Azucarados moh¨ªnes

La escritora e ilustradora infantil Beatrix Potter vivi¨® una dif¨ªcil existencia en la que tuvo que enfrentarse con asiduidad a poderes que la ninguneaban tanto en el terreno social como en el profesional, especialmente el de sus padres, que ni cre¨ªan en su arte ni le permit¨ªan casarse con pretendientes que tuvieran la necesidad de trabajar para vivir.

Ante semejantes dislates, Potter acentu¨® su capacidad de lucha y termin¨® su vida como triunfadora literaria y como rica hacendada. Una vida de pel¨ªcula que, por desgracia, Chris Noonan ha filmado de la peor forma posible: acentuando las dosis de alm¨ªbar, pasando por encima de la trascendencia feminista del personaje y relegando al drama a una ¨²nica secuencia sin el menor atisbo de reflexi¨®n. Del resto se encarga la cada vez m¨¢s insoportable Ren¨¦e Zellweger, convertida poco a poco en una int¨¦rprete con dos ¨²nicos registros: el moh¨ªn de alegr¨ªa y el moh¨ªn de tristeza.

Noonan, autor de la sobrevalorada Babe, el cerdito valiente (1995), aceptable cinta infantil, prefiere seguir en esta onda m¨¢gica y otorga vida a los personajes literarios de Potter, principalmente conejos. Una decisi¨®n que podr¨ªa haber redundado en beneficio de la pel¨ªcula si la creatividad se hubiese impuesto al tono excesivamente banal que sobrevuela a cada paso. El realizador australiano ha construido una historia unidireccional encaminada hacia el ¨¦xtasis en la que apenas hay picados narrativos. Filmar una vida de cuento de un autor para ni?os no tiene por qu¨¦ estar enfrentado con la ternura verdadera, con la tragedia aut¨¦ntica y con la alegr¨ªa desbordante.