Otro esperpento de Piterman
El due?o del Alav¨¦s echa 45 minutos antes del partido con el Vecindario al entrenador, Fabri, luego le obliga a ir al campo y, al final, le mantiene
Dimitri Piterman ha convertido al Alav¨¦s en una casa de locos. Ayer se vivi¨® en Mendizorroza uno de los episodios m¨¢s grotescos de la ya larga lista de desprop¨®sitos generados por el due?o del club. Tres cuartos de hora antes del partido que deb¨ªa disputar frente al Vecindario, Fabriciano Gonz¨¢lez, el entrenador alavesista, aseguraba a los medios que estaba destituido como responsable de la primera plantilla.Un caso ins¨®lito en el f¨²tbol espa?ol: el despido de un entrenador 45 minutos antes de comenzar un partido. Adem¨¢s, la situaci¨®n generaba un conflicto importante. Piterman necesitaba un t¨¦cnico con carn¨¦ nacional para que se sentara en el banquillo aunque s¨®lo fuera para escuchar las indicaciones del due?o a su trabajadores (los futbolistas). De lo contrario, se someter¨ªa a una multa importante.
El empresario anuncia que desde ahora las conferencias de prensa las dar¨¢ ¨¦l, no el t¨¦cnico
Quiz¨¢s el problema para Piterman era menor. Para todas esas circunstancias, el empresario ucranio-estadounidense siempre cuenta con Chuchi Cos, a quien nombra y destituye a su antojo, pero nunca lo arroja de su lado. Siempre lo tiene a mano.
El misterio, sin embargo, se agudiz¨® cuando Fabri, vestido de calle, sin el uniforme oficial del club, asisti¨® al choque recostado contra uno de los laterales del banquillo para, seg¨²n sus palabras, evitar que su ausencia se interpretase como una falta grave al no contar con el despido por escrito. No quer¨ªa que Piterman le acusara de indisciplina. Seg¨²n se se?ala, Piterman le amenaz¨® con que, si no se sentaba en el banquillo, discutir¨ªa su indemnizaci¨®n. Fabri no se sent¨®. Estuvo de pie, como ausente.
Los propios jugadores, preguntados al final del encuentro, confirmaban el despido del preparador gallego. Pero apareci¨® Piterman en la sala de prensa y afirm¨® que Fabri segu¨ªa siendo entrenador del Alav¨¦s y que en ning¨²n momento lo hab¨ªa destituido. Seg¨²n Piterman, hab¨ªan hablado y resuelto unos problemas y discrepancias. M¨¢s tarde, el propio Fabri se encarg¨® de admitir que iba a seguir como entrenador del Alav¨¦s.
Al parecer, las discrepancias se refer¨ªan a la alineaci¨®n o no de determinados futbolistas, unos queridos por el presidente, otros denostados por ¨¦l. Es decir, una vez m¨¢s las discrepancias entre el due?o y el subalterno, como gusta decir Piterman, finalmente saldadas con la derrota moral del entrenador, que prefiere mantener el sueldo.
Un entrenador que anuncia su despido y expresa su temor a no cobrar sus emolumentos y apenas tres horas despu¨¦s dice que sigue en el club porque ha hablado con el presidente y han arreglado sus diferencias no queda precisamente en una situaci¨®n muy decorosa.
Todos saben en Vitoria c¨®mo se las gasta Piterman y lo convincente que puede llegar a ser, sobre todo en cuanto a los asuntos de dinero se refiere. El que se enfrenta a ¨¦l tiene dos posibilidades para cobrar: acudir a los juzgados o plegarse a sus condiciones.
Al parecer, Fabri se ha acogido a esta segunda opci¨®n. Ha dado marcha atr¨¢s y ha aceptado seguir en el Alav¨¦s a las ¨®rdenes de un presidente que para empezar ha dicho que las ruedas de prensa las dar¨¢ ¨¦l y no el t¨¦cnico.
Piterman arrastra a todo su entorno a las situaciones m¨¢s rocambolescas. Echa a su entrenador, se lo comunica a los jugadores que disputan un partido creyendo que no tienen t¨¦cnico, todo el mundo se hace eco del despido y pocas horas despu¨¦s pretende hacer creer que no ha pasado nada y que todo sigue m¨¢s o menos igual.
Adem¨¢s, el Alav¨¦s gole¨® (5-1) al Vecindario, lo que seguramente le har¨¢ seguir pensando a Piterman que la figura del entrenador es prescindible en el f¨²tbol.
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