Pagando
No s¨¦ si estas nieves traer¨¢n bienes, seguramente s¨ª porque han puesto coto a la sequ¨ªa, pero de m¨ª puedo decir que me han hundido en la melancol¨ªa. Y no era algo que tuviera previsto ni mucho menos, pero en los dedos fr¨ªos del temporal hab¨ªa como un extra?o regusto a muerte. Y no tanto porque provocara los acostumbrados o m¨¢s accidentes de carretera sino porque tra¨ªa algo metaf¨ªsico. De modo que, de hilo en ovillo, no s¨¦ c¨®mo me vi pensando en el Chaos, De Juana. Debo admitir que como personaje no merece m¨¢s que desprecio, aunque, eso s¨ª, hay que reconocerle una cosa, que est¨¢ tratando de matarse con la misma sa?a con que mat¨® a otros. Aunque dudo que pueda tomarse como una virtud.
Todo bien nacido reconocer¨¢ que el personaje no puede ser m¨¢s siniestro, m¨¢s cerril y m¨¢s carente de piedad para sus semejantes (igual le gustan los gatos, tal vez duerma con un osito de peluche para protegerse de las pesadillas), al menos para los semejantes que no piensan como ¨¦l. Tambi¨¦n es verdad que despierta admiraci¨®n y simpat¨ªa pero s¨®lo entre sus iguales, lo que no cuenta mucho; aunque tampoco demasiadas. Quiero decir que sus colegas de ETA no se tomaron muy bien que emprendiera la guerra del hambre por su cuenta y, ya metidos en el malhadado proceso, parece que no se apiadaron de sus presos; antes bien buscaron la contrapartida de una mesa a la posible oferta de paz por presos (acercados) que les habr¨ªa realizado el Gobierno, tal y como han recogido algunos medios.
Bien, como personaje no tiene salvaci¨®n alguna, pero va y resulta, lo que son las cosas, que tambi¨¦n se trata de una persona. Y aqu¨ª las cosas se complican. ?Qu¨¦ hacer cuando alguien, aunque sea de su cala?a, trata de darse muerte voluntariamente? Si se tratara de un contexto de eutanasia podr¨ªa comprenderse su intento -y por comprender quiero decir aceptarse-, pero en su voluntad de morir por hambre hay algo m¨¢s que su muerte. Se trata de un acto pol¨ªtico que, en principio, deber¨ªa ser entendido desde la pol¨ªtica: ceder a su acto excarcel¨¢ndole equivaldr¨ªa a ceder a su chantaje, con el agravante de que sentar¨ªa un precedente peligros¨ªsimo. Por eso parece muy acertada la decisi¨®n de la Audiencia Nacional de dejarle como est¨¢: procur¨¢ndole todo el auxilio posible contra su voluntad. Porque de esta manera, adem¨¢s, salva del torvo personaje lo que hay que salvar como persona, su vida. Es cierto que los jueces ten¨ªan una v¨ªa m¨¢s f¨¢cil medi¨¢ticamente hablando, posponer la decisi¨®n m¨¢s dura y real a la espera de que se hiciera firme la sentencia, pero no han optado por la m¨¢s f¨¢cil sino por la m¨¢s justa. Y eso resulta digno de encomio. Quiero decir que a todo ser humano humanamente constituido le duele la posible muerte de otro ser humano. Y hasta la de un tipo como Chaos resulta repugnante.
S¨®lo que, como ya he dicho, resulta extremadamente dif¨ªcil separar en su caso lo que obedece a la ¨¦tica y lo que obedece a la pol¨ªtica. S¨¦ que muchos de los que piden la libertad para ¨¦l y que no son estrictamente de los suyos se valen de unas razones aparentemente ¨¦ticas para ocultar sus verdaderas razones pol¨ªticas, que no son otras que las de pretender congraciarse, gracias a la petici¨®n, con los contertulios de Chaos en aras del proceso. As¨ª, cuando gritan salvar a Chaos est¨¢n gritando en realidad salvad el proceso, temerosos de que la muerte del terrorista confeso y convicto vuelva a realimentar la espiral de violencia. Yo debo admitir que, encontr¨¢ndome pol¨ªticamente muy lejos de ¨¦stos y m¨¢s cerca de los jueces que han dictado su resoluci¨®n, no por ello deja de preocuparme una muerte que se me antoja tr¨¢gica. Como casi todas las muertes (morirse de viejo, no, es m¨¢s bien un final glorioso).
El hecho de que Chaos se metiera en ETA es indicativo de c¨®mo tiene las neuronas, por eso no parece extra?o que no haya ca¨ªdo en la cuenta de que se le han quedado en 18 a?os y un piquillo los tres mil que le cayeron por asesinar a 25 seres humanos. Un chollo. Que tampoco se merec¨ªa. ?Como la piedad?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.