Boicot
Boicot, tanto si es iniciativa individual como acci¨®n colectiva, equivale a resistencia: una t¨¢ctica de consumo ¨¦tico emparentada con la no violencia, con la desobediencia civil.
Ocurre, sin embargo, que es muy f¨¢cil que fracase, como ha ocurrido en el pretendido d¨ªa sin m¨®viles; o simplemente, que quede reducido a un gesto simb¨®lico al que la mayor parte de la poblaci¨®n no se siente convocada. Ha sido el caso del apag¨®n, brindis al sol (a la luna) del que tanta gente ni siquiera se hab¨ªa enterado (porque aunque parezca mentira hay quienes son capaces de vivir d¨ªas, semanas y a?os sin escuchar las noticias de la radio o la televisi¨®n, sin ojear un peri¨®dico). Por no decir de las candorosas jornadas sin tele o sin coche, ¨¦sta ¨²ltima a veces saboteada por la propia autoridad municipal.
No ser¨¦ yo, sin embargo, quien se encarnice contra unas propuestas que otros califican de in¨²tiles e ingenuas, con estas campa?as minimalistas que al menos contribuyen a crear estados de opini¨®n, a su vez fermento de pol¨ªticas m¨¢s eficaces desde los parlamentos y gobiernos.
Si la huelga es la principal arma de la clase trabajadora, el boicot podr¨ªa llegar a convertirse en un potente instrumento de influencia para la clase consumidora. Soy testigo de lo provechoso de aquella contundente campa?a desarrollada por unos grupos feministas a la puerta de grandes almacenes, pidiendo que no se comprara determinada marca de juguetes publicitada con anuncios especialmente sexistas. Y no fue la falta de ventas, sino el temor al desgaste de imagen el que decidi¨® al fabricante a retirar los reclamos. M¨¢s recientemente tambi¨¦n se han hecho llamamientos contra la cultura macho en los juegos de ordenador.
La Historia est¨¢ llena de ejemplos, y no hace falta remitirse a Lis¨ªstrata y su huelga de piernas cruzadas. Gandhi fue un maestro. Y Norteam¨¦rica ha vivido numerosas movilizaciones: los negros ya boicotearon en 1830 los productos fabricados por esclavos, y Rosa Parks y Luther King lograron que sus hermanos pudieran usar los autobuses de Alabama. As¨ª se ha combatido tambi¨¦n contra el apartheid en Sud¨¢frica, y las pruebas nucleares que mermaron las ventas de vino franc¨¦s; contra la Ford en Irlanda, y otras marcas del mal como fabricantes de ropa y calzado con obreros ni?os y sin derechos, firmas de ron que financian a golpistas, distribuidoras de cosm¨¦ticos especialmente explotadoras, peleteras, farmac¨¦uticas codiciosas, refrescos mentirosos, leches manipuladoras...
Y c¨®mo reconocer d¨®nde est¨¢ la maldad que no merece nuestros euros. Claro, esto tambi¨¦n depende del punto de vista, y por eso hay quien se interesa por pel¨ªculas o versos sat¨¢nicos de los que otros abominan. Por Internet circulan toda clase de listas con productos que no hay que adquirir, incluyendo los catalanes. El sistema tambi¨¦n tiene su cruz, pues a su vez provoca que los otros consumidores vuelen a llenar el carro de la compra con ciertos cavas, o a domiciliar la n¨®mina en los bancos o cajas demonizados por el adversario ideol¨®gico (he llegado a encontrar en la Red incluso una gu¨ªa del buen boicotista).
En cualquier caso, creo que tampoco es malo improvisar, dejarse llevar por el primer impulso. Perm¨ªtanme una diminuta an¨¦cdota de hace mucho, de cuando una de las primeras manifestaciones obreras recorr¨ªa el centro de la ciudad jug¨¢ndose el tipo y el sueldo. Entonces, la estanquera que con indolencia me despachaba se permiti¨® escupir con mueca de asco: "Esos rojos lo que no quieren es dar ni golpe". Segu¨ª trabajando junto a aquel local mucho tiempo, pero nunca jam¨¢s volv¨ª a comprar en ¨¦l. Ni un sello. Con el beneficio que le dejaran mis cigarrillos ella no volver¨ªa a pagar El Alc¨¢zar ni las cuotas de Fuerza Nueva. Y treinta a?os despu¨¦s paso de largo con una pizca de orgullo: yo entonces era una gran clienta y aquella bruja indiscreta me perdi¨® para siempre. No es que crea que con esta t¨¢ctica vayan a temblar los bancos usureros, las constructoras corruptoras y las el¨¦ctricas abusonas, en cuyas manos seguimos los no eremitas. Pero como le vayamos cogiendo el tranquillo a esto de la guerrilla de la cartera ca¨ªda...
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