El 'no' de la isla roja de Marinaleda
El m¨ªtico pueblo de los jornaleros de S¨¢nchez Gordillo es el ¨²nico de los 770 que tiene Andaluc¨ªa donde ha ganado el voto contrario
Hubo una ¨¦poca (los primeros 15 a?os de la democracia) en la que cada vez que se produc¨ªa una cita electoral, huelga o cualquier otro acontecimiento de notoriedad, las delegaciones andaluzas de los medios de comunicaci¨®n de ¨¢mbito nacional recib¨ªan una invariable llamada de su central de Madrid: "Iros a ver c¨®mo lo vive Marinaleda". Pueblo de la sierra sur sevillana, donde todos los t¨®picos y leyendas del jornalerismo activista del campo andaluz se hac¨ªan realidad, Marinaleda llen¨® cientos de p¨¢ginas de los peri¨®dicos y horas de televisi¨®n con sus ocupaciones de fincas, sus gritos contra la propiedad de la tierra y su est¨¦tica de braceros irredentos.
Pasados los noventa, la celebridad medi¨¢tica de Marinaleda fue decayendo empujada por la modernidad de los tiempos, aunque el mito de isla roja a¨²n pervive de la mano de su alcalde, Juan Manuel S¨¢nchez Gordillo, fundador de un partido nacionalista andaluz, el CUT (Colectivo de Unidad de los Trabajadores), integrado en Izquierda Unida. Gordillo, el Gordo, gana todas las elecciones y literalmente barre en las municipales: nueve de los once concejales son suyos, los otros dos, del PSOE. En el refer¨¦ndum del domingo pasado sobre la reforma del Estatuto, Marinaleda (3.000 habitantes) ha sido el ¨²nico municipio de los 770 que tiene Andaluc¨ªa donde ha triunfado el no con un 59,63% de los votos. El ¨ªndice de participaci¨®n tambi¨¦n se ha salido del molde: un 64,01% frente a la media del 36,28%.
El alcalde asegura que el pueblo ha pasado a tener pleno empleo tras conseguir tierras
Ni para los vecinos de Marinaleda ni para su alcalde, que lo es desde las primeras elecciones democr¨¢ticas de 1979, el voto contrario resulta excepcional. "Y eso que casi no hemos hecho campa?a", explica entre risas Juan Manuel S¨¢nchez Gordillo, sentado en un sill¨®n de oficina del flamante Ayuntamiento, en el que su larga barba encanecida casa tan mal como la cazadora deportiva roja y blanca que lleva. Su partido, que en realidad es el brazo pol¨ªtico del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), lleg¨® a un acuerdo son la fuerza matriz, Izquierda Unida -que no s¨®lo apoya el Estatuto, sino que es promotora de la reforma- para no interferir en la campa?a: "El PCA se dedicaba a sus pueblos y nosotros a los nuestros".
Por eso la actividad mitinera ha sido m¨ªnima, testimonial. No hacia falta m¨¢s: al Gordo le siguen en su pueblo como a un profeta. En los ¨²ltimos comicios locales consigui¨® el 74,4% de los votos, con una participaci¨®n nada menos que del 89,95%. Del predicamento del alcalde dan fe las seis mujeres que esperan pacientemente en la puerta del despacho de la trabajadora social municipal. "No sabemos nada de politiqueo, bastante tenemos con aprender a escribir para poder poner al menos nuestro nombre. Ser¨¢ lo que debe ser", dicen d¨¢ndose la raz¨®n las unas a las otras en tiempo alternos. Sobre sus asientos, dos carteles anuncian ofertas de tiempo libre: "Termalismo social", reza uno, que se refiere a plazas en los balnearios, y "Turismo social", dice el otro, que no explica en qu¨¦ consiste. Ambos llevan la r¨²brica del sello del Ayuntamiento, donde se lee: Marinaleda, utop¨ªa hacia la paz
La conquista del cortijo
El basti¨®n jornalero de Marinaleda -a 100 kil¨®metros de Sevilla, a 100 kil¨®metros de M¨¢laga y a 90 de C¨®rdoba- tiene muy poco que ver con lo que era en 1979. Entonces imperaba el paro, ahora presumen de pleno empleo. Durante casi una d¨¦cada, cada tarde los campesinos caminaban entre los sembrados hasta el cortijo El Humoso, propiedad del duque del Infantado, se apostaban en la puerta y exig¨ªan la propiedad de la tierra. Todav¨ªa hay una enorme pintada que coge toda la tapia: "Este cortijo es para los jornaleros en paro". "El duque ten¨ªa 17.000 hect¨¢reas que apenas cultivaba, y la gente pasaba hambre. Al final, despu¨¦s de muchas batallas con la Guardia Civil, la Junta de Andaluc¨ªa logr¨® convencer al duque, que estar¨ªa harto, se hizo con 1.200 hect¨¢reas y nos cedi¨® el uso", recuerda S¨¢nchez Gordillo. "Nos quieren dar la titularidad, pero no la queremos, porque eso conduce al reparto y a la miseria".
De El Humoso, cuyo nombre es ahora marca de un aceite de calidad, han salido ocho cooperativas agrarias y una de transformaci¨®n. Todos sus miembros cobran lo mismo: 40 euros por jornal, ya sea el encargado de la oficina o el que est¨¢ en el campo. "No s¨¦ si funciona esto como un soviet, lo que s¨¦ es que ha solucionado los problemas, porque la izquierda no est¨¢ s¨®lo para proponer, tambi¨¦n para demostrar que la utop¨ªa puede hacerse realidad", diserta el alcalde.
Las razones para oponerse al Estatuto al alcalde le parecen obvias: no reconoce que Andaluc¨ªa es una naci¨®n, no aborda la reforma agraria, no dice nada sobre las bases militarse de Mor¨®n y Rota, y tampoco contempla la "soberan¨ªa alimentaria", que S¨¢nchez Gordillo define como la capacidad de cada "pueblo" de decidir lo que quiere cultivar al margen de Bruselas. En el Ayuntamiento -construido como la mayor¨ªa de los edificios sociales de Marinaleda, con subvenciones que Gordillo arranca a los consejeros que asalta en el Parlamento andaluz- le esperan un grupo de inmigrantes impacientes, "los nuevos jornaleros, que llegan desesperados", se lamenta mientras se atusa la barba.
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