Nadie lo consigui¨®
El autor aboga por superar la controversia entre los grandes partidos sobre la forma de lograr la desaparici¨®n de ETA.
He permanecido en silencio desde que ETA declar¨® el alto el fuego por estar convencido de que un proceso de esta naturaleza exige mucha discreci¨®n y se debe predicar con el ejemplo. Despu¨¦s del atentado de Barajas creo que es el momento de hacer algunas reflexiones. Desde hace tiempo pienso que combatir el terrorismo no es sin¨®nimo de terminar con ¨¦l. Se puede combatir con la m¨¢xima firmeza y con todos los instrumentos del Estado y no terminar con el terrorismo. Depende de la naturaleza de la organizaci¨®n violenta que tengamos enfrente. Combatir es condici¨®n necesaria pero no suficiente, as¨ª ha sido, hasta la fecha, en el caso de ETA.
Respeto a la posici¨®n de los que sostienen que si ETA estaba casi muerta y derrotada pol¨ªticamente ?para qu¨¦ dialogar?, ?para qu¨¦ ofrecerles un acuerdo desde las instituciones democr¨¢ticas? Esta posici¨®n se fundamenta en una ambici¨®n digna, derrotar a los que tanto dolor y sufrimiento nos han causado desde que comenzaron sus actuaciones violentas en los a?os sesenta del siglo pasado. Sin embargo, lo cierto es que esta v¨ªa expresa un deseo y se?ala un objetivo m¨¢s que una realidad palmaria contrastada, porque no se ha demostrado su eficacia definitiva. Despu¨¦s de 40 a?os de combatir nadie ha conseguido acabar con un terrorismo que ha tenido apoyos sociales no desde?ables y que de alguna manera los mantiene hoy. Es decir, durante cuatro d¨¦cadas esta v¨ªa no ha producido el objetivo deseado. ?Est¨¢bamos a punto de conseguirlo? No lo s¨¦. Lo que no se puede aceptar sin m¨¢s an¨¢lisis es que durante la etapa del se?or Aznar se hab¨ªa terminado casi con ETA. No digo que no haya habido ¨¦xitos, pero durante la misma se producen 67 v¨ªctimas mortales por acciones del terrorismo de ETA, siendo cierto tambi¨¦n que durante los ¨²ltimos diez meses de ese periodo no sufrimos atentados mortales.
El Estado democr¨¢tico conserva intactos los instrumentos para combatir el terrorismo
El Gobierno no se puede mover m¨¢s de lo que ha hecho. Ha actuado correctamente
La opci¨®n de buscar un final dialogado se demuestra, una vez m¨¢s, que tambi¨¦n tiene sus complicaciones. He estado de acuerdo con el presidente Zapatero en el empe?o de intentar, con los datos que se dispon¨ªan en el momento en que se toma la decisi¨®n, un final de estas caracter¨ªsticas ya contemplado en el Pacto de Ajuria Enea del a?o 1988, suscrito tambi¨¦n por el PP. Lo ocurrido durante estos nueve meses indica que esta v¨ªa tambi¨¦n tiene serios inconvenientes que la hacen complicada. Una dificultad grave es tener al PP en contra. No pretendo se?alar culpabilidades, s¨®lo constato un dato de la realidad. No cuestiono la legitimidad de su posici¨®n, s¨ª los excesos, descalificaciones y argumentario falso sobre las supuestas cesiones del presidente Zapatero con los que se ha intentado entorpecer el proceso y desgastar al Gobierno. A la hora de analizar los problemas que tiene un final dialogado no podemos ignorar que objetivamente actitudes de esta naturaleza marcan los l¨ªmites del proceso, tienen la capacidad de condicionarlo y convertirlo en una especie de calvario pol¨ªtico para quien lo intenta.
Los otros inconvenientes importantes provienen del mundo de Batasuna y de ETA. El primero es que se confirma que nada es est¨¢tico en ese ¨¢mbito cuando se abre un periodo de tregua, sobre todo si el proceso es largo y no tiene plazo. Cuando ETA toma decisiones sobre treguas o altos el fuego, son decisiones controvertidas internamente. Al d¨ªa siguiente de la tregua los que est¨¢n en contra se ponen a trabajar. Por eso lo que en un momento determinado dice o plantea Batasuna o ETA puede ser verdad en esa circunstancia, pero puede no serlo despu¨¦s. Entre el primer comunicado y los posteriores hay cada vez m¨¢s diferencias. Se endurece el lenguaje y las expresiones y se sube el list¨®n de las reivindicaciones. Es decir, los planteamientos de la otra parte son cambiantes y dificultan enormemente el proceso. No hay nada peor en una negociaci¨®n que tener enfrente a alguien que va cambiando continuamente de posiciones. Las reivindicaciones no son las mismas y van in crescendo a medida de que los que est¨¢n en contra presionan o ganan posiciones.
El segundo gran inconveniente es la inmadurez democr¨¢tica de los que impulsan el proceso desde Batasuna y ETA. No acaban de entender cu¨¢les son las limitaciones de un Gobierno democr¨¢tico y plantean reivindicaciones que son de imposible cumplimiento para el Ejecutivo, aunque ¨¦ste quisiera, que no es el caso, porque por encima del mismo est¨¢ la Constituci¨®n y la Ley. Lo reconoce el propio comunicado de ETA al se?alar como cr¨ªtica que el Gobierno "ha establecido como tope del proceso los l¨ªmites de la Constituci¨®n espa?ola y la legalidad". Los propios dirigentes "moderados" de Batasuna son los que anuncian que todo va mal, que el proceso est¨¢ bloqueado, con lo cual no hacen sino alimentar los argumentos de los que desde un mayor radicalismo est¨¢n en contra.
Esta falta de capacidad de un an¨¢lisis pol¨ªtico riguroso les lleva a no ser siquiera capaces de resaltar su gran logro, que es el haber conseguido que el Parlamento apruebe y autorice, en ausencia total de violencia, el di¨¢logo entre el Gobierno y ETA. Es decir, una organizaci¨®n terrorista proscrita se convierte, si cumple la condici¨®n previa establecida, en interlocutora de un Gobierno democr¨¢tico por decisi¨®n parlamentaria. ?se era el aspecto m¨¢s positivo para quienes desde Batasuna o ETA hab¨ªan impulsado o pretend¨ªan un final dialogado y lo dilapidan de una manera incompresible, entre otras actuaciones, por la kale borroka y por el atentando de Barajas.
Surge la pregunta de si se puede pedir madurez democr¨¢tica a quienes fundamentaron su fuerza en la utilizaci¨®n de la violencia. Desde mi punto de vista s¨®lo es posible si se produce un liderazgo fuerte que, entendiendo las dificultades y l¨ªmites de los dem¨¢s, marque el camino sabiendo que llegar¨¢ el momento de la verdad en el que los principales escollos del recorrido surgir¨¢n de sus propias filas. Gerry Adams fue gradualista. Acept¨® un Gobierno en el Ulster que no tiene ni el 10% de las competencias que hoy tiene el Gobierno Vasco.
Es evidente que el Gobierno no se puede mover m¨¢s de lo que ha hecho. Ha actuado correctamente se?alando con claridad que no se dan las circunstancias exigidas por la resoluci¨®n del Congreso de los Diputados para intentar un final dialogado y que ETA ha roto el "proceso". No obstante, la situaci¨®n es muy diferente de la que se produjo como consecuencia de la ruptura de la tregua de Lizarra. A diferencia de entonces es de importancia significativa la actitud del PNV, que ha apoyado al Gobierno antes y despu¨¦s de la ruptura. La escalada terrorista despu¨¦s de Lizarra fue brutal. En estas circunstancias ETA ha declarado que mantiene el alto el fuego, aunque los comunicados despu¨¦s de lo ocurrido no son fiables. La discusi¨®n interna en Batasuna y ETA es muy fuerte. Los que ven que se est¨¢ perdiendo una oportunidad que puede ser irrepetible tienen hoy, despu¨¦s del atentado de Barajas, m¨¢s argumentos para defender sus posiciones. La inmensa mayor¨ªa del pueblo vasco quiere la paz, incluidos sectores del abertzalismo radical. Y el Estado democr¨¢tico conserva intactos todos los instrumentos de que dispone para combatir el terrorismo. Nuestra democracia hoy tiene garantizado su futuro. El de los violentos, si persisten en su actitud, es la ilegalidad de Batasuna y la c¨¢rcel para los terroristas. Ese futuro no deber¨ªa tener ning¨²n aliciente para ellos.
Salvo que se produzca un milagro, ojal¨¢ me equivoque, la unidad democr¨¢tica ser¨¢ incompleta (ausencia del PP) lo cual no es deseable y es negativo para todos, pero el acuerdo con los dem¨¢s no es desde?able. Quiz¨¢ un punto de encuentro podr¨ªa alcanzarse manteniendo vigentes los principios de Ajuria Enea, los 10 puntos del Pacto Antiterrorista y por las libertades, sin el pre¨¢mbulo, por ser coyuntural y circunscrito a los dos partidos que pueden gobernar Espa?a, buscando un nuevo acuerdo de todo el arco parlamentario que pudiera inspirarse, por ejemplo, en el Pacto de Madrid de noviembre de 1987. En todo caso, deber¨ªamos ser conscientes de que la discrepancia no se est¨¢ produciendo sobre el fondo del problema, sino sobre c¨®mo debe ser el final del terrorismo. El desacuerdo no es sobre el objetivo de conseguir que ETA desaparezca, lo cual supone un anhelo compartido por todos. Las v¨ªas controvertidas son dos: combatir hasta la derrota final o combatir buscando tambi¨¦n un final dialogado de la violencia, respetando la Constituci¨®n y las reglas del juego democr¨¢tico. Las dos posiciones son leg¨ªtimas y hasta ahora ninguna ha producido el efecto deseado. Soy consciente de que la discrepancia sobre el final no es menor, pero deber¨ªamos ser capaces de bajar el diapas¨®n de la controversia y las descalificaciones y aprender de lo que hicieron Major y Blair para alcanzar un acuerdo de paz en el Ulster. La pol¨ªtica, si no quiere ser banal, tiene una necesidad imperiosa de dotar a cada ¨¦poca de un sentido de la historia. Uno de los m¨¢s nobles en este momento es conseguir la paz en el Pa¨ªs Vasco. ?sta es la tarea pendiente de mi generaci¨®n y debe seguir siendo, a pesar de las dificultades, una de las prioridades del Gobierno.
Jos¨¦ Mar¨ªa Benegas es diputado del PSOE por Vizcaya.
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