Dos formas de pensar con la c¨¢mara
La modernidad de Rivette asombra al adaptar a Balzac, y Arthur Penn presenta su retrospectiva en medio de las apuestas
El Festival de Berl¨ªn entra en su recta final y las c¨¢balas sobre los posibles premios empiezan a ser un entretenido juego de pasillo. De momento no hay apuestas serias, pero un peri¨®dico alem¨¢n asegura que un lector de labios infiltrado en la Berlinale tiene datos fiables sobre la pel¨ªcula favorita del jurado. Ajena a esta bizarra red de espionaje contin¨²a el concurso. Y ayer, la nueva pel¨ªcula de uno de los padres de la nouvelle vague, Jacques Rivette, llen¨® de sentido su programaci¨®n. Tenga premio o no, Ne touchez pas la hache, adaptaci¨®n de la novela de Honor¨¦ de Balzac La duquesa de Langeais, es una de las mejores -o quiz¨¢ la mejor- pel¨ªcula hasta el momento
"Ne touchez pas la hache', de Rivette, es quiz¨¢ la mejor pel¨ªcula hasta el momento"
Rivette nos arrastra con su exquisita inteligencia y casi nos hace bailar con su c¨¢mara para contarnos una historia que, como dice uno de los personajes, habla de "amor, religi¨®n y m¨²sica". La historia de Antoinette de Navarreins, la duquesa que con su coqueter¨ªa pone del rev¨¦s al general Armand de Montriveau, est¨¢ narrada con un romanticismo despegado e ir¨®nico, pero a la vez terriblemente pasional. Una pel¨ªcula fascinante, llena de gui?os al espectador del siglo XXI, pero sin traicionar a los personajes que retrata.
El general Montriveau, harto de la cobard¨ªa de su amada, que le marea con su caprichosa ca¨ªda de pesta?as, decide vengarse. Y no hay mejor venganza que el silencio y la indiferencia. Lo que sigue son cartas sin respuesta, amor loco y desesperaci¨®n por el abandono. La mimada duquesa huye de un mundo de flores y salones al suicidio de un convento. Guillaume Depardieu, atormentado, cojo y febril, busca a la mujer que ¨¦l tortur¨® hasta la locura. La actriz Jeanne Balibar borda ese personaje -espejo de una ¨¦poca- que paga el precio de su hipocres¨ªa. Y Rivette, con 78 a?os, hace un cine de una modernidad que enmudece.
Arthur Penn, del que la Berlinale ofrece una completa retrospectiva, es seis a?os mayor que Rivette. Mientras el franc¨¦s capitaneaba en los sesenta al airado grupo de Cahiers du Cin¨¦ma, el estadounidense aprend¨ªa su oficio en la televisi¨®n, algo que supuso un cambio sustancial en el nuevo cine americano. Penn lleva mucho tiempo alejado de un plat¨®, pero bajo su nombre figura una parte esencial de la historia del cine americano. Bonnie y Clyde, La jaur¨ªa humana, El zurdo, The Missouri breaks, Georgia... ?l explica que pertenece a una ¨¦poca en la que se sent¨ªan obligados a pensar con la c¨¢mara, una ¨¦poca que llenaron de nuevas "actitudes". Aunque siempre vivi¨® en Nueva York, habla con nostalgia del viejo Hollywood y sus pioneros magnates. Hoy los estudios s¨®lo son brazos de enormes multinacionales donde ejecutivos de carreras mete¨®ricas buscan hacer la mejor caja. El cine que hacen es lamentable, pero cree que llegar¨¢n tiempos mejores. Todav¨ªa hay historias para contar y gente para contarlas. Penn habla con gratitud de la mayor¨ªa de los actores con los que colabor¨® (Paul Newman, Warren Beatty), aunque sus mejores palabras son para Marlon Brando, el portentoso sheriff de La jaur¨ªa humana: "Era un actor maravilloso y un buen amigo. Tuvo mala suerte en Hollywood. Lo convirtieron en un genio, un gigante, pero nunca le dejaron hacer lo que ¨¦l quer¨ªa".
Dos pel¨ªculas m¨¢s completaron la jornada. La china Desert dream, de Zhang Lu, narra la obsesi¨®n de un hombre por plantar ¨¢rboles en un desierto. Desierto al que llega una mujer de Corea del Norte acompa?ada de su hijo. Su proyecci¨®n fue a primera hora de la ma?ana y al final, entre frases cr¨ªpticas, im¨¢genes simb¨®licas y canciones que invitaban a relajarse, flotaba cierto aire de duermevela y aturdimiento que se corresponde bien con ese sue?o del desierto al que alude su t¨ªtulo. La pel¨ªcula es de las favoritas del director del festival, Dieter Kosslick, as¨ª que puede estar en el palmar¨¦s final. Le sigui¨® Bordertown, dirigida por Gregory Nava y con Jennifer L¨®pez como actriz principal y productora y Antonio Banderas en el reparto. La pel¨ªcula denuncia la muerte y desaparici¨®n en Ciudad Ju¨¢rez de miles de mujeres, un agujero negro de nuestra ¨¦poca que lleva a?os trag¨¢ndose vidas sin que ni la polic¨ªa ni el Gobierno mexicano den una seria respuesta. Pero las buenas intenciones no bastan y aunque el asunto es de extrema gravedad, la pel¨ªcula se gan¨® a pulso una buena pitada. Bordertown enuncia sin tapujos que detr¨¢s de las muertes de Ciudad Ju¨¢rez hay un complejo tejido de corrupci¨®n policial, pol¨ªtica y econ¨®mica, una verdadera mafia, que encubre a los asesinos, violadores y torturadores de mujeres. Pero el problema de la pel¨ªcula es ¨¦se, que se queda en el simple enunciado de una tragedia arropado por una trama inveros¨ªmil y unos personajes caricaturescos: mujer periodista que ha pagado su ambici¨®n profesional con una vida solitaria y sin familia, hombre periodista honrado que trabaja en un cuchitril pero que en cambio s¨ª tiene mujer adorable y ni?os de foto. Dicho esto, la madre de una de las j¨®venes muertas explicaba ayer que cualquier esfuerzo por dar a conocer el problema es suficiente. Dando un tranquilo paseo por la calle, Norma Andrade agradec¨ªa a Jennifer L¨®pez su ayuda. "Ella no quiere decirlo, pero ha dado dinero de su bolsillo para que cuatro mujeres vengamos a Europa a explicar nuestro caso, ella y Amnist¨ªa Internacional nos est¨¢n apoyando mucho. En Espa?a conocen bien la historia, pero en el resto del mundo no, y necesitamos a todos para que se acabe por siempre con esta pesadilla".
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