OTAN
La pr¨®xima reuni¨®n en Sevilla de los responsables de la OTAN invita a recordar las viejas discusiones que sostuvimos sobre nuestra permanencia en el bloque militar liderado por los Estados Unidos. En poco m¨¢s de 20 a?os, el mundo ha dado muchas vueltas, muchas m¨¢s de las que establecen las leyes naturales del universo. ?Merece la pena volver al debate? Creo que s¨ª, aunque s¨®lo sea para recordar la cara de tontos que se nos qued¨® a algunos cuando el gobierno de Felipe Gonz¨¢lez gan¨® el refer¨¦ndum del 12 de marzo de 1986 y consigui¨® que los ciudadanos espa?oles votaran a favor de la OTAN. La cara de tonto suele ser un padecimiento rid¨ªculo del que se entrega con sinceridad a una causa noble y resulta castigado por las circunstancias. En 1981, Felipe Gonz¨¢lez afirm¨® que era conveniente salir de la OTAN, porque el tratado militar no estaba al servicio de Occidente, sino de los Estados Unidos. Sus ideas se plasmaron en las resoluciones del XXIX Congreso del PSOE. A finales del 1985, incluso despu¨¦s del sonoro cambio de postura de la direcci¨®n socialista, las encuestas se?alaban que s¨®lo un 19 % de los espa?oles estaba a favor de la permanencia. Pero tres meses despu¨¦s se nos qued¨® cara de tontos a los que participamos en los movimientos sociales defensores del no a la OTAN. El 52% de los votantes en el refer¨¦ndum consagraron la pertenencia espa?ola a la Alianza. La campa?a medi¨¢tica gubernamental hab¨ªa sido rotunda hasta l¨ªmites insospechados para una joven conciencia democr¨¢tica. Nunca se volvieron a ver una radio y una televisi¨®n p¨²blicas tan manipuladas, hasta que el gobierno conservador de Aznar rompi¨® todos los l¨ªmites de lo imaginable. En Espa?a, por lo visto, para adquirir fama de buen Presidente de Gobierno, conviene ser valiente a la hora de girar hacia posturas conservadoras y manipular con descaro los medios de comunicaci¨®n. Si uno se muestra partidario de actitudes progresistas y de respetar las pluralidad informativa, es muy posible que los generadores de corrientes de opini¨®n te vean con cara de tonto.
Por mucho que nos acusaran de so?adores, parece que 20 a?os despu¨¦s las realidades m¨¢s contundentes nos han dado la raz¨®n. El no a la OTAN encerraba una meditaci¨®n sobre el sentido de la historia contempor¨¢nea mucho m¨¢s objetiva y sensata que las coyunturas estrat¨¦gicas del s¨ª. Los tiempos de la guerra fr¨ªa eran ya un cap¨ªtulo tenebroso del pasado. El hundimiento del socialismo real dibujaba un panorama nuevo, en el que la amenaza para la paz del mundo llegaba con la solitaria prepotencia del neoconservadurismo norteamericano, capaz de violar incluso las leyes internacionales y los acuerdos de la ONU. La globalizaci¨®n tecnol¨®gica y econ¨®mica abr¨ªa un mapa de mestizajes y tensiones culturales, en el que muy pronto iba a ser necesario apostar por un nuevo tipo de carrera armament¨ªstica o por una declarada voluntad de di¨¢logo entre civilizaciones. Resultaba necesario consolidar la independencia democr¨¢tica europea, como ¨²nica alternativa posible frente a las inercias neoliberales norteamericanas y el despertar poco tranquilizador del coloso chino, m¨¢s preocupado por el capitalismo salvaje que por la dignidad laboral de los trabajadores. ?Qu¨¦ pintaba la OTAN en esta realidad? Los acontecimientos de los ¨²ltimos a?os, con el genocidio de Irak por medio, han demostrado que una alianza militar al servicio de los intereses norteamericanos, s¨®lo serv¨ªa para debilitar las instituciones internacionales y para dificultar las pol¨ªticas democr¨¢ticas de entendimiento entre el Norte y el Sur. Nadie va a pedir perd¨®n en este caso, porque a nadie le gusta quedarse con cara de tonto, aunque a veces sea lo m¨¢s digno. Pero puede considerarse un consuelo que el art¨ªculo 10 del nuevo Estatuto de Andaluc¨ªa legitime "el fomento de la cultura de la paz y el di¨¢logo entre los pueblos". Tampoco carece de importancia que uno de los principios rectores que asume el art¨ªculo 37 declare "la lucha contra el sexismo, la xenofobia, la homofobia y el belicismo". A los so?adores nos gusta que las cosas se pongan en su sitio.
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