Pueblo en vilo
Hace cuatro d¨¦cadas, el historiador mexicano Luis Gonz¨¢lez y Gonz¨¢lez conmovi¨® con la publicaci¨®n de un libro que narra los avatares del acontecer nacional vividos desde un peque?o poblado, San Jos¨¦ de Gracia. Por ese afamado trabajo, llamado Pueblo en vilo, se le conoce como el fundador de la "microhistoria".
El t¨ªtulo de esa obra refleja fielmente la situaci¨®n en la que M¨¦xico se encuentra tras veinte a?os de pol¨ªticas err¨¢ticas, la deserci¨®n de Vicente Fox y la insolente manipulaci¨®n del proceso electoral de 2006. Se trata, literalmente, de un pueblo en vilo, esto es, "suspendido, sin el fundamento o apoyo necesario; sin estabilidad"; o bien, "con indecisi¨®n, inquietud y zozobra", seg¨²n el diccionario de la Real Academia.
M¨¦xico est¨¢ lejos de haber vuelto a la normalidad democr¨¢tica. De poco valen las condenas de los intelectuales org¨¢nicos de la derecha contra los inconformes y las pr¨¦dicas de los moderados en favor de una institucionalidad maltrecha. La verdad es que se han roto los pactos pol¨ªticos que hicieron posible el inicio de la transici¨®n y la alternancia pac¨ªfica en el Gobierno. Enfrentamos un problema de legitimidad del poder presidencial y una frustrante sensaci¨®n de enga?o por parte de la poblaci¨®n.
Analistas imparciales han descrito el escenario como el de un mandatario sin mandato. Un gobernante "que se abre camino entre gritos, protestas y reclamos", sin ninguna movilizaci¨®n p¨²blica que lo respalde y con todos los manifestantes en su contra. Una "transmisi¨®n truculenta del poder que la televisi¨®n ignora y los conductores insisten en maquillar". Una crisis que la comunidad internacional "ha preferido minimizar, en vez de reconocer". Pero lo que es peor: un pa¨ªs donde el 42% no cree en la legalidad de las elecciones y el 66% ve a M¨¦xico estancado o en retroceso.
Al margen de cualquier ideolog¨ªa, hay que analizar los datos con rigor. La empresa GEA-ISA sostiene que mientras en enero del a?o pasado el 55% de los encuestados se declaraba insatisfecho con el funcionamiento de la democracia en el pa¨ªs, en agosto el porcentaje hab¨ªa subido al 72%. A la pregunta "?Cree usted que M¨¦xico es realmente una democracia?", el 47% respond¨ªa a principios de 2006 por la negativa, y tras las elecciones, el 59%.
Lo que resulta m¨¢s preocupante es el 13% de ciudadanos que, seg¨²n Consulta Mitofsky, propon¨ªa en septiembre un levantamiento armado contra el Gobierno. En encuesta reciente, la empresa De la Riba descubre que m¨¢s de 8 millones personas estiman que los problemas del pa¨ªs s¨®lo encontrar¨¢n soluci¨®n mediante m¨¦todos radicales; en tanto que cerca de 10 millones estar¨ªan dispuestas a evitarlo a cualquier precio. Hay un alto porcentaje de mexicanos que desaf¨ªan, en uno u otro extremo, la institucionalidad prevaleciente.
Semejantes n¨²cleos duros acusan una polarizaci¨®n vecina a la de Chile en tiempos de Allende. Qu¨¦ raz¨®n ten¨ªa Vidal-Beneyto cuando afirmaba que L¨®pez Obrador funge m¨¢s como rienda que como espuela de la rebeli¨®n y que su presidencia simb¨®lica es prenda inequ¨ªvoca de pacifismo. Cabe recordar que, desde los acuerdos de apertura que el antiguo r¨¦gimen convino con la oposici¨®n, a fines de los setenta, la izquierda partidaria y social ha practicado invariablemente la no violencia, a pesar de las numerosas v¨ªctimas que ha padecido.
La Convenci¨®n Nacional Democr¨¢tica de septiembre anterior refrend¨® esa l¨ªnea de conducta, no obstante que est¨¢ en juego la posibilidad misma de acceder al poder por la v¨ªa electoral. En vez de alentar tentaciones golpistas, difiri¨® sus demandas para un plazo m¨¢s largo mediante la conformaci¨®n del Frente Amplio Progresista, al que concurren los partidos de la Coalici¨®n y organizaciones civiles y sindicales independientes. Promueve adem¨¢s un amplio movimiento popular con el objetivo expl¨ªcito de modificar el sistema constitucional; de instaurar una nueva Rep¨²blica.
Una eventual reconciliaci¨®n nacional pasa necesariamente por el reencuentro de la legitimidad extraviada. Por la decisi¨®n de retomar el hilo de la transici¨®n y restablecer las reglas del juego democr¨¢tico. Por el reconocimiento de los excesos incurridos y la derogaci¨®n de un pasado autoritario. Tambi¨¦n por la reversi¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas neoliberales que han agudizado la dependencia externa y conducido a elevaciones ins¨®litas de los precios, comenzando por la leche y la tortilla. Por la construcci¨®n de consensos b¨¢sicos en torno a la situaci¨®n del pa¨ªs y su futuro. Lo que algunos insisten en denominar "la Moncloa mexicana".
Por desgracia, Felipe Calder¨®n arrastra el fardo de sus deudas pol¨ªticas con el pasado inmediato y con los actores econ¨®micos que forzaron su llegada al poder. Lo he llamado "el cachorro enjaulado", porque asume sus ataduras como inevitables y se sostiene en ellas. En vez de ensayar un Gobierno de coalici¨®n, arm¨® uno de colusi¨®n, con los monopolios de la comunicaci¨®n, las oligarqu¨ªas gremiales y los due?os del dinero, que subraya la dram¨¢tica sumisi¨®n del Estado frente a los poderes f¨¢cticos.
La pol¨ªtica de "mano dura" no es sino una compensaci¨®n sicol¨®gica y medi¨¢tica respecto a la fragilidad cong¨¦nita del Gobierno. En Oaxaca violenta con sistem¨¢tica crueldad los derechos humanos a fin de pagar facturas de complicidad electoral a un s¨¢trapa vern¨¢culo. En Michoac¨¢n, Guerrero y Tijuana combina todas las disponibilidades armadas y polic¨ªacas del Estado para acorralar al narcotr¨¢fico. En todos los casos, el resultado es dudoso y costoso. Incurre en el a?ejo pecado latinoamericano de politizar el empleo de la fuerza p¨²blica.
Las extradiciones de conocidos narcotraficantes obsequiadas a Estados Unidos contravienen el derecho interno. No se ha aguardado la conclusi¨®n de los procesos, ni cumplido la garant¨ªa de audiencia, ni asegurado que las eventuales penas no sean superiores a las que la legislaci¨®n permite. Se les expide sin miramientos a las formas legales ni consideraci¨®n a sus derechos fundamentales. El Gobierno aporta as¨ª una cuota adicional a la migraci¨®n irregular.
La sorpresiva unanimidad alcanzada en el Congreso al aprobar las leyes fiscales y el presupuesto abre v¨ªas de entendimiento. Sobre todo si se contrasta con la ferocidad que d¨ªas antes llev¨® a los legisladores a la toma de la tribuna del Congreso. La oposici¨®n hizo gala de su fuerza negociadora y el Ejecutivo ajust¨® sus propuestas para evitar la confrontaci¨®n. A diferencia del sexenio anterior, en que los diputados fueron rehenes del presidente,ahora ¨¦ste cede de entrada espacios al legislativo. Tendencia que apunta hacia la parlamentarizaci¨®n del sistema.
Simult¨¢neamente, los senadores presentaron una iniciativa de ley para la Reforma del Estado, por la que se convocar¨ªa a todos los actores relevantes a participar en un proceso conducente a "concluir la etapa pendiente de la transici¨®n mexicana y presentar al Congreso las modificaciones necesarias a la Constituci¨®n del pa¨ªs". El proyecto tiene la virtud de admitir que la ¨²ltima elecci¨®n fue "profundamente inequitativa" y que "el dictamen del Tribunal electoral gener¨® un d¨¦ficit de legitimidad" en la investidura presidencial. Lo anima un esp¨ªritu de refundaci¨®n.
?Una suerte de convenci¨®n constitucional a la europea? Es muy pronto para decirlo, pero s¨ª sabemos que el empe?o requiere niveles m¨¢s altos de conciencia hist¨®rica y de voluntad pol¨ªtica que los exhibidos hasta ahora.
Porfirio Mu?oz Ledo es diplom¨¢tico mexicano.
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