Cuatro minutos de San Vicente a la A-5
Las m¨¢quinas y los operarios a¨²n ocupan parte de la amplia y relucientenueva infraestructura
Alberto Ruiz-Gallard¨®n comienza a descontar t¨²neles. El alcalde abri¨® el paso ayer por la ma?ana a la nueva infraestructura que discurre entre la cuesta de San Vicente y la avenida de Portugal. En total, 2.300 metros de longitud que se espera que compensen los nervios consumidos de los vecinos. El objetivo es claro: llegar en un abrir y cerrar de ojos -unos cuatro minutos- a la carretera de Extremadura desde el mismo coraz¨®n de Madrid.
El ruido de los extractores de aire es tal que parecen las turbinas de un avi¨®n
De momento, por lo visto ayer, muchos de los conductores optaron por lo malo conocido, es decir, por el embotellamiento. Y es que, la experiencia del ¨²ltimo a?o y medio de obras dice que, si te equivocas, nadie te quita media hora de vuelta.
A las 14.30 los turismos luchaban con los autobuses en el carril derecho de la cuesta de San Vicente tratando de tomar la salida hacia la M-30. Curiosamente, el camino por el nuevo t¨²nel aparec¨ªa expedito. Una fila de conos y balizas de separaci¨®n advert¨ªan al conductor de que los dos carriles que discurr¨ªan en sentido contrario al suyo estaban cerrados. No hubo que recorrer una gran distancia de los 2.300 metros del tramo enterrado para toparse con las luces rojas de freno de los coches. ?Atasco en una infraestructura nueva? S¨ª. Apenas dos horas despu¨¦s de que el alcalde abriera el paso, hab¨ªa que volver a tirar de paciencia.
Como un gran decorado
Obreros y m¨¢quinas trabajando, cables corriendo de un lado a otro, lonas prendidas en las paredes para tapar aperturas... Parece un gran decorado. La sensaci¨®n es muy similar a la que puede tener un enfermo al que est¨¢n operando y de repente se despierta y descubre al cirujano, con la mascarilla y los guantes, blandiendo un bistur¨ª. De todas formas, la parte menos sofisticada es la primera, la que llega hasta la bifurcaci¨®n del t¨²nel, la que est¨¢ por rematar.
La excelente impresi¨®n que se tiene de la infraestructura, se debilita cuando se descubre una piscina en la v¨ªa. Un operario, ataviado con un chaleco verde fluorescente y un casco, sujeta una se?al de sentido obligatorio. "Ven aqu¨ª...", grita desde lejos el capataz, visiblemente nervioso con la cara desencajada para que el trabajador no retarde la lenta marcha de la circulaci¨®n.
Son las cuatro de la tarde y los operarios de la M-30 se afanan con sus propios medios, cami¨®n de alcantarillado incluido, en achicar el agua que ya ha cortado uno de los dos carriles del t¨²nel. Las balizas de delimitaci¨®n flotan de un lado a otro en el inmenso charco de m¨¢s de 20 metros. Toca ponerse en fila de a uno. Los turismos circulan a paso de tortuga para pasar por el ¨²nico carril que no ha cubierto totalmente el agua. Algunos trabajadores sonr¨ªen mal¨¦volamente mientras hay quien al volante mueve la cabeza de un lado a otro en se?al de reprobaci¨®n.
Una vez pasado el tramo cr¨ªtico, el t¨²nel tiene mucho m¨¢s de lo que hab¨ªa anunciado el Ayuntamiento. Se trata de una oquedad inmensa por la que en un momento dado llegan a discurrir cuatro carriles. Luminoso, amplio y se?alizado como un restaurante de comida r¨¢pida.
Los carteles indicativos, muy modernos y brillantes, cuelgan del techo y una ristra de fluorescentes recorren la galer¨ªa a un lado y a otro. No hay problema de tr¨¢fico. Sorprende agradablemente la fluidez. Las paredes est¨¢n cubiertas con chapas de color claro y, de vez en cuando, un inmenso escudo de Madrid aparece impreso en negativo sobre un fondo gris.
M¨¢s que un t¨²nel parece una verbena por su luminosidad. Por lo que respecta a las salidas de emergencia, aparecen iluminadas en verde como si fuesen las entradas de una discoteca. Una tras otra se disponen a una distancia correcta para poder llegar r¨¢pidamente de una a otra a pie. De repente, una de ellas se abre y aparece el medio torso de un operario que arroja un cubo de agua sucia a la v¨ªa, como si tras el muro hubiese una legi¨®n de compa?eros achicando el agua de lluvia.
De vez en cuando, se puede atisbar el ajetreo de los operarios que trabajan en el t¨²nel gemelo. Junto a las puertas de emergencia, las se?ales indican la presencia de mangueras, extintores y se?ales de SOS. Parece claro que, al menos, en se?ales para indicar medidas de prevenci¨®n no han escatimado esfuerzos
El humo de los coches provoca una neblina oscura que se atisba en la lontananza. Los extractores se disponen en el techo a lo largo de la carretera. En ocasiones, su ruido es tal, que parecen los motores de un avi¨®n. Una tras otra, las c¨¦lulas fotoel¨¦ctricas se disponen en la pared de forma ordenada, como las luces situadas en una pista de aterrizaje. Por un momento, y si se anda un poco despistado, m¨¢s de uno puede creer que ha cambiado de pa¨ªs. La infraestructura no tiene mucho que envidiar a las que existen en otras grandes capitales europeas.
En un abrir y cerrar de ojos, llegan las se?ales de salida: recto hacia la carretera de Extremadura, y a la derecha, Casa de Campo. El recorrido es r¨¢pido y en un instante el coche sale del interior de las entra?as de la tierra. La realidad de los atascos de los ¨²ltimos meses de la avenida de Portugal queda atr¨¢s, aunque en el sentido entrada a¨²n se padecen. Nota: todos aquellos que se hayan equivocado, el cambio de sentido que no se apuren, ya que se mantiene en Bat¨¢n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.