Un poeta

ALGUNAS VECES la condici¨®n "ejemplar" de un autor se impone sobre su personalidad art¨ªstica. As¨ª sucede con Felipe Ben¨ªtez Reyes, en quien muchos valoran m¨¢s lo que representa -arquetipo de la poes¨ªa de la experiencia- que lo que es. Pero ya en Trama de niebla (Tusquets, 2003), reuni¨®n de su obra anterior, desbordaba la caracterizaci¨®n de manual que reduce esa tendencia a an¨¦cdota autobiogr¨¢fica, lenguaje normalizado y antivanguardismo. La publicaci¨®n de La misma luna es propicia para deponer los prejuicios y leer sus poemas, casi siempre en la media distancia emocional, para lo que se sirve de resortes que alivian la congesti¨®n pat¨¦tica y la musicalidad demasiado expl¨ªcita; as¨ª en Avisos, un soneto concienzudamente deconstruido. No obstante, en ocasiones ceden sus reservas ante la emoci¨®n, como en Alg¨²n amanecer, donde "esculpe la niebla" seg¨²n aconsejaba Unamuno: "Qu¨¦ limpia exactitud la de esta niebla, / el carruaje et¨¦reo que en la aurora recorre / estos campos de luz reci¨¦n llegada, / nacida del cad¨¢ver de la luna...". Meditaci¨®n sobre el tiempo y ejercicio contemplativo, La misma luna es un libro de rara variedad. En ¨¦l conviven series de vocativos y de exclamaciones con poemas discursivos, m¨¢s sinuosos y menos intensos (Un gesto de gratitud); complejas alegor¨ªas con puras cancioncillas ingr¨¢vidas; y composiciones estrictamente l¨®gicas con otras sacudidas por calambres visionarios o por esguinces ps¨ªquicos como el de El momento final de la noche festiva (muy distinto al leopardiano La sera del d¨¬ di festa). Al cabo, el escritor sobrado de recursos, se muestra aqu¨ª a la intemperie, como un poeta hondo que, antes que asombrarnos con su maestr¨ªa, nos conmueve con su estupor ante el misterio fascinante del mundo.

La misma luna. Felipe Ben¨ªtez Reyes. Visor. Madrid, 2006. 80 p¨¢ginas. 8 euros.