Libertad provisional
Si pasan por la plaza de Gal¡¤la Plac¨ªdia y ven una carpa de color blanco, no piensen que se trata del escenario de un nuevo espect¨¢culo del Cirque du Soleil. Si se acercan, ver¨¢n que, en el flanco de la carpa, se puede leer Mercat de la Llibertat. Ya s¨¦ que podr¨ªa ser el t¨ªtulo de la obra, pero no: ser¨¢ la ubicaci¨®n provisional del mercado mientras duran las obras de reforma del viejo y decadente monumento modernista ubicado en el coraz¨®n de Gr¨¤cia (fundado en 1840 y contextualizado en la estructura met¨¢lica en 1875). En estos primeros d¨ªas de cambio (el traslado oficial empez¨® el lunes), y siguiendo la tradici¨®n de inaugurar las cosas sin que est¨¦n del todo listas, hay algunos operarios que ultiman los acabados. En cualquier obra que se precie, el acabado es siempre lo m¨¢s imprevisible. Por eso no se sorprendan si al ir a comprar unas pechugas de pollo se tropiezan con un electricista colgado del techo de una estructura que es un h¨ªbrido entre el envelat de fiesta mayor y una nave espacial.
No ha sido un cambio f¨¢cil. Las negociaciones con el Ayuntamiento empezaron hace a?os y la experiencia de reformas de otros mercados comporta que los comerciantes no crean demasiado en el plazo anunciado de dos a?os hasta regresar al nuevo. Tras la oxidada reja del viejo mercado, se respira un vac¨ªo en el que perviven ecos interrumpidos por el sigiloso paso de unas bandas de gatos con cara de pocos amigos, con la excepci¨®n de uno tan bien alimentado que se arrastra con la indolencia de Gardfield. Sobre la reja, un cartel que, en letras de colores, infantiliza gr¨¢ficamente el traslado: Creuem el carrer! El Mercat de la Llibertat es posa guapo. Lo de ponerse guapo viene de los tiempos del Barcelona, posa't guapa, un mantra reformista que tambi¨¦n afecta a otras aspectos del barrio. En el escaparate de la Perruqueria Llad¨®, por ejemplo, situada entre el mercado provisional y el antiguo, hay un letrero que dice: Estoy guapa, voy a salir maravillosa. Este optimismo est¨¦tico es indispensable para enfrentarse a las l¨®gicas molestias que produce el traslado. Dentro del mercado provisional, lo primero que se percibe es una disminuci¨®n de espacio para el cliente. Los comerciantes ponen mucha buena voluntad y algunos incluso admiten disponer de m¨¢s espacio que antes. "Aunque me falta una nevera", dice una dependienta. Como suele ocurrir con las mudanzas, por el camino se pierde parte del patrimonio y en este caso el n¨²mero de puestos ya hab¨ªa empezado a menguar con el anuncio de la reforma y, con el cambio, alguna m¨¢s ha decidido no continuar. La supervivencia de los mercados pasa por adaptarse al entorno, en este caso a horarios de ma?ana y tarde.
En medio de uno de los pasillos, observo a dos hombres trajados hablando por el m¨®vil. Parecen supervisar los primeros d¨ªas de cambio, atendiendo a detalles y procurando que todo est¨¦ en su sitio. La nueva pol¨ªtica de mercados municipales cuenta con equipos de directivos que derrochan un entusiasmo que no siempre coincide con la sufrida y dur¨ªsima vida del comerciante. Tienen horarios y horizontes existenciales diferentes y escenifican el contraste entre la estabilidad del servicio p¨²blico y la vulnerabilidad de lo privado.
En el exterior de la carpa, hay un corner para las verduleras y, muy cerca, dos cabinas con retretes provisionales, de esos que se instalan en los conciertos multitudinarios de rock. En el interior, nadie enfatiza su papel ni aborda al cliente con los gritos costumbristas que, por suerte, han desaparecido. Los clientes asiduos intentan localizar sus puestos de confianza y se repiten los di¨¢logos sobre la duraci¨®n del traslado y la esperanza, te?ida de dudas, de que se cumplan los plazos. El aspecto del g¨¦nero expuesto es bueno y la iluminaci¨®n, sumada al fondo blanco, ayuda. La expresi¨®n del pescado muerto, sin embargo, es la misma de siempre. Siempre resulta impresionante observar c¨®mo se mantienen all¨ª, esperando que alguien los elija para ser pasados a cuchillo. Recuerdo una frase del excelente libro Interpretar a los animales, de Temple Grandin y Catherine Johnson: "Las presas pueden ser ins¨®litamente resignadas". El pescado del mercado de la Llibertat lo es, y su resignaci¨®n se repite a trav¨¦s de m¨²ltiples miradas opacas, tan fr¨ªas como el hielo que les sirve de colch¨®n. En el exterior, las obras contin¨²an y abundan las cajas vac¨ªas y rincones con restos de derribos. La zona, que vive un momento de transici¨®n entre las obras y la normalizaci¨®n, evoluciona. Queda alg¨²n rinc¨®n bastante destartalado al que se acerca un vagabundo sucio y malhumorado. Pienso en lo que escribi¨® el pol¨ªgrafo Teofrasto cuatro siglos antes de Cristo: "El guarro es un individuo capaz de pasearse con su costra, su ro?a y sus largas u?as, y asegurar que ¨¦stas son enfermedades suyas hereditarias". ?ste, en cambio, se queda mirando las letras gigantes en las que pone Llibertat, me mira, repite "llibertat" y se pone a re¨ªr.
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