La esquizofrenia
Siempre se ha dicho que los toreros buenos rara vez consiguen volverse buenos ganaderos de bravo porque intentan criar el toro que a ellos les gustar¨ªa torear. Y cuando han ganado lo bastante como para empezar a criar ganado, el toro que quieren torear los toreros nuevos es ya otro toro. Con lo cual los viejos, en su frustraci¨®n, llegan a los extremos de pesimismo de Domingo Ortega, que fue el m¨¢s grande torero de los a?os treinta del otro siglo pero que, convertido en ganadero, asegur¨® que los toros bravos ni son bravos ni se pueden torear: ¨¦l, que los hab¨ªa toreado todos.
Hay excepciones. Una de ellas es C¨¦sar Rinc¨®n, que no s¨®lo sigue toreando espl¨¦ndidamente, sino que lleva adelante dos exitosas vacadas bravas: una en Espa?a (El Torre¨®n) y otra en Colombia (Las Ventas del Esp¨ªritu Santo). Y sin embargo, tambi¨¦n a ¨¦l le cuesta acoplar armoniosamente los dos oficios, complementarios pero en general contradictorios, de torero y ganadero. La otra tarde, en la Santamar¨ªa de Bogot¨¢, lo vimos de manera clamorosa.
Se lidiaba una corrida del ganadero C¨¦sar Rinc¨®n. La toreaban los matadores C¨¦sar Rinc¨®n, El Fandi y Alejandro Talavante. A Talavante, que abr¨ªa plaza porque confirmaba alternativa, no le fue bien con su primer toro, el cual, cuando estaba siendo llevado por naturales de imperioso temple, se parti¨® una mano. Con el sexto, un toro incierto, no se supo entender. Por su parte, El Fandi, que es un banderillero acrob¨¢tico, jug¨® espectacularmente con sus dos toros, como juega un gato con un rat¨®n. Pero no los tore¨®. Lo importante de la tarde estuvo a cargo de Rinc¨®n, torero o ganadero, o las dos cosas a la vez. O m¨¢s bien al contrario.
Porque los toros enviados por Rinc¨®n (el ganadero) fueron buenos en general: bien presentados, serios y cuajados por lo menos tres, y todos con movilidad. Alguno se raj¨®, y el cuarto sali¨® manso y con peligro. Pero Rinc¨®n (el torero) le hizo una magistral faena, sacando de la nada un toro inexistente: lo hizo embestir, lo oblig¨® a repetir, etc¨¦tera. Obra de mago de sal¨®n. El problema hab¨ªa sido con el segundo: un bello y largo toro negro, abanto, suelto en el caballo, distra¨ªdo en banderillas. El ganadero Rinc¨®n no deb¨ªa tenerle mucha fe, porque el torero Rinc¨®n no lo brind¨®. Pero sali¨® a torearlo. Y lo fij¨® con cuatro poderosos muletazos por bajo que lo transfiguraron: el toro, que era noble, entendi¨® entonces en qu¨¦ consiste eso de ser bravo. Y la faena empez¨® entonces a crecer, templada, pausada, sin prisas, haciendo crecer en ella al toro recrecido. El torero Rinc¨®n toreaba como un maestro. Pero entonces una parte del p¨²blico se puso a reclamar el indulto. El presidente no quiso. El ganadero Rinc¨®n se retir¨® furioso a las tablas, neg¨¢ndose a matar al toro. El torero Rinc¨®n le hizo ver, sin embargo, que ¨¦sa no era una postura digna para un ganadero serio en una plaza de primera categor¨ªa. Y regresaron los dos al centro de la plaza, reconciliados torero y ganadero, para matar al buen toro de una estocada a recibir.
Dos orejas cort¨® el torero. Y al toro del ganadero le dieron la vuelta al ruedo. Pero la reconciliaci¨®n entre los dos no fue f¨¢cil.C¨¦sar Rinc¨®n no s¨®lo sigue toreando espl¨¦ndidamente sino que lleva adelante dos exitosas vacadas bravas
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