Al¨ª al Sistani, un ayatol¨¢ apol¨ªtico
El gran ayatol¨¢ Ali Husein al Sistani siempre ha sabido que su reclusi¨®n en Nayaf no le libraba de las batallas teol¨®gicas. Tampoco de las terrenales, tal como se desprende de los planes de asesinato del oscuro grupo Jund al Samaa (Soldados del Cielo) revelados ayer. No es la primera vez que se ve amenazado. Tras la invasi¨®n estadounidense, partidarios de M¨²qtada al S¨¢der, un joven cl¨¦rigo opuesto a la presencia militar extranjera, rodearon su casa oblig¨¢ndole a esconderse durante algunos d¨ªas.
Al Sistani, nacido en Mashad (Ir¨¢n) en torno a 1930, es el m¨¢s destacado de los cuatro grandes ayatol¨¢s de la Hawza, el cuerpo colegiado de dignatarios clericales que constituye la m¨¢s alta autoridad religiosa chi¨ª. Formado inicialmente en los seminarios de Qom, Al Sistani pronto sigui¨® los pasos de su abuelo y en 1951 se traslad¨® a Nayaf, el Vaticano de los chi¨ªes, para estudiar bajo el manto del gran ayatol¨¢ Abulqasem al Khoie. A la muerte de ¨¦ste, en 1992, fue inmediatamente reconocido por sus pares como gran ayatol¨¢ y se convirti¨® en su sucesor. Tambi¨¦n asumi¨® su l¨ªnea apol¨ªtica y quietista.
Pero Sadam Husein respald¨® a Mohamed S¨¢deq al S¨¢der, padre de M¨²qta-da, para que dirigiera la Hawza porque se trataba de un ¨¢rabe y, tras los ocho a?os de guerra con Ir¨¢n y las revueltas chi¨ªes de 1991, deseaba reducir la influencia de los cl¨¦rigos extranjeros. Sin embargo, agentes del Gobierno acabaron con la vida de Mohamed al S¨¢der en 1999 y Al Sistani pas¨® a ser reconocido como primus inter pares en la Hawza. Como tal, supervisa que los millones de euros en donativos que recaudan los santuarios de Nayaf y Kerbala se inviertan en desarrollar los seminarios y en ayudas sociales.
Al Sistani logr¨® sortear la persecuci¨®n que acab¨® con la vida de otros destacados cl¨¦rigos chi¨ªes, pero eso no significa que mantuviera buenas relaciones con el r¨¦gimen de Sadam. La polic¨ªa le cerr¨® en 1994 la mezquita en la que pronunciaba sus sermones y no pudo volver a predicar hasta la llegada de las tropas estadounidenses. Pas¨® esos a?os recluido en su modesta casa de Nayaf.
La guerra le oblig¨® a tomar postura. Desde el principio, coincidi¨® con las fuerzas pol¨ªticas chi¨ªes en el exilio en que la intervenci¨®n norteamericana era la ¨²nica forma de acabar con la dictadura y emiti¨® una fetua prohibiendo que se atacara a los soldados extranjeros. No obstante, se ha convertido en la voz m¨¢s potente en defensa de los intereses de su comunidad, que constituye el 60% de la poblaci¨®n iraqu¨ª, y oblig¨® a Washington a acelerar la transferencia de soberan¨ªa y el proceso constitucional. Tambi¨¦n llam¨® a la participaci¨®n en las elecciones de todos los chi¨ªes, en especial las mujeres, y a no responder a los ataques sectarios de los extremistas sun¨ªes.
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