Distorsiones
Desde el mismo d¨ªa de la apertura de la vista oral sobre la masacre del 11-M se ha abierto tambi¨¦n un juicio paralelo ante los medios de comunicaci¨®n, en el que se intenta distorsionar la marcha de la justicia para sesgarla al servicio de sectarios intereses pol¨ªticos. As¨ª se reproduce la misma batalla medi¨¢tica que ya se dio hace tres a?os, cuando el Gobierno de Aznar y sus medios afines pretendieron manipular la informaci¨®n sobre el atentado para que no perjudicase sus intereses electorales. Y lo hubieran conseguido de no ser porque los dem¨¢s medios informativos se resistieron a ello, denunciando tan indigna maniobra ante una opini¨®n p¨²blica que finalmente castig¨® al PP con una merecida derrota electoral. Pero los manipuladores no se rindieron por eso, y han continuado desde entonces sus distorsionadores intentos de interferir primero la comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n y despu¨¦s la instrucci¨®n del sumario judicial sobre la masacre. As¨ª que ahora no hacen m¨¢s que reincidir con insidiosa contumacia en su ya larga trayectoria de sistem¨¢tica obstrucci¨®n a la justicia.
Aunque ahora a?aden adem¨¢s otra distorsi¨®n que resulta especialmente injusta, y es la de que su actual manipulaci¨®n sirve abiertamente los intereses de la defensa de los acusados como autores de la matanza. Con tal de sabotear el juicio del 11-M, el PP y sus ac¨®litos medi¨¢ticos est¨¢n dispuestos a todo, incluso a evitar que se haga justicia con tal de exculpar al terrorismo islamista. Est¨¢ claro que para ellos el fin justifica los medios, por injustos que sean. Un fin que es el de ama?ar su indigna manipulaci¨®n gubernamental y medi¨¢tica durante aquellos tr¨¢gicos idus de marzo, cuando imputaron falazmente la matanza a ETA por espurio inter¨¦s electoral. Y unos medios en los que todo les vale, incluyendo el de favorecer la exculpaci¨®n de los acusados poniendo bajo sospecha las pruebas que les incriminan.
Lo cual obliga al resto de la prensa responsable a ponerse de parte de la causa de la justicia, tratando de neutralizar la distorsi¨®n de los manipuladores a fin de restablecer la veracidad informativa. Pero con ello entraremos de nuevo en otra larga espiral medi¨¢tica donde uno y otro bando batallar¨¢n un d¨ªa tras otro sobre la opuesta interpretaci¨®n que ha de darse a las sucesivas pruebas aportadas, con lo que a la larga el resultado ser¨¢ que el ciudadano de a pie comenzar¨¢ a sospechar de todo, reforzando su vieja desconfianza frente a la justicia espa?ola. Lo cual explica perfectamente que luego, en los sondeos de opini¨®n, un tercio de los ciudadanos se muestren esc¨¦pticos sobre la verdad judicial referente al 11-M. Que es precisamente lo que pretenden lograr los manipuladores medi¨¢ticos al servicio del PP.
Se plantea as¨ª un dilema de muy dif¨ªcil soluci¨®n. Cuando un partido capaz de gobernar, a trav¨¦s de la prensa mercenaria que le sirve, emprende "sin complejos" una sistem¨¢tica manipulaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica para distorsionar instituciones como la justicia, s¨®lo hay dos opciones posibles para enfrentarse a ello. La primera es darles la batalla entrando en su propio terreno a fin de rebatir una por una todas sus distorsiones informativas, lo que equivale a cederles la iniciativa y el control de la agenda p¨²blica, sigui¨¦ndoles el juego en una partida que al final s¨®lo conduce al triunfo de su estrategia de la sospecha. La segunda es por el contrario ignorarles y despreciarles para no seguir su juego, dejando que los procedimientos judiciales sigan su marcha imperturbable sin oponer resistencia. Dicho as¨ª, podr¨ªa parecer que esta ¨²ltima es la opci¨®n m¨¢s l¨®gica. Pero eso no sucede en el caso espa?ol, pues aqu¨ª la justicia no brilla por su imperturbabilidad, precisamente.
Este dilema es an¨¢logo al que plantea el terrorismo. ?Se informa de los atentados con el tratamiento prioritario que merecen, lo que equivale a hacerles el juego a los terroristas, que buscan imponer su agenda a la opini¨®n p¨²blica? ?O se los minusvalora rebajando su prioridad informativa, para no dejar que los terroristas impongan su iniciativa pol¨ªtica? El justo medio de Arist¨®teles es la mejor soluci¨®n.
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