Una ruta de recuerdos, emociones y sorpresas
Un itinerario sobre los enclaves de la batalla del Jarama, hoy visitables s¨®lo en parte por la existencia de algunos de sus parajes en fincas particulares, habr¨¢ de incluir necesariamente una cita junto al monumento a los brigadistas internacionales, obra del escultor Mart¨ªn Chirino, inaugurado el pasado oto?o en el Cerro de Casas Altas, de la localidad de Morata de Taju?a, a unos 35 kil¨®metros al sureste de Madrid. Desde all¨ª, por carretera, el visitante puede descender hasta al Museo de la Batalla del Jarama, el ¨²nico de cariz privado de la Comunidad, en un mes¨®n de la calle de Mac Crohon.
Lo regenta Pilar Atance, viuda de Juli¨¢n Gonz¨¢lez S¨¢nchez-Bravo y mostraba miles de objetos acopiados por ella y sus familiares en las zonas de frente b¨¦licas; se trata de linternas, bengalas, correajes, pertrechos, cascos, carcasas de bombas, adem¨¢s de atuendos, dibujos, plumas, tinteros, hebillas y alpargatas, as¨ª como correspondencia amorosa llena de emotividad e, incluso, cartas de madrinas de guerra de combatientes. En la Colina del suicidio, uno de los parajes donde m¨¢s mortandad se cobraron los combates, situado a la izquierda de la ruta de Morata hacia San Mart¨ªn de la Vega, el viajero podr¨¢ hacerse una idea de las dificultades de su defensa.
Un bell¨ªsimo puente
Ya en el llano, el bell¨ªsimo puente de Arganda, emblema de aspecto eiffeliano de un progreso por el que tan tesoneramente se peleaba entonces, alza sus arcos y dovelas met¨¢licas sobre el mismo r¨ªo Jarama, poco antes de encaminarse hacia su confluencia con el Manzanares, frente a la zona sur de Rivas-Vaciamadrid. El r¨ªo forma un llamado Espol¨®n, un pronunciado saliente monta?oso y arenado, poblado de ¨¢rboles y arbustos, cuyo contorno superior, se encuentra excavado en numerosos tramos por trincheras de varios kil¨®metros.
En muchas de estas galer¨ªas hubo combatientes que se mantuvieron en sus posiciones fortificadas durante m¨¢s de dos a?os con la espalda pr¨¢cticamente sobre el vac¨ªo, por la escarpadura del terreno, y apenas a unas decenas de metros de las trincheras enemigas. As¨ª lo explican Juli¨¢n Gonz¨¢lez Fraile y Jacinto Ar¨¦valo Molina, dos de los mejores gu¨ªas posibles de los circuitos b¨¦licos del Jarama, que conocen al dedillo. "Los vig¨ªas eran aprovisionados desde telef¨¦ricos rudimentarios y escaleras de nudos", subrayan. Pese a su desenvoltura, hasta hace bien poco, ambos expertos desconoc¨ªan la existencia de un fort¨ªn singular¨ªsimo: lo llamaban Ca?¨®n en caverna, y consist¨ªa en una pieza de artiller¨ªa que ocupaba una estancia de unos 80 metros -"como la galer¨ªa del metro", detalla Jacinto- excavada en la roca, desde la cual se bat¨ªa la Presa del Rey, casi en el l¨ªmite de Rivas y San Mart¨ªn, antes del puente de Pindoque, y tras los disparos, se camuflaba. Unos a?os despu¨¦s del fin de la Guerra Civil, aquella pieza artillera fue descubierta por los franquistas. La historia se ha conocido gracias a un pastor, Tito, que recibi¨® el relato de sus mayores.
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