?Es Ir¨¢n el pr¨®ximo?
?Puede la pol¨ªtica aprender de la historia? ?O est¨¢ sometida a la compulsi¨®n fatal de repetir los errores, a pesar de las desastrosas lecciones del pasado?
La nueva estrategia del presidente Bush para Irak vuelve a plantear este antiguo interrogante filos¨®fico e hist¨®rico. Aparentemente, Bush se ha embarcado en una nueva estrategia pol¨ªtica y militar para el Irak desgarrado por la guerra. Su nuevo derrotero puede resumirse en tres titulares: m¨¢s tropas estadounidenses, m¨¢s responsabilidad iraqu¨ª y m¨¢s instrucci¨®n estadounidense para las tropas iraqu¨ªes.
Si se aplica este nuevo plan s¨®lo a Irak, dos cosas llaman inmediatamente la atenci¨®n: se han pasado por alto casi todas las propuestas del informe Baker-Hamilton, y el plan en s¨ª -dado el caos en Irak- es bastante simplista. En vista del fracaso de todas las "nuevas estrategias" anteriores para estabilizar el pa¨ªs, no hay mucho que nos lleve a pensar que la "nueva estrategia" m¨¢s reciente obtendr¨¢ mejores resultados, a pesar del env¨ªo de 21.000 soldados estadounidenses adicionales.
Lo interesante y realmente nuevo de la pol¨ªtica anunciada recientemente por la Administraci¨®n estadounidense es que va m¨¢s all¨¢ de Irak, y aborda tambi¨¦n Ir¨¢n, Siria y los Estados del Golfo. A este respecto, se han anunciado decisiones inesperadas y realmente nuevas: se va a trasladar al golfo P¨¦rsico otro grupo de portaaviones estadounidenses; se estacionar¨¢n misiles Patriot antia¨¦reos en los pa¨ªses del Golfo y los 21.000 soldados adicionales superan con creces lo que los generales estadounidenses hab¨ªan solicitado para intentar solucionar el problema iraqu¨ª. Por tanto, uno se pregunta qu¨¦ prop¨®sito tiene esta escalada militar. Casi se podr¨ªa pensar que Sadam siguiera vivo y en el poder, y que hubiera que preparar una vez m¨¢s su derrocamiento.
La sorpresa de la nueva estrategia de Bush es que cambia el foco de atenci¨®n de la pol¨ªtica, que ya no se sit¨²a en Irak sino en sus dos vecinos m¨¢s cercanos. Bush acusa a Siria y a Ir¨¢n de interferir en Irak, con lo que amenazan su integridad territorial y ponen en peligro a las tropas estadounidenses. Y de un modo m¨¢s amplio. Bush acusa a esos dos pa¨ªses de pretender debilitar a los aliados de Estados Unidos en la regi¨®n. Si a esto le sumamos la captura, por orden del presidente Bush, de "diplom¨¢ticos" iran¨ªes por parte de las fuerzas estadounidenses en Erbil, una ciudad del norte de Irak, se perfila una imagen completamente distinta del plan presidencial: la "nueva estrategia" no sigue el consejo del informe Baker-Hamilton, sino que retoma la desastrosa estrategia de los neoconservadores.
Ir¨¢n est¨¢ ahora en la mira de la superpotencia, y el planteamiento estadounidense nos recuerda a la fase preparatoria de la guerra de Irak, hasta el ¨²ltimo detalle.
?Ad¨®nde nos lleva esto? B¨¢sicamente hay dos posibilidades, una positiva y una negativa. Por desgracia, el resultado positivo parece el menos probable. Si la amenaza del uso de la fuerza -una fuerza que Estados Unidos est¨¢ acumulando a ojos vistas- tiene como objetivo preparar el terreno para entablar negociaciones serias con Ir¨¢n, no deber¨ªa haber objeciones. Si, por el contrario, representa un intento de preparar a la opini¨®n p¨²blica estadounidense para una guerra contra Ir¨¢n, y si existe una verdadera intenci¨®n de lanzar dicha guerra en cuanto se presente la oportunidad, el resultado ser¨ªa un desastre sin paliativos.
Por desgracia, este peligro es demasiado real. Dado que la Administraci¨®n de Bush considera que el programa nuclear y las aspiraciones hegem¨®nicas de Ir¨¢n constituyen la principal amenaza para la regi¨®n, su nueva estrategia se basa en una alianza antiiran¨ª no declarada y de reciente creaci¨®n con los pa¨ªses sun¨ªes moderados e Israel. El programa nuclear es en este caso el factor din¨¢mico, porque establecer¨¢ un marco temporal para la acci¨®n.
Pero los bombardeos a¨¦reos contra Ir¨¢n, que a Estados Unidos le pueden parecer la soluci¨®n militar, no aumentar¨ªan la seguridad en Irak, sino que conseguir¨ªan exactamente lo contrario. Tampoco se estabilizar¨ªa la regi¨®n en su conjunto; por el contrario, se hundir¨ªa en el abismo. Y el sue?o de "cambio de r¨¦gimen" en Teher¨¢n no se har¨ªa realidad; en cambio, la oposici¨®n democr¨¢tica iran¨ª pagar¨ªa un alto precio y el r¨¦gimen teocr¨¢tico no har¨ªa m¨¢s que fortalecerse.
Las opciones pol¨ªticas para estabilizar Irak y toda la regi¨®n, as¨ª como para garantizar una congelaci¨®n a largo plazo del programa nuclear iran¨ª, no se han agotado a¨²n. El actual estado del programa nuclear iran¨ª no exige una acci¨®n militar inmediata. Por el contrario, el esfuerzo deber¨ªa centrarse en la actividad diplom¨¢tica para desvincular a Siria de Ir¨¢n y aislar al r¨¦gimen de Teher¨¢n. Pero esto da por sentada la voluntad estadounidense de volver a la diplomacia y de hablar con todas las partes implicadas. Teher¨¢n teme el aislamiento regional e internacional. Es m¨¢s, las recientes elecciones municipales en Ir¨¢n han demostrado que la apuesta por la diplomacia y por la transformaci¨®n de Ir¨¢n desde dentro es una opci¨®n realista. ?Por qu¨¦ entonces las actuales amenazas contra ese pa¨ªs?
El desastre de Irak era previsible desde el principio, y los numerosos aliados y amigos de Estados Unidos lo predijeron con bastante claridad en sus advertencias a la Administraci¨®n de Bush. El error que Estados Unidos podr¨ªa estar a punto de cometer es igualmente predecible: una guerra que es un error no va a arreglarse por mucho que se ampl¨ªe; ¨¦sa es la lecci¨®n de Vietnam, Laos y Camboya.
La estrategia del cambio de r¨¦gimen por medio de la fuerza militar, una estrategia impulsada por la ideolog¨ªa, condujo a Estados Unidos al desastre de la guerra en Irak. Entrar en Irak y derrotar a Sadam fue f¨¢cil. Pero actualmente Estados Unidos est¨¢ atascado all¨ª y no sabe ni c¨®mo ganar ni c¨®mo salir. Un error no se corrige a base de repetirlo una y otra vez. La perseverancia en este caso s¨®lo sirve para agravarlo, no para enmendarlo. Tras el lanzamiento de la nueva pol¨ªtica estadounidense, la antigua pregunta de si la pol¨ªtica puede aprender de la historia volver¨¢ a responderse en Oriente Pr¨®ximo. Con independencia de la respuesta, las consecuencias -buenas o malas- ser¨¢n de gran alcance.
Joschka Fischer, ex ministro de Asuntos Exteriores y ex vicecanciller de Alemania, es profesor invitado en la Woodrow Wilson School de Princeton University. Traducci¨®n de News Clips. (c) Project Syndicate / Institute for Human Sciences, 2007.
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