La guerra de Afganist¨¢n derrota a Prodi
El primer ministro italiano presenta la dimisi¨®n tras ser rechazada en el Senado su pol¨ªtica exterior
El Gobierno de Romano Prodi dur¨® apenas nueve meses. 281 d¨ªas en total. Naci¨® d¨¦bil, con una mayor¨ªa apenas perceptible en el Senado, y recibi¨® en el Senado el golpe de muerte. La presencia de tropas italianas en Afganist¨¢n y las relaciones con Estados Unidos fueron las causas inmediatas de un colapso brusco e inesperado. La C¨¢mara alta rechaz¨® la pol¨ªtica exterior del Gobierno de centroizquierda y Prodi no tuvo otra opci¨®n que dimitir. El presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano, anunci¨® que hoy mismo iniciar¨ªa una ronda de consultas para averiguar si era posible formar un nuevo Gabinete con el actual Parlamento, y quiz¨¢ con el mismo Prodi al frente, o si no hab¨ªa otro remedio que convocar elecciones anticipadas.
La dimisi¨®n de Prodi cerr¨® una jornada confusa y ca¨®tica, digna de los tiempos en que Italia consum¨ªa m¨¢s de un Gobierno por a?o. Se sab¨ªa que la votaci¨®n del Senado implicaba riesgo, porque la pol¨ªtica exterior era mal aceptada por el flanco izquierdo de la coalici¨®n. El Gobierno, no obstante, se sent¨ªa seguro de salvar el obst¨¢culo. El titular de Exteriores, Massimo d'Alema, vicepresidente y aut¨¦ntico hombre fuerte del Gabinete, intent¨® movilizar a los suyos con una amenaza lanzada el lunes durante la cumbre hispano-italiana de Ibiza: "Si no obtenemos el respaldo a nuestra pol¨ªtica, nos vamos a casa".
La de D'Alema fue una actitud casi temeraria, porque afloraban indicios inquietantes para la amplia y variopinta coalici¨®n prodiana. La manifestaci¨®n del s¨¢bado en Vicenza, contra la construcci¨®n de una nueva base militar estadounidense que ampl¨ªa la ya existente, revel¨® un amplio descontento. La futura llegada de m¨¢s soldados de Estados Unidos a Vicenza, la ambigua actitud de Prodi ante la cooperaci¨®n italiana con un presunto secuestro ilegal de la CIA perpetrado en Mil¨¢n en 2003 y la permanencia de las tropas italianas en Afganist¨¢n, con la perspectiva de una nueva campa?a militar en primavera, eran vistos por la izquierda y por los pacifistas como s¨ªntomas de belicismo y de sumisi¨®n a la Casa Blanca.
La amenaza surti¨® efecto, pero no el que deseaba D'Alema. Alguien pens¨® en la oposici¨®n que, dadas las circunstancias, val¨ªa la pena intentar un golpe de mano. Y la primera se?al clara de que algo se estaba preparando fue la aparici¨®n en el Senado, a inicios de sesi¨®n, del senador vitalicio Sergio Pininfarina. El industrial automovil¨ªstico, nombrado en 2005 por el entonces presidente de la Rep¨²blica, Carlo Azeglio Ciampi, no se hab¨ªa dejado ver por su esca?o desde la primavera, cuando Prodi consigui¨®, tras unas elecciones concluidas en pr¨¢ctico empate, la ajustada mayor¨ªa que le permiti¨® formar Gobierno. ?Qu¨¦ hac¨ªa all¨ª Pininfarina?
Los senadores vitalicios
La respuesta la dio el propio senador sent¨¢ndose en el grupo de Forza Italia. Fue una se?al preocupante, pero D'Alema cre¨ªa tener los n¨²meros a su favor. Contaba con el voto de otro senador vitalicio, el incombustible Giulio Andreotti, que hab¨ªa anunciado que dar¨ªa el s¨ª al Gobierno.
Andreotti explicar¨¢ alg¨²n d¨ªa, quiz¨¢, qu¨¦ fue realmente lo que le empuj¨® a cambiar de opini¨®n. Seg¨²n sus explicaciones privadas de anoche, le molest¨® que D'Alema cargara las tintas contra la participaci¨®n en la campa?a de Irak, decidida por el Gobierno de Silvio Berlusconi, y sobre todo que el ministro subrayara la "discontinuidad" en materia de diplomacia respecto a la era berlusconiana.
La moci¨®n gubernamental era breve y vaga: "El Senado, escuchada la comunicaci¨®n del ministro Massimo d'Alema sobre la pol¨ªtica exterior, cuyas l¨ªneas fundamentales se inspiran en el art¨ªculo 11 de la Constituci¨®n, en el papel prioritario de la UE, en el reconocimiento y relanzamiento de la ONU y en el respeto a las alianzas internacionales, la aprueba".
El voto fue secreto. Y cuando el presidente del Senado, Franco Marini, anunci¨® el resultado, estall¨® un clamor en los bancos de la oposici¨®n. Votos a favor: 158. Votos en contra: 136. Abstenciones: 24. En total, 160 noes y abstenciones. En el Senado, el Gobierno necesita obtener la mayor¨ªa absoluta de los votos, por lo que las abstenciones equivalen, en la pr¨¢ctica, a un no. Andreotti y Pininfarina se abstuvieron. Tambi¨¦n lo hicieron dos senadores de la izquierda radical, Franco Turigliatto (Refundaci¨®n Comunista), que hab¨ªa condicionado su apoyo a la paralizaci¨®n del proyecto de Vicenza, y Fernando Rossi (Comunistas Italianos), que exig¨ªa la retirada de Afganist¨¢n. Otro senador vitalicio, el ex presidente Francesco Cossiga, vot¨® no por razones imprecisas.
Un grupo de senadores del centroizquierda se lanz¨® contra Pininfarina, culp¨¢ndole del desastre. El industrial fue protegido por senadores de Forza Italia, pero no pudo impedir que le alcanzara alg¨²n papirotazo propinado con un peri¨®dico. Una senadora berlusconiana, Laura Bianconi, se puso a bailar. Massimo d'Alema permaneci¨® impasible mientras escuchaba gritos de "a casa, a casa" desde los bancos de la oposici¨®n. En la C¨¢mara de Diputados, donde se segu¨ªa por circuito cerrado la votaci¨®n del Senado, hubo conatos de enfrentamiento f¨ªsico y los ujieres tuvieron que separar a dos parlamentarios dispuestos a pegarse.
Romano Prodi convoc¨® una reuni¨®n urgente en su residencia oficial, el palacio Chigi. Ministros y jefes de partido llegaron cariacontecidos. La suerte del Gobierno estaba echada, pero hab¨ªa todav¨ªa quien consideraba posible resucitar el cad¨¢ver. El ministro de Justicia, el centrista Clemente Mastella, propuso que se verificara con una moci¨®n de confianza si exist¨ªa o no una mayor¨ªa de centroizquierda. Los dirigentes de Refundaci¨®n Comunista, desde el otro flanco, sugirieron que se considerara "no vinculante" la votaci¨®n perdida. Incluso el senador vitalicio Cossiga, que hab¨ªa votado no, quiso echar atr¨¢s las manecillas del reloj.
Il Professore ya hab¨ªa decidido. Convirti¨® la reuni¨®n de urgencia en un Consejo de Ministros y anunci¨® su decisi¨®n de entregar la renuncia al presidente de la Rep¨²blica. El presidente, Giorgio Napolitano, acababa de iniciar una visita oficial de dos d¨ªas a Bolonia y se vio obligado a regresar a Roma a toda prisa, para recibir la carta oficial de manos de Prodi.
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