M¨¢s que mil palabras
Sonr¨ªa, por favor, vengo a robarle el alma. Al parecer, eso es lo que pensaban los indios que ocurrir¨ªa si dejaban que alguien les tomase una fotograf¨ªa. Por pura l¨®gica, hab¨ªan llegado a la conclusi¨®n de que, si la imagen de una persona de tres dimensiones terminaba aplastada en un papel, sonriente y satisfecha mientras su r¨¦plica humana iba de aqu¨ª para all¨¢ como si tal cosa, por fuerza una de las dos figuras deb¨ªa de ser el alma. Aquello resultaba bien misterioso y era mucho mejor no arriesgarse. Por eso, algunos de esos locos que llegaron en pleno siglo XIX con su daguerrotipo al hombro, dispuestos a perpetuar a los indios para la posteridad con un fogonazo humeante que les dejaba la selva inundada de nitrato de plata, tuvieron que salir corriendo antes de que les atravesaran con una flecha por hechiceros.
Ya ha llovido y ha digitalizado desde entonces pero los indios no iban tan desencaminados. Algo de m¨¢gico s¨ª que tiene lo de la fotograf¨ªa que la hace capaz de atrapar almas (o al menos un instante de las mismas), captar el momento preciso, la sonrisa perfecta, en definitiva, la fotograf¨ªa es capaz de atrapar la historia en un segundo (o un segundo de la historia). Pero lo fundamental es encontrar a la h¨¢bil persona que ha de elegir ese perturbador segundo que puede explicarlo todo. O, ?no me digan que no lo deja todo bien claro la foto de Franco y Hitler d¨¢ndose la mano en Hendaya?
Revistas como Life introdujeron la fotograf¨ªa en la prensa y la manera en la que hasta entonces la sociedad observaba el mundo cambi¨®. Hasta ese momento s¨®lo se le pod¨ªa poner cara a la realidad cercana, la que viv¨ªa en la casa de al lado o quedaba a un tiro de piedra. Pero alguien se tom¨® la molestia de mirar por otros, poniendo sus ojos en lugares que nadie crey¨® que existieran realmente porque seguro que el se?or Livingstone ese se invent¨® la mitad. Si no lo veo... Ahora el mundo es un pa?uelo.
El reportero gr¨¢fico, que en un primer momento fue considerado por alg¨²n que otro exaltado como asesino de la pintura, tuvo que demostrar que lo suyo era algo m¨¢s que una habilidad. Porque, a ver, no nos enga?emos, hacer fotos es bastante f¨¢cil, se mira por un agujerito, se deja el objeto a inmortalizar en el centro del visor, se presiona el bot¨®n y, listo... la mar de sencillo... lo dif¨ªcil es hacer fotos para convertirlas en arte.
Y, como cuando se habla de arte uno no puede evitar que se le venga a la cabeza Sevilla, la Sala Chicarreros de Caja San Fernando ha organizado una exposici¨®n que lleva por nombre Pie de foto en la que se recoge el trabajo de 96 fot¨®grafos de prensa y agencias que trabajan o han trabajado a lo largo de su carrera profesional en esta ciudad. La exposici¨®n muestra instant¨¢neas elegidas libremente por los mismos profesionales, siguiendo un criterio propio, sin ce?irse a una tem¨¢tica, sin dejarse deslumbrar por premios, optando incluso por aquellas que jam¨¢s vieron la luz y que ellos guardaban con especial ternura en sus cajones. Y es que una imagen...
Si se acercan a la exposici¨®n, podr¨¢n hacer un repaso de la historia reciente de un mundo que alguien eligi¨® por nosotros, lo vio por nosotros y luego lo inmortaliz¨® para que no nos perdi¨¦semos un detalle. De las paredes de la Sala Chicarreros cuelgan fotos que llevan un importante valor de riesgo a?adido como las que el jerezano Emilio Morenatti realiz¨® en Gaza antes de aquel secuestro que le convirti¨® a ¨¦l mismo en el punto de mira de la prensa. Im¨¢genes de una Sevilla a veces sorprendente, otras veces llena de poes¨ªa y otras repletas de una cruel realidad como la de Jos¨¦ Luis Montero en la que una indigente recoge agua de un charco en el centro de la ciudad. Hay im¨¢genes reivindicativas, como ese delicioso desnudo frente al Cuartel del Carmen firmado por toda una instituci¨®n dentro de los reporteros gr¨¢ficos: Pablo Juli¨¢, que busca devolver el esp¨ªritu a un lugar cargado de reminiscencias machistas.
Im¨¢genes sugerentes: una jirafa haciendo un eclipse, la copa de la UEFA rodeada de papelillos rojos y blancos, un escaparate de Londres, trabajadores de la Maestranza, Lopera aclamado por la multitud, restos del Yakovlev-42, un chapuz¨®n en el Parque de Mar¨ªa Luisa... pero si quieren verlas tienen que darse prisa, la exposici¨®n estar¨¢ abierta hasta el d¨ªa 2 de febrero.
As¨ª que no se pongan tercos y, cuando vean que un objetivo les anda observando seguido por un extra?o personaje de ojo gui?ado, sonr¨ªan por favor. Es muy posible que vengan con la intenci¨®n de robarles el alma pero, ?qu¨¦ caramba!, ?acaso no so?aron nunca con ser inmortales?
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