Me gust¨® m¨¢s la pel¨ªcula
Las verdades, las mentiras y las trampas de la Segunda Guerra Mundial en l¨ªnea de thriller son tratadas en dos novelas cuyas pel¨ªculas coinciden en la cartelera. La lectura y visi¨®n de El buen alem¨¢n y El libro negro sirven para establecer las diferencias de dos formas de narrar.
EL BUEN ALEM?N
Joseph Kanon
Traducci¨®n de Anuvela
RBA. Barcelona, 2007
554 p¨¢ginas. 20 euros
EL LIBRO NEGRO
Paul Verhoeven y Gerard Soeteman
Traducci¨®n de Inge Lunken
El Aleph. Barcelona, 2007
205 p¨¢ginas. 17,90 euros
He aqu¨ª dos ejemplos recientes de publicaci¨®n y proyecci¨®n casi simult¨¢nea de un mismo asunto: la revisi¨®n de verdades y mentiras sobre la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra en su vertiente m¨¢s espectacular. Sobre todo y por encima de todo, dos modelos de narrativa comercial de toda la vida. En ambos casos, me gust¨® m¨¢s la pel¨ªcula que la novela originaria (El buen alem¨¢n) o a la novelizaci¨®n (El libro negro) y en ning¨²n caso mucho m¨¢s.
En su versi¨®n impresa, El libro negro pertenece a ese g¨¦nero trasnochado por el signo de los tiempos, ingrato y muy menor que es adaptar una pel¨ªcula a palabras narradas, y que me perdone la editorial si no s¨¦ qu¨¦ hace en una colecci¨®n llamada Modernos y Cl¨¢sicos. En ese desarrollo contra natura, recuerdo haber le¨ªdo adaptaciones dignas de La Dolce Vita, Sid y Nancy o Mister Arkadin que tampoco aportaban nada a los originales, o ejemplos en los que el propio guionista se noveliz¨® seg¨²n su capacidad, tal como hiciese Graham Greene con El tercer hombre. Ah¨ª, el autor ingl¨¦s consigui¨® trasladar la fuerza de su historia de un medio a otro, pero sin superarse. En otras palabras, El tercer hombre pel¨ªcula es mejor pel¨ªcula que novela es la novela El tercer hombre. En la situaci¨®n que nos ocupa, unos se?ores llamados Laurens Abbink Spaink y Eric Brus (mejor nombre el segundo para este tipo de trabajos) hacen lo que pueden, muy poco, con la historia de El libro negro que otros firman. Si en la pel¨ªcula, la caracter¨ªstica iron¨ªa grotesca de Verhoeven no se diluye tanto en las ganas de sacudir la historia oficial como en el poco calado de lo que nos cuenta, nada de ese mordiente queda en el volumen impreso. La novela y el cine guardan menos semejanzas de lo que parece, y en su manera ¨®ptima, cuando mejor cuentan, m¨¢s se distancian. Una frase bien situada que lo dice todo en una novela y el gesto definitivo de un actor en una pel¨ªcula son dos logros, pero de distinta ¨ªndole. Luego debemos valorar la inteligencia, la vivacidad y el pellizco, que dir¨ªa un flamenco, con que se maneja el material: los muchos grises de una ocupaci¨®n armada, las ambig¨¹edades morales de la resistencia, las conductas contradictorias y por ello tan humanas a que esos sucesos dan lugar, la dif¨ªcil ¨¢lgebra de la supervivencia, las bajezas, el coraje y la bestialidad, necesitan algo m¨¢s que un ep¨ªlogo donde se alardea: "Por muy inveros¨ªmil que parezca, poco o nada en El libro negro es fruto de la invenci¨®n". Pues no, se?ores: en El libro negro todo deber¨ªa ser fruto de la invenci¨®n, porque es la invenci¨®n lo que transforma en arte cuanto posee capacidad para serlo, cualquier cosa en esta vida. Y el arte no necesita ser veros¨ªmil, necesita ser coherente. El resto, sobre todo la palabrer¨ªa, es explotaci¨®n comercial.
Y hablando de palabrer¨ªa,
aunque nunca las aptitudes de charlat¨¢n de feria han perjudicado la carrera de un director cinematogr¨¢fico, a la que uno oye decir a Steve Soderbergh, responsable de El buen alem¨¢n: "Mi intenci¨®n era hacer una pel¨ªcula revolucionaria y completamente diferente de lo que se hace en la actualidad", nos entran ganas de asegurar que el libro de Kanon es un prodigio mancillado por la megaloman¨ªa de un buhonero. Pero no. La novela plantea una trama de intriga internacional y mucho sentimiento en las ruinas de Berl¨ªn con una cr¨ªtica sobre el distinto rasero con que se llev¨® a cabo la desnazificaci¨®n. Ya saben, Von Braun, Von Karajan y otros vones. Documentada, a menudo bien dialogada, pensada, por as¨ª decirlo, se traba en dos aspectos: una historia de amor que va poco m¨¢s all¨¢ de los logros de Cor¨ªn Tellado y una suerte de coincidencias integradas sin la menor gracia. Y cuando el autor decide que la fuerza de su novela dependa de un argumento, su obligaci¨®n es cuidar ese argumento en la justa medida en que respete al lector. Es curioso observar algo importante: lo que la pel¨ªcula nos deja ver de la adaptaci¨®n de Paul Attanasio, un buen guionista, es la mejor cr¨ªtica que se pueda hacer al libro. Y as¨ª deber¨ªa suceder siempre, y si fuera en una escala m¨¢s alta, estupendo: oficio discutiendo el oficio, historias discutiendo con historias, arte discutiendo el arte.
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