Un gesto de grandeza
A la c¨®lera de Eto'o, puesto en pie el martes entre un grupo de ni?os espantados y apuntando con el dedo a cuantos enemigos se escond¨ªan detr¨¢s de la maleza, respondi¨® ayer Rijkaard con un discurso meloso, por no decir musical o po¨¦tico, hasta cierto punto relajante, silenciosamente disuasorio. La palabra del entrenador no admit¨ªa repreguntas por definitiva frente al grito del ariete que se repite cada partido en que la pelota se niega a entrar en la porter¨ªa contraria.
En un club esquizofr¨¦nico, donde es f¨¢cil prender la mecha, como se ha constatado durante la semana cuando la desgarradora denuncia de Eto'o se ha utilizado para chequear a los distintos estamentos del Bar?a, el mejor ant¨ªdoto es la serenidad del entrenador, la persona que disimuladamente exterioriz¨® el conflicto con la denuncia de que Eto'o se hab¨ªa negado a salir al campo y el mismo que ha cerrado el contencioso con el anuncio de que ha decidido seguir la pr¨®xima temporada.
Rijkaard nunca hace las cosas porque s¨ª, e incluso se dir¨¢ que Eto'o ha sido utilizado por unos y otros, para airear el vestuario, motivar al equipo y dibujar el futuro a corto plazo. Ya ocurri¨® de alguna manera con la salida de Rosell. El proceder de Rijkaard admite distintas interpretaciones. La mayor¨ªa, sin embargo, coinciden en que act¨²a por el bien de la entidad y no por inter¨¦s personal. Ayer se constat¨® de nuevo que tiene sentido de equipo y de club. As¨ª que al Bar?a parece convenirle Rijkaard, o al menos es un valor que no deber¨ªa perder, por m¨¢s vulnerable que le vean sus detractores en el campo, escenario, al fin y al cabo, en que ning¨²n entrenador puede exhibir un certificado de garant¨ªa.
La noticia de que contin¨²a Rijkaard llega en el momento m¨¢s oportuno ante el exigente calendario que le aguarda al Bar?a y frente al desgaste institucional que ha sufrido la figura del presidente. Rijkaard no se olvida que Laporta fue su ¨²nico valedor en los momentos de duda, nada m¨¢s llegar al Camp Nou, de manera que ahora le devuelve el favor, o expresa al menos su gratitud, con un gesto de grandeza que reafirma a la m¨¢xima autoridad. Aunque se podr¨¢ discutir sobre la necesidad de renovar la plantilla, resulta indiscutible que se mantiene el proyecto de Laporta.
Justo cuando pod¨ªa tomar las de Villadiego porque pintan bastos, el entrenador expresa su disposici¨®n a dirigir el cambio de ciclo, sin traumas ni pol¨ªticas apocal¨ªpticas, sino a partir de su extraordinaria personalidad y credibilidad. Rijkaaard se ha ganado a los directivos y a los futbolistas porque ha sido respetuoso con la jerarqu¨ªa del club y del vestuario. Aunque nunca presumi¨® de armar un equipo de autor, el Bar?a juega al f¨²tbol desde hace un tiempo de manera singular y ¨²nica, tan moderna como respetuosa con la tradici¨®n azulgrana, esclava del buen gusto.
Independientemente de las figuras que vayan y vengan, el Bar?a se asegura de momento la continudad del estilo Rijkaard. Frente al parque automovil¨ªstico que re¨²nen los mejores futbolistas del mundo, como Eto'o, se impone la elegancia y suavidad de un Rollys Royce: Frank Rijkaard.
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