Cuatro historias de amor y una de desamor
Las marcas calientan motores. Se acerca el 14 de febrero: San Valent¨ªn. Los publicistas se frotan las manos, arranca la ¨¦poca de la compra emocional por naturaleza.
Fiesta y tambi¨¦n oportunidad comercial. El amor es as¨ª, llega, explota, se apacigua, perdura y, a veces, se diluye. En ese camino, la industria aprovecha y encuentra negocio, pero ¨¦stas son cinco historias, contadas por sus protagonistas, que viven distintas fases de ese sentimiento que dicen que mueve el mundo.
Desde la aprobaci¨®n de la Ley del Divorcio en 1981 hasta la reciente Ley 15/2005, del 8 de julio, por la que se modifican el C¨®digo Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de separaci¨®n y divorcio, han transcurrido 25 a?os en los que nos vemos m¨¢s libres de dibujar nuestro mapa sentimental. Y aunque se da por supuesto que un contrato no garantiza el amor, en este cuarto de siglo, casi dos millones de personas finalizaron oficialmente con sus relaciones y m¨¢s de 200.000 parejas se apuntaron al carro del matrimonio en 2006.
Seg¨²n los datos del Instituto de Pol¨ªtica Familiar, los matrimonios est¨¢n decreciendo en t¨¦rminos relativos. A pesar de que la poblaci¨®n espa?ola ha crecido en m¨¢s de siete millones en los ¨²ltimos 25 a?os, el n¨²mero de matrimonios ha permanecido estancado en unas 208.000 parejas al a?o. En nuestro pa¨ªs se han dado el “s¨ª quiero” un total de 2.550 parejas homosexuales durante el a?o y medio que lleva en vigor la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, y, seg¨²n este organismo, ostentamos la medalla de bronce en desamor a nivel europeo.
Fuera de estad¨ªsticas e intereses comerciales, hay historias de amor que fluyen en comidas, viajes, paseos o junto a la almohada este 14 de febrero. Antonio Galindo, director de la Asociaci¨®n de Asesores de Inteligencia Emocional, cuenta que el amor tiene dos estadios. El de la media naranja, en el que uno asume que est¨¢ incompleto, pero pretende completarse con lo que le d¨¦ el otro, y “es entonces cuando llegan las insatisfacciones porque uno no recibe lo que esperaba; y el de la naranja completa, que es cuando uno est¨¢ en una relaci¨®n no por lo que le proporciona el otro, sino que caminan juntos. Como dec¨ªa Antoine de Saint-Exup¨¦ry, amarse no es mirarse el uno al otro, sino mirar juntos en la misma direcci¨®n”, completa Galindo. ?ste ha sido el rumbo de las cinco historias de este reportaje, que nace con el primer amor de Mar¨ªa y Daniel, se zambulle en la pasi¨®n de Patricia y Guillermo, se declara con el romance maduro de V¨ªctor y Mar¨ªa, se transforma en cari?o entre Rosario y Emilio y se diluye, sin disiparse, para convertirse en amistad en Raquel y Andr¨¦s.
Reci¨¦n casados: “Nos casamos porque nos queremos mucho y nos gusta comprometernos”
Mar¨ªa V¨¢zquez, de 28 a?os, y V¨ªctor Dupl¨¢, de 30. Actores. Ella es gallega, y ¨¦l, de Santander. Se conocieron en una escuela de interpretaci¨®n en Madrid y despu¨¦s de tres a?os de relaci¨®n se casaron el pasado julio.
“Mucha gente nos pregunta por qu¨¦ nos casamos. Parece que se considera caduco formalizar una uni¨®n. Nosotros nos queremos y quer¨ªamos hacer una fiesta con nuestros mejores amigos para compartirlo. No hubo ni un compromiso”, resuelve Mar¨ªa, mientras barrunta que jam¨¢s celebran San Valent¨ªn. “Si est¨¢s feliz con tu pareja, los d¨ªas especiales ya te los fijas t¨²”, precisa V¨ªctor. Que se casaran en un teatro en Santander y que los invitados les regalasen sus interpretaciones tiene toda la l¨®gica si se bucea en su historia. “Coincidimos en la escuela de arte dram¨¢tico Juan Carlos Corazza. Fui a felicitarle tras una actuaci¨®n sin mucho ¨¦xito. Luego me enter¨¦ de que el chulo era un gran t¨ªmido. Volvimos a coincidir y esta vez ¨¦l vino a mi camerino. Lo siguiente fue un caf¨¦”, se sonr¨ªe. Un armario lleno de atrezo delata que su casa hace las veces de un estudio. Aqu¨ª Mar¨ªa ha ensayado su papel de Clara en La dama boba y ha sido In¨¦s, la detective de la pr¨®xima pel¨ªcula de Ic¨ªar Bolla¨ªn: Mataharis. “Ser del gremio ayuda a desdramatizar, y los amigos ajenos al mundillo nos ayudan a desconectar”, coinciden. Mar¨ªa saca unas alitas de algod¨®n que arrancan una broma de V¨ªctor. “Siempre desmonta mis broncas con su humor”. ?l lo detalla: “Es una buena contrincante, yo tengo m¨¢s nubarrones y no peleo si no es estrictamente necesario”. Su relaci¨®n tiene pocos secretos y muchas intenciones. “Las de quererse mucho, no tirar la toalla, respetar espacios y ali?arlo con comprensi¨®n y amor”, sonr¨ªen. La vida de Mar¨ªa y V¨ªctor est¨¢ todav¨ªa en la furgoneta en la que decidieron recorrer la costa lisboeta en su luna de miel. Y de momento no piensan bajarse.
Amor maduro: “Nos apetece seguir cumpliendo a?os juntos”
Emilio Iglesias y Encarna Olmos. Tienen 56 a?os y son profesores. Se conocieron a los 17 a?os. Llevan 30 casados y tienen dos hijos, de 28 y 24 a?os.
Pensi¨®n Ocheda. S¨®lo el nombre les hace esbozar una sonrisa, caer en nostalgias y empezar a charlar. Encarna era la hija del due?o de este establecimiento valenciano, el primero que visit¨® la familia de Emilio, que reci¨¦n llegados de Ourense buscaban un buen sitio para que su hijo se alojase durante sus estudios de Arquitectura. “A mi padre le conquist¨® con su puntualidad y sus buenos modos. Para ¨¦l es su hijo y no es casualidad que sea mi marido quien le lleve al m¨¦dico”. Encarna cuenta c¨®mo al principio “le cost¨® pedirme salir, porque era muy reservado. Yo estudiaba Empresariales y ¨¦l me daba clase de matem¨¢ticas. Crec¨ªa el amor y no se decid¨ªa. Por suerte, lo hizo”.
Emilio recuerda con cari?o su boda, c¨®mo fueron la primera pareja de Guadassuar que se cas¨® por la noche y no comi¨® paella. Aunque reservado, tambi¨¦n tiene piropos para su mujer. “Desde entonces hay cosas que no cambian, como es su jovialidad, su alegr¨ªa, vitalidad y su gran esp¨ªritu emprendedor. Hemos evolucionado hacia otra forma de amor, m¨¢s serena pero c¨®mplice, y sobre todo muy gratificante. Tuvimos una gran crisis, porque me destinaron de profesor a Altea (Alicante) y coincidi¨® con que nos hicimos cargo de la pensi¨®n que remodelamos y convertimos en un moderno hotel para extranjeros. Les ofrec¨ªamos alojamiento, comida y les llev¨¢bamos por ah¨ª, porque tambi¨¦n ¨¦ramos socios de una discoteca. Dejamos de tener tiempo para nosotros y nos olvidamos de la pareja. Entramos en una rutina en la que nos ve¨ªamos poco y nos llev¨¢bamos todos los problemas a la cama”, incide.
“Es cierto”, dice Encarna. “Un buen d¨ªa decidimos parar, dejar de complicarnos la vida y volver a mirarnos a los ojos. Perdimos mucho dinero, cerramos el negocio familiar, estuvimos a punto de perderlo todo, pero invertimos toda nuestra energ¨ªa en nuestro matrimonio y en nuestros hijos. Ahora da gusto o¨ªrle, con lo callado que era? Emilio ha ido evolucionando como el buen vino. Yo tambi¨¦n he dado un giro. Soy menos exigente, chillo menos, soy m¨¢s vieja y consentida, pero perdono antes. Lo m¨¢s importante es que nos apetece seguir cumpliendo a?os juntos”.
Amor apasionado: “Ahora llega la hora de consolidarlo. Sin paciencia y comprensi¨®n no se llega a ning¨²n sitio”
Patricia Gordon, de 34 a?os, y Guillermo Gilabert, de 27. Llevan siete meses de relaci¨®n. ?l dej¨® su familia y su trabajo en El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz) para trasladarse con ella a Madrid a las cuatro semanas de conocerse. Ella es modelo, est¨¢ separada y tiene una ni?a de nueve a?os. ?l trabaja como comercial.
“Modelo, separada, con una ni?a y de Madrid. Supongo que si se piensa fr¨ªamente no son muy buenas credenciales para empezar una relaci¨®n conmigo. Entiendo la desaz¨®n que en un principio pudiera tener su familia. Ni yo misma me lo creo. A¨²n sigo abrumada por la generosidad excepcional de Guillermo. Nos conocimos en El Puerto de Santa Mar¨ªa, donde ¨¦l era patr¨®n de barco. Organizamos una excursi¨®n marinera y fue un flechazo en toda regla, una atracci¨®n brutal que nos hac¨ªa estar como enfermos cuando nos separamos. Volv¨ª a Madrid con su m¨®vil y le llam¨¦ para decirle que no quer¨ªa complicarle la vida. Mi rutina no era sencilla: el colegio, la ni?a, el supermercado, un trabajo inestable? Sin embargo, ¨¦l lo ve¨ªa todo positivo, con un humor y una bondad que me hac¨ªan pasar por encima de todos los consejos de mi c¨ªrculo, que me advert¨ªan sobre su juventud, me ped¨ªan m¨¢s tiempo para conocerle mejor, me recordaban que ten¨ªa una ni?a?”.
“Despu¨¦s de cuatro fines de semana de intercambiar viajes, abr¨ª la puerta y ?se present¨® con sus maletas! Era real y me estaba pasando a m¨ª”, sonr¨ªe Patricia. “Ahora viene la parte m¨¢s dura para consolidar este amor. Y yo he aprendido que sin paciencia ni comprensi¨®n no se va a ning¨²n sitio”, espeta con la experiencia de llevar separada ocho a?os.
Guillermo llega cansado de su jornada laboral. “En Madrid no se vive, se sobrevive”, se mofa haciendo alusi¨®n al estilo de vida de C¨¢diz. “He perdido el mar, el ritmo sereno de vida con el barquito, estoy lejos de la familia, de mi sobrino Jaime? pero me compensa estar con ella, y cuando la ni?a vaya a la universidad, me gustar¨ªa montar algo con Patricia en C¨¢diz para que sepa lo que es calidad de vida y disfrutarla juntos. Con ella, todo fluye; es tan guapa, tan humilde, que no veo los inconvenientes de Madrid. Convivo con su hija, tambi¨¦n conozco al padre porque ella mantiene una excelente relaci¨®n con su ex pareja, y lo que parec¨ªa la gran barrera se afronta con naturalidad. Mi vida al encontrarnos dio un vuelco radical. Me gusta escribirle, de hecho nunca hab¨ªa escrito tanto, le dejo poemas? porque el amor tambi¨¦n hay que contarlo. Ella me pone notitas en los tupper de la comida. Todo sabe m¨¢s rico cuando uno come frente a un post it que dice: ‘Te quiero”.
El primer amor: “Su compresi¨®n me recuerda que, ante todo, es una buena amiga”
Mar¨ªa Garc¨ªa y Daniel D¨ªaz. Tienen 24 a?os. Se conocieron a los 16. Viven juntos desde el segundo mes de empezar a salir. Llevan seis a?os y han vivido en seis ciudades. Actualmente residen en Valencia. Ella es ayudante de sumiller en La Sucursal y ¨¦l es cocinero en Ca’Sento. En un futuro quieren irse a Jap¨®n.
Mar¨ªa y Daniel se conocieron en su barrio, en Toledo, y lo que parec¨ªa una aventura de pandilla se solidific¨® mucho m¨¢s deprisa que las historias de sus amigos. “Nos conocimos a los 16, a los 18 est¨¢bamos saliendo y dos meses despu¨¦s nos fuimos a un pisito de los padres de Mar¨ªa. Fue un arrebato de pasi¨®n y desde hace seis a?os estamos juntos. Al principio son¨® un poco raro para nuestras familias, pero enseguida nos apoyaron porque comprendieron que ten¨ªamos una imperiosa necesidad de convivir, para querernos, para aburrirnos, para todo”, explica elocuente Daniel.
Mar¨ªa interrumpe serena. “Desde que le conoc¨ª me sent¨ª muy atra¨ªda por ¨¦l, por su inteligencia, siempre tan brillante, tan aventurero? Por eso no me lo pens¨¦ cuando me propuso ir a trabajar a Girona, en un restaurante en Roses. ?l estaba terminando la escuela de hosteler¨ªa y quer¨ªa formarse viajando por otras cocinas. Yo no me lo pens¨¦ dos veces y me puse a trabajar de camarera. Me encant¨® vivir con ¨¦l desde el primer momento, y estar fuera de nuestra ciudad nos uni¨® mucho, a la vez que aprend¨ªamos a valorar nuestra independencia y a respetar nuestras parcelas. En la convivencia no tenemos problemas, encajamos y yo aprendo mucho de ¨¦l”.
Daniel no deja de repetir que le conquist¨® la belleza de Mar¨ªa. “Su carita, su dulzura; me gusta hasta su timidez, su serenidad ante los cambios, ante mis arrebatos, su responsabilidad y, sobre todo, su comprensi¨®n, que me recuerda que ella es ante todo una buena amiga”.
Despu¨¦s de Girona volvieron a Toledo; luego vino Ciudad Real, Barcelona, Elda (Alicante), con Paco Torreblanca, y ahora en Valencia en dos grandes restaurantes: La Sucursal y Ca’Sento. “Nos encanta el mar y nos encanta aprender. Estamos en el sitio perfecto”, dice Mar¨ªa. Ella cuenta que cuando entra un poco m¨¢s tarde, a veces relee las cartas que se escriben. “Siempre me sorprende y le pregunto si no se cansa de m¨ª despu¨¦s de seis a?os; le digo que estar conmigo es como comer lentejas todos d¨ªas. Dani me dice que ¨¦l es cocinero y que las lentejas se pueden hacer de mil maneras y siempre est¨¢n buen¨ªsimas. Aqu¨ª en Valencia, en Toledo o en Jap¨®n, donde ahora tiene puestas sus futuras miras, nunca encontrar¨ªa una persona mejor para ser el padre de mis hijos”.
Desamor inteligente: “Optamos por ser honestos. Est¨¢bamos evolucionando distinto y no compart¨ªamos el camino”
Andr¨¦s Aguado, de 50 a?os, y Raquel Cort¨¦s, de 40. Viven en Pinto y Getafe, respectivamente. Estuvieron unidos 14 a?os, llevan 10 separados y mantienen amistad, amor y respeto. En las casas de Andr¨¦s y Raquel hay dos ejemplares subrayados del libro de Rojas Marcos La pareja rota. “Este libro nos ayud¨® a afrontar la separaci¨®n, a encararla con optimismo y emprender una nueva relaci¨®n que supera a una amistad. Nos valoramos y queremos mucho, pero en otro plano”. Raquel sabe que siempre podr¨¢ contar con Andr¨¦s, y ¨¦l sabe que tiene el apoyo incondicional de su ex pareja. Diez a?os de separaci¨®n cordial lo avalan.
“Lloramos mucho al despedirnos como pareja. Preparamos nuestra separaci¨®n durante un a?o. Ahorramos bastante para poder afrontar la vida en solitario. Separamos las cosas diplom¨¢ticamente y las comunes las valoramos para poder repartirlo todo con equidad, mucho amor y evitando situaciones dolorosas”.
Para Raquel, la clave ha sido transigir con l¨ªmites, la generosidad, la empat¨ªa y saber negociar la ruptura. “La base fundamental es el respeto; si algo no funciona, ?por qu¨¦ atar a alguien? Es muy duro, pero merece la pena el paso. No s¨¦, en este desamor tan civilizado contribuy¨® no tener hijos, pero lo cierto es que hemos sabido encarar la separaci¨®n. Los dos ansiamos rehacer nuestras vidas, hemos tenido relaciones en estos a?os y nunca jam¨¢s nos hemos planteado volver. Hemos dejado de compartir ciertos objetivos que son vitales para una pareja, pero que no eximen una amistad”. “Ahora”, explica Andr¨¦s, “nos unen otras situaciones muy gratificantes, como la confianza y el respeto.
Ella retoma la palabra con la mirada c¨®mplice. “Yo le deseo lo mejor tambi¨¦n y no me arrepiento nada de la ruptura. Perd¨ª estatus econ¨®mico y avanc¨¦ como persona. En las crisis hay gente que se embaraza; nosotros optamos por ser honestos. La ruptura no nos vacun¨® contra la pareja. Y yo s¨¦ que si ma?ana entra una persona en mi vida y le pido tanto distancia como socorro emocional, me apoyar¨ªa en todo. Cuando has vivido una buena historia con alguien, alguien que lleva lo mejor de tu vida, perder el contacto es como perder un poco de ti”. Andr¨¦s est¨¢ seguro. “Nuestra amistad es un tesoro. No necesitamos vernos a menudo, sabemos que siempre estaremos ah¨ª”.
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