Abu Omar: "Estoy muerto de miedo"
El im¨¢n secuestrado en Mil¨¢n por la CIA en 2003 sigue aterrorizado en Egipto tras su excarcelaci¨®n
"Me encantar¨ªa cont¨¢rtelo todo, pero no puedo. Corro un riesgo alt¨ªsimo de que me vuelvan a encarcelar y estoy muerto de miedo", afirma Osama Mustaf¨¢ Naser, conocido como Abu Omar, el im¨¢n secuestrado por la CIA en las calles de Mil¨¢n el 17 de febrero de 2003 y trasladado a Egipto para que le interrogaran. Torturado, violado y aislado durante casi cuatro a?os, Abu Omar fue liberado sin cargos el domingo pasado, pero sobre el cl¨¦rigo pesa el compromiso firmado al abandonar la c¨¢rcel de no hacer declaraciones sobre lo que sucedi¨® detr¨¢s de los barrotes de Al Tora, la prisi¨®n situada al sur de El Cairo donde han sido confinados miles de integristas isl¨¢micos desde los tiempos del presidente Nasser.
Unas veces le colgaban boca abajo; otras le aplicaban electrodos, incluso en los genitales
Los torturadores le han dejado ir con la amenaza de que volver¨¢ a la c¨¢rcel si habla
El d¨ªa que le liberaron, Abu Omar, de 43 a?os, lleg¨® a la hora de la cena al piso alquilado por su mujer, Nabila, cuando ¨¦sta regres¨® de Mil¨¢n hace un par de a?os con su hijo Mohamed, de 14 a?os, fruto de un matrimonio anterior. "He llorado tanto, todo este tiempo que ahora no puedo contener la alegr¨ªa", dice con una especie de risa nerviosa por el temor que le infunde la presencia de la periodista.
Eran poco m¨¢s de la tres de la tarde de ayer cuando, despu¨¦s de recorrer m¨²ltiples callejuelas del popular barrio de Moharran Beq, situado en el suroeste de Alejandr¨ªa, esta enviada especial se top¨® con el im¨¢n, que acud¨ªa del brazo de su t¨ªo a la mezquita para la plegaria de las 15.22. "Apenas puedo andar. Me reventaron los ri?ones", dice como excus¨¢ndose.
"Me han prohibido hablar, pero como musulm¨¢n que soy, si alguien viene a buscarme no tengo m¨¢s remedio que ofrecerle de beber", afirma mientras se vuelve sobre sus pasos y sube lentamente las cuatro alturas que separan su piso del suelo. Abu Omar ni siquiera se encuentra en arresto domiciliario. Ning¨²n polic¨ªa vigila su casa. Los verdugos le han dejado s¨®lo con la amenaza de que si hace lo que no debe volver¨¢ a la c¨¢rcel. Sabe que con ellos no se juega. Como ahora, en la primavera de 2004 le soltaron sin cargos, pero con la exigencia de que se mantuviera callado.
Fue entonces cuando llam¨® a su mujer para contarle que estaba vivo y en Alejandr¨ªa. Pasadas dos semanas, cuando comenzaba a recuperar la confianza llam¨® a un ¨ªntimo amigo, im¨¢n de otra mezquita de Mil¨¢n, y le cont¨® todo lo que le hab¨ªa sucedido. Desde el secuestro a las torturas y a las cucarachas que se paseaban por su cuerpo en la celda-zulo de dos por 1,5 metros donde le hab¨ªan confinado. Pero los tel¨¦fonos estaban pinchados. Su libertad apenas dur¨® tres semanas.
"Puedo ir a la mezquita a rezar, pero no a predicar. No me dejan ser im¨¢n", se?ala con suavidad este cl¨¦rigo cuyos discursos incendiarios contra Estados Unidos estaban siendo investigados por los servicios secretos italianos cuando se les adelantaron los agentes de la CIA. Estados Unidos, que preparaba la invasi¨®n de Irak, pensaba que Abu Omar, cuyo verdadero nombre es Osama Mustaf¨¢ Naser, pod¨ªa tener informaci¨®n sobre el grupo Ansar al Islam, vinculado a Al Qaeda.
Entonces, como ayer tarde, Abu Omar fue interceptado por varios agentes cuando se dirig¨ªa a media ma?ana a la mezquita de Mil¨¢n y metido a la fuerza en una furgoneta blanca. Afortunadamente para ¨¦l, una mujer vio su secuestro y lo denunci¨® a la polic¨ªa, mientras sus captores le llevaban a la base militar estadounidense de Aviano, situada en el norte de Italia, y desde all¨ª en avi¨®n a la de Ramstein, en Alemania. Finalmente, le entregaron a la polic¨ªa egipcia para que le sacara con sus m¨¦todos las informaciones que ellos no hab¨ªan logrado obtener.
La Fiscal¨ªa de Mil¨¢n comenz¨® el pasado d¨ªa 12 el proceso contra 35 personas: 26 de ellos agentes de la CIA, ocho miembros de los servicios secretos italianos (SISMI) y un carabinieri, todos ellos acusados de secuestro.
Por su parte, Montaser al Zayat, el abogado de Abu Omar, ha anunciado que su cliente exigir¨¢ una indemnizaci¨®n por da?os f¨ªsicos y ps¨ªquicos de 10 millones de euros y presentar¨¢ una demanda contra el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi como ¨²ltimo responsable de su secuestro. Adem¨¢s, est¨¢ valorando la posibilidad de emprender tambi¨¦n acciones legales contra la CIA y contra la Administraci¨®n de George W. Bush.
"Yo s¨®lo quiero vivir en paz; que me dejen tranquilamente con mi familia", se?ala el im¨¢n, para a?adir que el Gobierno egipcio, al prohibirle predicar, le ha privado de su trabajo y no tiene medios de subsistencia. "Ahora vivimos de los ahorros que mi mujer hizo en Mil¨¢n". Nabila tampoco trabaja.
El barrio donde viven parece sacado de El Callej¨®n de los Milagros, del fallecido premio Nobel de Literatura Naguib Mahfuz. Las calles est¨¢n cuajadas de tiendas. Tranv¨ªas amarillos recorren la avenida principal, salpicada de m¨²ltiples callejuelas, de las que salen otros tantos callejones ciegos. En medio de la algarab¨ªa de las bocinas de los coches y la gente, decenas de hombres fuman sus pipas de agua (narguiles) en las m¨²ltiples teter¨ªas que inundan el barrio.
"Quiero irme a Europa. Ayudar a los europeos que est¨¦n en dificultades en el mundo isl¨¢mico, como los dos alemanes secuestrados la semana pasada en Irak. Quiero decir a mis hermanos musulmanes que el islam condena el secuestro y el terrorismo", afirma. De momento, no ser¨¢ posible porque en El Cairo le retiraron todos sus documentos. Adem¨¢s, la Fiscal¨ªa de Mil¨¢n le busca desde mediados de 2005, supuestamente por reclutar durante su tiempo en Italia a j¨®venes para luchar contra las tropas norteamericanas en Irak si, como se ven¨ªa venir, lo invad¨ªan.
Veterano de Bosnia-Herzegovina y de Afganist¨¢n, cuenta que cuando se enter¨® de la tragedia del 11-M quiso, pero sus carceleros se lo impidieron, escribir una carta de apoyo a las v¨ªctimas indicando que "no se pod¨ªan llamar musulmanes quienes pusieron las bombas en los trenes de Madrid".
Al Zayat, abogado de numerosos radicales isl¨¢micos y ¨¦l mismo antiguo compa?ero de celda de Ayman al Zawahiri (n¨²mero dos de Al Qaeda), logr¨® filtrar al diario Chicago Tribune una carta de Abu Omar en la que el preso detallaba minuciosamente el calvario que hab¨ªa sufrido. Publicada el pasado 7 de enero, en ella dec¨ªa: "Escribo este relato porque estoy absolutamente seguro de que me eliminar¨¢n tras haber experimentado noche y d¨ªa esta tortura brutal".
Los tobillos y los antebrazos del im¨¢n muestran las cicatrices de su tormento. Unas veces le colgaban boca abajo, otras le aplicaban electrodos, incluso en los genitales. Tiene problemas de incontinencia y s¨®lo un 30% de audici¨®n en los dos o¨ªdos. En cuatro a?os, jam¨¢s se duch¨®, y tuvo que acostumbrarse al hedor que desped¨ªa la celda. Ahora, tanto el bonete blanco -s¨ªmbolo de haber peregrinado a La Meca- como la t¨²nica que lleva irradian limpieza.
Seg¨²n cont¨® el im¨¢n en su carta, los interrogatorios se hac¨ªan dos veces al d¨ªa, cuatro horas por la ma?ana y cuatro por la noche, en una oficina cercana a la celda, y los dem¨¢s detenidos pod¨ªan escuchar los gritos que se le escapaban por la tortura. Su desesperaci¨®n fue tal que trat¨® de suicidarse en tres ocasiones. Otras tres emprendi¨® una huelga de hambre, pero a sus carceleros no les gustaba que dejara de comer el ¨²nico alimento que le suministraban, "pan duro".
"He sido objeto de abusos sexuales, y sodomizado dos veces. ?sta es una de las cosas peores que tuve que soportar". El aislamiento era absoluto. S¨®lo en los dos ¨²ltimos a?os y una vez al mes se ha permitido a su mujer y a su hermano ir a visitarle. Ni siquiera cuando muri¨® su madre le permitieron acudir al entierro. En su carta recuerda que una vez le suplic¨® a su mujer que le llevara un kafan (el lienzo blanco en que son envueltos los cad¨¢veres de los musulmanes para que lleguen puros al cielo). Ahora, s¨®lo quiere pensar que "todo ha pasado y la pesadilla se qued¨® definitivamente atr¨¢s".
Abu Omar est¨¢ convencido de que la opini¨®n p¨²blica europea y la justicia italiana, con el proceso abierto por su secuestro, son los que le han sacado del infierno. "De los Gobiernos no he recibido nada, pero los europeos han defendido mi causa y quiero agradec¨¦rselo a todos". El im¨¢n es consciente del peligro que se cierne sobre ¨¦l por romper la ley del silencio que le ha sido impuesto, pero tambi¨¦n sabe que el hecho de que su causa ocupe las p¨¢ginas de la prensa internacional es un seguro de vida.
Los medios oficiales egipcios ni se han referido a su caso. S¨®lo un par de peri¨®dicos han dado escueta informaci¨®n. En Alejandr¨ªa, cuando se pregunta a la gente por ¨¦l, la mayor¨ªa dice no saber nada y los que saben prefieren callar. "Aqu¨ª la polic¨ªa secreta est¨¢ por todas partes, vigila cualquier contacto con los radicales isl¨¢micos", dice un profesor universitario.
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