas, con horarios adaptados, precios, etc".
"La televisi¨®n ha hecho mucho da?o porque ha dado una imagen muy falseada de las escuelas"
"Con la primera edici¨®n de 'Operaci¨®n Triunfo' esto fue una locura"
Un grupo de alumnos se dispone a ensayar en los locales del centro un texto dram¨¢tico de car¨¢cter naturalista. En las paredes de la cafeter¨ªa cuelgan los carteles de los montajes esc¨¦nicos que a lo largo de estos cincos a?os se han ido realizando. Un Marat-Sade de Peter Weiss, el musical Cabaret o La Tempestad de Shakespeare son algunos de ellos. A estas horas de la ma?ana hasta se dir¨ªa que el esp¨ªritu de Ariel, el m¨¢gico personaje de La Tempestad, trabaja insuflando su esp¨ªritu de creatividad entre los alumnos del centro. Claro que puestos a convocar esp¨ªritus mejor el de la profesora Lynda Grant, la instructora de danza de Fama que intentaba transmitir sus conocimientos a un grupo de alumnos all¨¢ por los a?os ochenta en una escuela de Nueva York. Mit¨®manos sin remedio como somos, uno espera que detr¨¢s de algunas de las puertas de la escuela de un momento a otro salgan un grupo de muchachos cantando dispuestos a apoderarse de la calle del Turia. Pero Irene Cara ya hace a?os que dej¨® de cantar los deseos de una generaci¨®n que so?aba con atrapar la fama, para dar paso a otra dispuesta a dejarse psicoanalizar delante de las c¨¢maras. "La televisi¨®n", dice Rafa, "ha hecho mucho da?o porque ha dado una imagen muy novelesca, falseada de las escuelas y el alumno a veces viene con esta imagen de ficci¨®n, y despu¨¦s se encuentra que esto es un centro para estudiar y trabajar muy duro cada d¨ªa y acaba abandonando". Paula Espinosa es una de las alumnas m¨¢s j¨®venes del centro. Apenas cumplidos los quince a?os comenz¨® sus clases de teatro musical. Este a?o acabar¨¢ su segundo a?o de esta especialidad. "A mi siempre me ha gustado cantar y en la escuela he podido abrirme a otras cosas como el baile o la interpretaci¨®n que yo ignoraba o no hab¨ªa trabajado", dice. Jazz dance, canto, interpretaci¨®n y acrobacia son algunas de las disciplinas a las que ha de someterse cada d¨ªa, de cuatro a ocho de la tarde. Luego en la calle, le esperan otras asignaturas y ex¨¢menes. Son los castings, concursos televisivos, festivales, audiciones siempre bajo el ojo vigilante y protector de su madre: "Ya s¨¦ que este mundo no es f¨¢cil, pero es el que le gusta y por eso hay que intentarlo y tiene que estar muy preparada, porque es muy competitivo". Un mundo cosido por igual de sue?os y frustraciones. Ahora, como la Dorothy de El Mago de Oz, tendr¨¢ que superar m¨¢s de un obst¨¢culo y prueba en el camino que la aguarda al salir de la escuela.
En otro punto de la ciudad Jos¨¦ Luis Faul¨ª da las primera clases de entonaci¨®n a un nuevo alumno, un muchacho que alterna la alba?iler¨ªa con la afici¨®n por las canciones de Luis Miguel. Formado en el ambiente musical de la llamada m¨²sica ligera, Faul¨ª ha trabajado con artistas como Lorenzo Santamar¨ªa, Francisco o Juan Bau, un cantante con el que lleva m¨¢s de veinte a?os como pianista cruzando el Atl¨¢ntico cada temporada. En su casa, una de las habitaciones sirve de sala de ensayo: "Compaginar la m¨²sica con la docencia, aparte de la cuesti¨®n econ¨®mica, te hace estar en contacto con generaciones m¨¢s j¨®venes, y si surge la ocasi¨®n, poder trabajar con ellos en alg¨²n proyecto que pueda ser interesante como ahora estoy haciendo". Faul¨ª, como otros m¨²sicos valencianos, comenzar¨ªa en la banda municipal de su pueblo -¨¦l es de La Pobla de Vallbona-, tocando el clarinete, instrumento que abandonar¨ªa por el piano. Despu¨¦s de estudiar en el conservatorio, empieza a trabajar en el mundo de la m¨²sica pop en los a?os setenta. "En aquellos a?os todo el mundo quer¨ªa cantar como Nino Bravo, ahora todos quieren ser Luis Miguel o Marc Anthony, y tienes que trabajar por quitarles una serie de mimetismos", afirma.
Una vez hubo un pa¨ªs donde la gente cantaba a todas horas y las canciones se escurr¨ªan por los patios de luces de las casas mientras las mujeres tend¨ªan la ropa. Ahora, en cambio, las canciones nos vienen envasadas con formato y tono de karaoke y los futuros cantantes se fabrican en academias televisivas bajo el ojo del gran hermano del p¨²blico. "Con la primera edici¨®n de Operaci¨®n Triunfo", recuerda Faul¨ª, "esto fue una locura. Yo ten¨ªa cola para dar clases. De repente todos los chavales y chavalas quer¨ªan cantar. Parec¨ªa que nadie en este pa¨ªs quer¨ªa ser fontanero o enfermera y todo el mundo s¨®lo so?aba con ponerse delante de un micr¨®fono". Por su estudio diariamente pasan muchachos y muchachas dispuestos a tocar la puerta de la fortuna: "Muchas veces tienes que hacerles ver que lo suyo no es la m¨²sica, por muchas horas que se hayan puesto delante de un karaoke porque, claro, una cosa es cantar con karaoke y otra ponerte delante de un piano. Para muchos es una gran decepci¨®n. Ya nos gustar¨ªa que cada d¨ªa apareciera un nuevo Bisbal o un Alejandro Sanz, pero hoy el mundo de la m¨²sica va muy r¨¢pido y grabar un disco no significa nada". Dentro de media hora comenzar¨¢ sus clases de canto. "No te creas que aqu¨ª s¨®lo vienen los que quieren abrirse camino en el mundo de la m¨²sica, tambi¨¦n vienen personas que cantan por puro placer o diversi¨®n. Tengo unas se?oras ya mayores, con las que repaso repertorio de boleros, pasodobles, de copla, y para ellas, esto es casi como una terapia". O el que canta, su mal espanta.
Pedro Constant acude todas las semanas desde Castell¨® de la Ribera a la academia de Amparo Dorado. Pedro es el cantante de una de esas orquestas que en los meses de verano destripan la geograf¨ªa espa?ola en verbenas y fiestas locales. "Pedro", recuerda Amparo, "vino con la voz completamente destrozada y poco a poco hemos ido trabaj¨¢ndola y hoy puede decirse que ha vuelto a nacer vocalmente". Amparo Dorado, despu¨¦s de una larga trayectoria en el mundo de la m¨²sica cantando ¨®pera, zarzuela o revista, desemboc¨® en la ense?anza musical: "Esto es como un centro de rehabilitaci¨®n, en el que en vez de trabajar la movilidad de las piernas o los dolores lumbares, trabajamos las cuerdas vocales. Somos como un taller de reparaci¨®n". Un profesor de instituto con problemas vocales, una vendedora del mercado que se ha quedado af¨®nica o un pastor evangelista y cantante de gospel son algunos de los alumnos que pueden pasar en una tarde por su academia. "La gente hace muchas burradas con su voz. Hay chicos que han empezado cantando en festivales de fallas de playback, donde cantan con su voz encima del playback original, y claro acaban por anularse el o¨ªdo". Por su centro han desfilado algunas de las estrellas que en su momento copar¨ªan los programas infantiles televisivos. "Te encuentras con ni?os con una voz prodigiosa pero despu¨¦s, sobre todo por culpa de los padres, que se piensan que tienen el oro y el moro, el proyecto no cuaja y se pierde como sucedi¨® con una ni?a de un concurso musical de televisi¨®n". Aunque por sus manos han pasado alumnos como Guillermo Mart¨ªn, una de las voces valencianas de Operaci¨®n Triunfo, es cr¨ªtica con este tipo de formatos musicales. "No se puede aprender a cantar en tres meses. Eso no es serio". Ahora Laura y Raquel esperan su turno para su clase de canto. Lo har¨¢n interpretando un tema de Celine Dion o Barbra Streisand. En el aire, mezclado con la m¨²sica, queda flotando ese polvo de estrellas que s¨®lo unos pocos elegidos podr¨¢n llegar a tocar.
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