Fractura generacional
"Pensar al sol, navegar y generar hijos y servirlos son las actividades que mejor me sientan: conf¨ªo en seguir repiti¨¦ndolas", escrib¨ªa el argentino Rodolfo Enrique Fogwill en el pr¨®logo del libro Cantos de marineros en La Pampa (Mondadori, 1998) que le sirvi¨® de carta de presentaci¨®n en nuestro pa¨ªs. Ese mismo a?o, El viento se llev¨® lo qu¨¦ (1998) de Alejandro Agresti, pel¨ªcula protagonizada por la hija del escritor, ganaba la Concha de Oro en el Festival de San Sebasti¨¢n. Las mantenidas sin sue?os, debut en la direcci¨®n de Vera Fogwill, junto al tambi¨¦n debutante y coguionista Mart¨ªn de Salvo, tiene detr¨¢s tanta historia como el celuloide que llegaba al remoto pueblo imaginado por Agresti -el negativo estuvo retenido dos a?os en Par¨ªs por culpa de un coproductor moroso- y puede provocar un efecto de extra?amiento parejo al que experimentaban esos lugare?os condenados a descifrar una mitolog¨ªa cinematogr¨¢fica con los rollos cambiados.
LAS MANTENIDAS SIN SUE?OS
Direcci¨®n: Vera Fogwill y Mart¨ªn De Salvo. Int¨¦rpretes: Vera Fogwill, Luc¨ªa Snieg, M¨ªa Maestro, Gast¨®n Pauls. G¨¦nero: Comedia dram¨¢tica. Argentina, 2005. Duraci¨®n: 97 minutos.
Valiente e imp¨²dica mirada a las relaciones materno-filiales y al desencuentro generacional, Las mantenidas sin sue?os rompe, de manera muy saludable, con las expectativas de quien haya acabado asociando el cine argentino con un imprudente uso del sentimentalismo y con una progresiva aproximaci¨®n al esperanto del gusto globalizado. Es la propia Vera Fogwill quien se reserva el papel m¨¢s severo de la funci¨®n: una madre drogodependiente arrastrada a la vigilia cotidiana por el imperativo vital de su hija (estupenda Luc¨ªa Snieg) y cuya radical opci¨®n de vida contrasta con un peque?o repertorio de arquetipos femeninos (de la madre asfixiante a la amiga pija).
Con una gram¨¢tica ¨¢spera y fracturada, el filme elude con inteligencia moralinas y tremendismos. Act¨²an, no obstante, como contrapeso el trazo caricaturesco de ciertos personajes y alg¨²n exceso discursivo. Tiene lo que cabr¨ªa esperar de toda ¨®pera prima: verdad, frescura, cargas de profundidad y un punto de tonificante fiereza.
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