Al borde del camino
Siegfried Kracauer (1889-1966) fue un intelectual alem¨¢n heterodoxo que influy¨® con sus an¨¢lisis de la cultura moderna en pensadores de la Escuela de Francfort como Adorno. Se ha editado ahora un compendio de sus textos sobre arte y est¨¦tica.
EST?TICA SIN TERRITORIO
Siegfried Kracauer
Traducci¨®n de Vicente Jarque Colegio de Aparejadores Murcia, 2007
377 p¨¢ginas. 17,30 euros
Siegfried Kracauer era un tipo raro que se defin¨ªa a s¨ª mismo como una "retama" o "ginesta", ese arbusto amargo de alegres flores amarillas que crece en los m¨¢rgenes de las v¨ªas de tren o carreteras. Este pensador alem¨¢n comparti¨® inquietudes intelectuales con Walter Benjamin y Adorno, y, como ellos, se interes¨® por el cine, la fotograf¨ªa y la sociolog¨ªa. Kracauer se doctor¨® en arquitectura en 1914, con un estudio sobre El desarrollo del arte de la forja en Berl¨ªn, Postdam y algunas ciudades de la Marca del siglo XVII al XIX, que ser¨ªa publicada un a?o despu¨¦s. El mero sesgo de la tesis ya le significaba como autor "extraterritorial", aislado, que flota en un mundo desencantado y racionalizado en donde "queda cerrado el acceso a toda plenitud de sentido, a toda forma de trascendencia". Su teor¨ªa del "desamparo existencial" planea sobre este conjunto de ensayos y art¨ªculos extra¨ªdos de sus colaboraciones en el Frankfurter Zeitung, donde trabaj¨® desde 1921, primero como colaborador cultural del feuilleton, m¨¢s tarde como jefe del suplemento cultural berlin¨¦s. Sus apelaciones al compromiso nacional con la libertad democr¨¢tica, en el marco de un nazismo cuyo auge se consideraba ya imparable, fueron apareciendo como cada vez m¨¢s inc¨®modamente izquierdistas. Al poco de llegar a la capital alemana, se le redujo el sueldo, se le desaloj¨® del despacho y sus textos fueron rechazados o censurados. Con Hitler en el poder, Kracauer se exili¨® a Par¨ªs.
Colecci¨®n de Arquilectura re¨²ne los m¨¢s "descolocados", por inclasificables. En El artista de nuestro tiempo, Kracauer argumenta la necesidad de un enraizamiento aut¨¦ntico del arte en la sociedad de la que nace y a la que se debe, anticipando motivos a los que siempre se mantendr¨ªa fiel. En Nietzsche y Dostoievski coteja el alma alemana y la rusa, y solapadamente muestra sus vacilaciones sobre el individualismo y el colectivismo. Se han incluido tambi¨¦n algunos de sus textos seminales sobre el cine (Las peque?as dependientas van al cine y El Acorazado Potemkin. Las l¨¢mparas J¨²piter siguen encendidas), otros no menos interesantes sobre el universo urbano (Publicidad luminosa) y La fotograf¨ªa. Las opiniones de Kracauer sobre la escritura de Walter Benjamin, Kafka y Brecht (?Un experimento sociol¨®gico?), J¨¹nger, C¨¦line y Malraux les sit¨²a fuera de territorios conocidos, subterr¨¢neos, donde la est¨¦tica, ilimitada, s¨®lo puede vivir bajo la influencia de la imaginaci¨®n.
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