Decenas de miles de libaneses marchan contra Siria en el aniversario de Hariri
Masiva manifestaci¨®n en Beirut en la conmemoraci¨®n del asesinato del ex primer ministro
Parec¨ªa un festejo m¨¢s que un acto de duelo. El segundo aniversario del magnicidio del ex primer ministro Rafik Hariri, que reuni¨® a 200.000 personas en la plaza de los M¨¢rtires, se convirti¨® en un feroz alegato contra el presidente sirio, Bachar el Asad, y contra Hezbol¨¢, que pide la renuncia del Gobierno prooccidental. Los oradores, aliados del primer ministro, Fuad Siniora, exigieron la formaci¨®n inmediata del tribunal internacional para juzgar los cr¨ªmenes pol¨ªticos perpetrados desde febrero de 2005, aunque ya han dictado veredicto: Siria y sus aliados son culpables.
Desde la noche del martes circulaban veh¨ªculos repletos de simpatizantes del Movimiento por el Futuro, el partido dirigido por Saad Hariri, hijo del ex primer ministro asesinado, llamando a bocinazos a la conmemoraci¨®n. Pero el atentado del martes, que cost¨® la vida a tres personas en Ain Alaq, al norte de Beirut, en el basti¨®n cristiano de Bikfaya, retrajo a muchos. Se trataba del primer ataque contra civiles tras el asesinato de cinco pol¨ªticos y periodistas destacados por su oposici¨®n al r¨¦gimen sirio, y de los disturbios entre civiles de ambos bandos que concluyeron con la muerte de siete personas en enero.
Miles de polic¨ªas y soldados, temerosos de que cualquier provocaci¨®n pudiera degenerar en disturbios incontrolables, tomaron la capital. A pocos metros de la plaza de los M¨¢rtires acampan un millar de leales a Hezbol¨¢ y al Movimiento Patri¨®tico Libre, el partido del general maronita Michel Aoun, que han jurado permanecer en el lugar hasta que el Ejecutivo de Siniora dimita o se alcance un acuerdo con la oposici¨®n para el reparto del poder. A pesar de que cientos de agentes, alambres de espino y bloques de cemento imped¨ªan el contacto entre ambos grupos, alg¨²n conato de altercado hubo.
Bucheos a Hezbol¨¢
Los tres principales dirigentes que respaldan al Gobierno no se anduvieron con chiquitas desde el estrado. Samir Geagea, jefe de las muy derechistas Fuerzas Libanesas, y Walid Yumblat, l¨ªder carism¨¢tico de los drusos, arremetieron contra sus enemigos jurados. "Es una serpiente, un mono, una bestia, un producto israel¨ª, un criminal". As¨ª describi¨® Yumblat al presidente sirio, Bachar el Asad, al que atribuye los asesinatos y atentados terroristas que afligen a este pa¨ªs de cuatro millones de habitantes. La simple menci¨®n de Asad, Hezbol¨¢ o Emile Lahoud, el presidente prosirio liban¨¦s, provocaban abucheos.
Sobre Lahoud, se pronunci¨® Geagea: "La historia ajusta las cuentas con los tiranos. Al final de su mandato, ser¨¢ arrojado al basurero de la historia". Hariri, mucho m¨¢s comedido -a diferencia de Yumblat y Geagea, se?ores de la guerra implicados en atrocidades en el pasado-, coincidi¨® con sus aliados en la necesidad de establecer sin demora el tribunal internacional que juzgar¨¢ el asesinato de su padre. Es el principal caballo de batalla. El Gobierno dio el visto bueno a su constituci¨®n, pero el presidente del Parlamento, el chi¨ª Nabih Berri, l¨ªder del partido opositor Amal, se ha negado a convocar la C¨¢mara para que ratifique la decisi¨®n.
La brecha pol¨ªtica es abismal. Desde septiembre de 2004, L¨ªbano es un pa¨ªs a la deriva. Fue aprobada entonces la resoluci¨®n 1.559 del Consejo de Seguridad -patrocinada por EE UU y Francia, antigua potencia colonial-, que ordenaba la retirada de las tropas sirias y el desmantelamiento de todas las milicias, en clara alusi¨®n a Hezbol¨¢. Los soldados regresaron a Siria, pero el partido-guerrilla chi¨ª se carcajea de quienes reclaman que entregue sus arsenales. "No habr¨¢ m¨¢s armas que las controladas por el Ej¨¦rcito regular", clam¨® Yumblat. No ser¨¢ sencillo sin un acuerdo de largo alcance. Sobre todo, porque crecen los rumores de que las cristianas Fuerzas Libanesas tambi¨¦n se rearman.
El panorama es alarmante: un Estado ausente; unos dirigentes incapaces de acordar nada; 18 confesiones religiosas enfrentadas y azuzadas por potentes amigos extranjeros (Washington y Par¨ªs al lado de Siniora, y Teher¨¢n y Damasco, junto a la oposici¨®n); un pa¨ªs devastado econ¨®micamente tras la guerra del verano entre Hezbol¨¢ e Israel, y carcomido por los asesinatos pol¨ªticos, una macabra tradici¨®n desde la independencia en 1943. Los j¨®venes bien formados acad¨¦micamente huyen. El atentado del martes en Ain Alaq despierta los recuerdos m¨¢s horrendos, los de una guerra civil (1975-1990) que muchos vuelven a ver cercana.
El odio se masca entre las facciones
Se masca el odio entre las facciones libanesas, separadas ayer por pocos metros en el centro de Beirut. "La manifestaci¨®n es otro circo. No deber¨ªan enfadarse con Siria. Ellos fueron sus caballos de Troya cuando Damasco mandaba aqu¨ª y nosotros luch¨¢bamos contra los militares sirios", afirmaba ayer un dirigente del partido de Michel Aoun en su tienda de campa?a, donde promete pernoctar hasta que el Ejecutivo dimita.
Ahora, los seguidores del general maronita, que se apoya en Hezbol¨¢ para alcanzar la presidencia del pa¨ªs, se escandalizan cuando Walid Yumblat, Samir Geagea o Saad Hariri, s¨®lo minutos despu¨¦s de un atentado, responsabilizan al r¨¦gimen de Damasco. "Tienen el poder. ?Que investiguen la polic¨ªa y los jueces y detengan a los criminales! Durante 30 a?os culpaban de todo a Israel, y desde febrero de 2005, todo es responsabilidad de Siria. Lo que no desean es compartir el poder, que es precisamente lo que preconizaba [el asesinado] Rafik Hariri y lo ¨²nico que puede salvar este pa¨ªs", a?ade el leal a Aoun.
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