Cuatro confidentes tras una pista verdadera
Polic¨ªa, Guardia Civil y CNI investigaron antes del 11-M a 20 implicados tras varios chivatazos
Al menos una veintena de los procesados por el 11-M hab¨ªan sido investigados con anterioridad y dos de ellos eran confidentes policiales. Adem¨¢s, otros dos confidentes avisaron de lo que se estaba preparando. Pero la falta de coordinaci¨®n y algunos fallos garrafales impidieron desvelar la trama.
Astarloa reconoci¨® que los fallos previos al atentado fueron "un desastre, un disparate"
Autores materiales e intelectuales fueron investigados por drogas y terrorismo
La investigaci¨®n de los atentados del 11-M revel¨®, a toro pasado, c¨®mo polic¨ªa, Guardia Civil y el CNI tuvieron al alcance de la mano el desbaratar el compl¨® de terroristas islamistas que acab¨® perpetrando el mayor atentado de la historia de Espa?a. Las pistas estaban dispersas sobre la mesa, pero falt¨® una visi¨®n de conjunto, un an¨¢lisis global que permitiera ver que todas las piezas pertenec¨ªan al mismo puzle criminal. Lo que se llama coordinaci¨®n policial. Unos agentes buscaban a narcotraficantes, otros a terroristas, unos terceros a ladrones de joyer¨ªas y algunos m¨¢s a traficantes de armas.
Ni los chivatazos de dos confidentes ni las investigaciones sobre 20 de los hoy imputados (10 de ellos claves para la matanza), ni otros avisos similares condujeron a nada. "El c¨²mulo de fallos policiales previos fue un desastre, un disparate", resumi¨® en la comisi¨®n de investigaci¨®n del Congreso el ex secretario de Estado de Seguridad Ignacio Astarloa (PP), quien ten¨ªa precisamente bajo su responsabilidad dicha coordinaci¨®n entre cuerpos.
El 11-M tuvo en su seno a cuatro confidentes: dos testigos protegidos (uno de ellos el llamado Cartagena), el ex atracador Raf¨¢ Zouhier y el ex minero Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras. Curiosamente, el ¨²nico que no dijo ni palabra con anterioridad al atentado fue el ¨²ltimo, el ¨²nico espa?ol, ya que los otros tres son de nacionalidad marroqu¨ª. Adem¨¢s, entre los hoy d¨ªa imputados, los suicidas de Legan¨¦s y los huidos, al menos una veintena hab¨ªan sido investigados con anterioridad, unos por drogas y otros por terrorismo.
Los avisos comenzaron a llegar de Cartagena a partir de finales de 2002. Desde entonces, este hombre, cuyas iniciales son A. E. F., empez¨® a contar c¨®mo unos radicales -que llam¨® Mohamed El Egipcio, Serhane el Tunecino, Mustaf¨¢ el Maymouni, Abu Dahdah, Mohamed Larbi Ben Sellam o Jamal Zougam- estaban celebrando reuniones de proselitismo en Madrid, donde se planteaba la posibilidad de llevar la yihad [guerra santa] a Espa?a.
"No entiendo por qu¨¦ la mayor¨ªa tiene la obsesi¨®n de irse a Afganist¨¢n para hacer la yihad, porque estas operaciones son posibles en pa¨ªses como Marruecos o Espa?a", le coment¨® Ben Sellam a Cartagena. Muy poco despu¨¦s de este comentario, el 16 de mayo de 2003, era perpetrado el atentado de Casablanca (Marruecos) contra intereses espa?oles y jud¨ªos. El supuesto eje del compl¨® fue Mustaf¨¢ el Maymouni.
La Unidad Central de Informaci¨®n Exterior (UCIE), la unidad de ¨¦lite de la polic¨ªa contra el terrorismo islamista y otras amenazas exteriores, dirigida entonces por el comisario Mariano Ray¨®n, puso a todo el grupo bajo vigilancia, porque los nombres que facilit¨® Cartagena ya hab¨ªan sido investigados con anterioridad por su supuesta implicaci¨®n en la c¨¦lula de apoyo a los atentados del 11-S contra EE UU. Pero los medios para combatir el terrorismo islamista eran limitados, dado que la prioridad, tanto pol¨ªtica como policial, era ETA. Por ello, las escuchas y seguimientos eran "intermitentes" y, adem¨¢s, las cintas grabadas apenas pod¨ªan ser escuchadas por falta de agentes y traductores de ¨¢rabe.
Uno de los investigados fue Jamal Zougam, quien, adem¨¢s de ser indagado por el 11-S, fue objeto de una comisi¨®n rogatoria francesa en 2001 por su vinculaci¨®n con una c¨¦lula islamista que pretendi¨® atacar la Embajada de EE UU en Par¨ªs. Tambi¨¦n el juez Baltasar Garz¨®n lo investig¨® por su supuesta vinculaci¨®n con los atentados de Casablanca. Por este motivo tambi¨¦n hab¨ªan sido investigados Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, el Tunecino (suicida de Legan¨¦s); Said Berraj, el mensajero, o Rabei Osman el Sayed, el Egipcio. Los dos primeros son considerados autores materiales del 11-M y el tercero, autor intelectual.
Mientras, sin conexi¨®n alguna con la anterior pesquisa, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, una unidad dedicada a la delincuencia organizada y desvinculada del terrorismo, investigaba los chivatazos que su confidente Raf¨¢ Zouhier hab¨ªa hecho al agente llamado V¨ªctor. Zouhier advirti¨® en 2003 a la UCO, dirigida por el coronel F¨¦lix Hernando, de que un tal Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras pretend¨ªa vender explosivos y que buscaba comprar dos ametralladoras en Madrid para acabar supuestamente con Francisco Javier Lavandero, a quien el ex minero y su cu?ado, Antonio Toro, acusaban de haberse chivado a la polic¨ªa de sus negocios.
Por entonces, Zouhier estaba siendo investigado tambi¨¦n por la Unidad de Drogas y Delincuencia Organizada (Udyco) de Madrid por un asunto de narcotr¨¢fico. Esta unidad tuvo pinchado el tel¨¦fono de Jamal Ahmidan, El Chino, desde el 17 de diciembre de 2003 hasta, como m¨ªnimo, el 29 de febrero de 2004 por orden de un juzgado de Alcal¨¢ de Henares. Los agentes incluso grabaron a El Chino y a varios de sus c¨®mplices cuando regresaban de Asturias con un coche cargado de Goma 2 ECO, el 29 de febrero de 2004, aunque nunca hablaron ni de explosivos ni de metralla. El supuesto suministrador del explosivo, Su¨¢rez Trashorras, era confidente del responsable de la lucha antidroga de Avil¨¦s, el polic¨ªa Manuel Rodr¨ªguez, Manol¨®n.
El cuarto confidente, testigo protegido, inform¨® tres meses antes de los atentados al agente Evaristo Tobares, de la Secci¨®n Tercera de la Brigada Central de Estupefacientes, de que los hermanos Rachid y Mohamed Oulad, y Jamal Zougam, a los que defini¨® como "unos marroqu¨ªes que trafican con drogas", ten¨ªan previsto "realizar un atentado en alg¨²n transporte p¨²blico de Espa?a".
La cadena de confidencias, de pistas despistadas, de fallos de coordinaci¨®n, de falta de medios, las suspicacias entre cuerpos policiales y los recelos entre unidades del mismo cuerpo revelaron los fallos en la seguridad antiterrorista islamista en Espa?a, cuyos servicios de inteligencia estaban casi totalmente volcados en ETA. De hecho, el 11-M estaba en marcha una operaci¨®n para prevenir un atentado de ETA, pero no hab¨ªa medidas contra el terrorismo islamista, a pesar de que la presencia de tropas espa?olas en la guerra de Irak hab¨ªa supuesto para Espa?a, seg¨²n todos los servicios de informaci¨®n y el CNI, un aumento de la amenaza de atentado en este pa¨ªs, como dej¨® bien claro el propio Osama Bin Laden el 18 de octubre de 2003.
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