"No hay nada m¨¢s provinciano que el presente"
El cr¨ªtico brit¨¢nico William J. R. Curtis presenta en Madrid la edici¨®n ampliada y revisada de su estudio sobre 'La arquitectura moderna desde 1900'
Pintor de figuras abstractas, fot¨®grafo de ruinas y paisajes y eminente historiador de la arquitectura, William J. R. Curtis (Birchington, Reino Unido, 1948) es el autor de un libro can¨®nico: La arquitectura moderna desde 1900. Curtis dice que detr¨¢s de las 700 p¨¢ginas de su libro, cuya tercera edici¨®n ampliada y revisada publica ahora en Espa?a Phaidon, se esconde toda una vida de estudio y contemplaci¨®n. "Horas y horas de observaci¨®n bajo una gorra amarilla", dice sonriente, para luego a?adir: "No es una broma: los edificios son mis amigos".
Curtis defiende los edificios que transforman el pasado y "transmiten" hacia el futuro, en los que se cristalizan "visiones filos¨®ficas e ideas sobre la condici¨®n humana en la relaci¨®n con la historia y la naturaleza".
"Creo que Siza, con esa tristeza y ese cigarro, es un gran seductor"
"Los proyectos monumentales s¨®lo son marcas, iconos de compa?¨ªas y nombres"
Estudi¨® en Londres y Harvard, y ahora vive en el sur de Francia. "No me gusta el juego social de los arquitectos, y eso me da mucha independencia. A algunos les gusta; a otros, no. Pero creo en la distancia para ser objetivos. He entrevistado y conversado con muchos arquitectos para mis estudios, pero nunca acepto todo lo que me cuentan. S¨ª, creo que Siza, con esa melancol¨ªa y ese cigarro, es un gran seductor; o recuerdo cuando viaj¨¦ a Jap¨®n para conocer a Tadao Ando, un hombre de una prodigiosa riqueza mental, pero creo que las personalidades siempre son algo secundario".
"Como historiador, pongo mucho ¨¦nfasis en la experiencia de los propios edificios y desconf¨ªo de los escritos que fabrican movimientos, tendencias de moda y otras ficciones ideol¨®gicas", a?adi¨® ayer durante la presentaci¨®n de su libro en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid. "Coincido con el fil¨®sofo Karl Popper en que el trabajo intelectual tiene lugar en 'un ¨¢rea estructurada de problemas'. Heredamos de nuestros antecesores, pero no aceptamos su trabajo de modo pasivo. Vivimos en tensi¨®n cr¨ªtica con lo que ha pasado antes y tratamos de mantenernos a cierta distancia de las ilusiones y las decepciones de nuestro propio tiempo. No hay nada m¨¢s restrictivo ni m¨¢s provinciano que el presente".
Curtis explica que la nueva edici¨®n del libro est¨¢ profundamente ampliada y que incluso modifica algunas de sus ideas iniciales. "Me di cuenta de que hab¨ªa simplificado en exceso la contribuci¨®n de Mies van der Rohe, de que no hab¨ªa dicho lo suficiente sobre la extraordinaria calidad de Erich Mendelsohn, y de que no hab¨ªa dicho pr¨¢cticamente nada sobre el papel de pa¨ªses como Espa?a y Portugal".
Al pedirle un canon espa?ol, es rotundo: De la Sota encabeza su lista. "?He pasado tantas horas frente al gimnasio Maravillas?". Luego cita a Coderch y a S¨¢enz de O¨ªza. "El Banco Bilbao Vizcaya. Otro de mis lugares favoritos".
Detesta la obsesi¨®n de hoy por crear nuevos iconos arquitect¨®nicos en las ciudades, el culto a la personalidad de arquitectos que desprecian el contexto en el que construyen. "Grandes mentiras, una hoguera de las vanidades que s¨®lo tienen que ver con el poder y el dinero. ?Qu¨¦ mayor icono quiere una ciudad como Madrid que el Retiro, la Gran V¨ªa o el Jard¨ªn Bot¨¢nico? Los proyectos monumentales s¨®lo son marcas, iconos de compa?¨ªas y nombres, no de ciudades".
Curtis a?ade que los prejuicios y la ignorancia han ocultado la gran arquitectura espa?ola: "La visi¨®n de Espa?a est¨¢ muy distorsionada. En los a?os sesenta, nadie conoc¨ªa a De la Sota, nadie le nombraba por cuestiones ideol¨®gicas".
La arquitectura, explica, es un extra?o fen¨®meno que funde ideas, formas, mitos y espacios po¨¦ticos. "Im¨¢genes y materiales, funci¨®n y estructura, pasado y presente". Y nada, a?ade, se compara a la experiencia de vivirla: "Al final, hay que ir m¨¢s all¨¢ del texto y de la fotograf¨ªa. La arquitectura atrae a todos los sentidos, y afecta tanto a la mente como al cuerpo; est¨¢ inmersa en la existencia cotidiana, en los recuerdos personales y colectivos. La gente deber¨ªa ir y experimentar directamente los edificios, sus emplazamientos, sus espacios, el despliegue de sus secuencias, los cambios de la luz y el ambiente. Al final, hay que permitir que la arquitectura hable por s¨ª misma".
Babelia
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