Una alfombra verde basura
Un Goya m¨¢s, y de los mejores. Se vio con gusto. Y eso que en BTV pasaban Canciones para despu¨¦s de una guerra y, antes, TCM nos obsequi¨® con un documental sobre John Huston con gran entrevista a su hija Anjelica. Por otra parte, mucho antes de entregarse en pantalla los premios principales, mi tel¨¦fono estallaba de sms cont¨¢ndome los resultados. Tiene m¨¦rito, por lo tanto, haber seguido la gala de los Goya con absoluto ensimismamiento y la secreta satisfacci¨®n de que Corbacho, uno de mis histriones predilectos -am¨¦n de buen director de una ¨®pera prima, ?c¨®mo la llam¨® Coixet, vengativa? ?Raciones?- , arrasara en trajes y desparpajo, humor inteligente y pel¨ªn ordinario -no somos David Niven y Deborah Kerr, al fin y al cabo; somos m¨¢s goyescos-, y nos permitiera soltar unas cuantas genuinas carcajadas. No me gust¨® en absoluto su parodia de Salvador, nada parodiable, y creo que las propias hermanas de Puig Antich se quedaron desorientadas aunque en ning¨²n momento perdieran la confianza en la buena fe del anfitri¨®n. Me hizo gracia la alusi¨®n a Esperanza Aguirre con la tala de ¨¢rboles en el clip sobre El laberinto del fauno. Era f¨¢cil, pero era salado.
Lo mejor de la noche, lo j¨®venes que son los creadores de nuestro cine
Pero lo m¨¢s milagroso que se produjo en escena gracias al gui¨®n y la agilidad casi sobrehumana que -intermedios publicitarios aparte- se confiri¨® a la ceremonia, fue que los invitados y el conductor hicieran olvidar el pat¨¦tico, lamentable y execrable pre¨¢mbulo perpetrado en la alfombra verde por tres indocumentados de la informaci¨®n que no s¨®lo incurrieron en errores sino que mostraron, al arrojarse sobre los famosos, un imperdonable estilo falt¨®n indigno de la televisi¨®n p¨²blica. Tomar por asalto a la estrella, dejarla en seguida con la palabra en la boca para correr hacia otra; y ese tuteo chulesco, al servicio de preguntas mucho m¨¢s est¨²pidas que las que se lanzan en la alfombra roja de los Oscar, que ya es decir. En definitiva, un Tri¨¢ngulo de las Bermudas seudo informativo que daba sonrojo ajeno. Ah¨ª ech¨¦ de menos a Pedro Almod¨®var, para que les lanzara un corte caper¨² propio de su ingenio. Menos mal que en El Pa¨ªs Digital podemos ver el v¨ªdeo con los famosos pero depurado de sus interrogadores y sus lapsus.
Dec¨ªa que la gala me pareci¨® prodigiosamente acortada, gracias al diferido, pero que podr¨ªamos abreviarla m¨¢s si se retardara el asunto pongamos veinticuatro horas; confiando la informaci¨®n a los nuevos medios de comunicaci¨®n y dejando para televisi¨®n el espect¨¢culo redondo y perfecto. Y haciendo que los anuncios, en vez de interrumpir y ralentizar, quedaran integrados en el espect¨¢culo. No hace falta llegar al extremo de que quien reciba su Goya d¨¦ las gracias a una firma de coches por su ¨²ltimo modelo. Pero Corbacho -que espero repita en los pr¨®ximos a?os; un d¨²o entre ¨¦l y la Sard¨¢ resultar¨ªa muy apetecible- podr¨ªa lucir en sus trajes las marcas correspondientes. A m¨ª me encant¨® su vestuario -y su caracterizaci¨®n de Goya; y su Volver; por suerte, le otorgaron el premio a la Maura y pudimos verla arreglada y con sus visoncitos-, y creo que a su estilo pop le sienta muy bien la publicidad a?adida e incluso pensada por ¨¦l mismo. Transmit¨ªa, Corbacho, buen rollo y dominio del escenario. Voces dicen que su gui¨®n fue recortado por manos moderadoras: tal vez con acierto. En cualquier caso, excelente resultado.
?Quejas por el diferido de media hora? Por m¨ª como si fuera de un d¨ªa completo. Eso son los telediarios, diferidos: salvo cuando te cae en suerte un 11/9. Se elige, se recorta, se pule y se comenta. Con m¨¢s raz¨®n, un show que tiene que competir con otros soportes y que siempre est¨¢ en lucha por la audiencia. Sepamos el qu¨¦ desde nuestros m¨²ltiples e ingeniosos aparatos, pero disfrutemos del c¨®mo gracias a la televisi¨®n. Perdamos el secretismo a favor del estilismo. Ya no hay nada que ocultar, en el mundo de hoy, ni siquiera el resultado de las votaciones de la academia.
Lo mejor de la noche: lo j¨®venes que son los creadores de nuestro cine. La veteran¨ªa reivindicativa pero sin mala leche de Juan Diego. La chispa no por esperada menos apetecible de Pilar Bardem. La emoci¨®n comprensiva hacia el adulto de Juan Diego Botto. El empaque de Pen¨¦lope. El homenaje a Teddy Villalba -con los grandes de la Academia arrop¨¢ndole-, la elegancia de Marisa Paredes; el gui?o cin¨¦filo de Carlos Bempar, al recoger la estatuilla por el mejor documental, Cineastas en acci¨®n; la emotiva intervenci¨®n de los miembros mexicanos del equipo de El laberinto del fauno. Lo peor, que las c¨¢maras descuidaban el patio de butacas, centr¨¢ndose s¨®lo en los pase¨ªllos y los rostros de los triunfadores. Ech¨¦ a faltar m¨¢s Viggo Mortensen -los organizadores podr¨ªan haberle usado para que entregara alg¨²n premio-, y m¨¢s Maribel Verd¨², actriz que en mi opini¨®n da muchas sopas con onda. Vimos, eso s¨ª, la cara triste de Agust¨ªn D¨ªaz Yanes por su tan laborioso y poco premiado Alatriste.
La fiesta empez¨® con un disparo al invitado que se alargaba y termin¨® con otro chute no menos par¨®dico: pero esta vez de cava y en clave de brindis. Buen gui¨®n, ya digo. Y, por en medio, una interpretaci¨®n de Soy minero que tuvo la virtud de recordarnos qui¨¦n somos y de d¨®nde venimos, mientras vamos yendo hacia el cine espa?ol del futuro.

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