Foto y verdad
?Qu¨¦ imagen va a quedar del presidente Chirac? A Mitterrand a¨²n le vemos agarrado de la mano de Kohl, simbolizando el fin de las guerras civiles en Europa, pero ?y a Chirac? La mejor foto de este hombre bien parecido puede que sea una que nunca se public¨®, tomando el sol, totalmente desnudo, en el fuerte de Bragan?on. O una que s¨ª se ha visto, la de su entusiasmo como espectador de un combate de sumo. La falta de direcci¨®n, de sentido, de su presidencia, queda reflejada en la foto-resumen que, o bien existe pero no se imprime, o bien nos sit¨²a al personaje en un contexto ajeno a Europa y la pol¨ªtica.
El t¨®pico asegura que una imagen vale mil palabras. Pero las mil palabras, bien ordenadas, configurando un discurso, le pueden a la imagen. Ganan en todo excepto en un terreno que es fundamental: el de la credibilidad.
La foto es sin¨®nimo de verdad. "Eso ocurri¨®. Eso fue as¨ª. Yo lo vi. Y aqu¨ª est¨¢ la foto". Una exposici¨®n en el Jeu de Paume parisiense, consagrada al "acontecimiento", explora la relaci¨®n de la imagen con esas frases y la sit¨²a en una perspectiva hist¨®rica. Durante la llamada guerra de Crimea (1853-1856), por primera vez, el alto mando militar env¨ªa al frente no s¨®lo a unos pocos dibujantes y pintores, sino tambi¨¦n a unos fot¨®grafos. Franceses y brit¨¢nicos retratan el lugar, antes y despu¨¦s de la batalla, pero la rudimentaria t¨¦cnica del momento no les permite captar a los humanos en movimiento. La ¨¦pica sigue en manos de las formas de arte cl¨¢sicas.
La conquista del aire, entre 1909 y 1911, nos permite familiarizarnos con las vistas a¨¦reas y deja constancia de la transformaci¨®n del acontecimiento -un vuelo- en espect¨¢culo de pago. M¨¢s tarde, la foto vendr¨¢ a respaldar la transformaci¨®n de una ley en leyenda del progreso social. Los objetivos de Cartier-Bresson, Renoir o Ronis fotograf¨ªan las primeras "vacaciones pagadas", las del Frente Popular de 1936.
La democratizaci¨®n de la c¨¢mara fotogr¨¢fica da otra dimensi¨®n al acontecimiento. Eso sucede con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Los protagonistas con su propia c¨¢mara en una mano y el pico en la otra. Se encaraman al muro para fotografiar y ser fotografiados a su vez. Por fin, en el Jeu de Paume, se nos presenta el "acontecimiento mundializado", el 11 de septiembre, las Torres Gemelas, miles de cadenas de televisi¨®n difundiendo a la misma hora la misma imagen. O miles de diarios y semanarios con la misma foto en portada. Es una "imagen planetaria". ?Es cierta, es verdad? El Jeu de Paume la contrapone a las miles de fotograf¨ªas hechas por los neoyorquinos. Lo que era un crimen un¨ªvoco se transforma en mil formas de hero¨ªsmo, de dignidad, de rabia. En la exposici¨®n parisiense s¨®lo se echan en falta las fotos que crean el acontecimiento. Son la verdad, pero s¨®lo fotogr¨¢fica. Porque su verdad es la mentira. Un c¨ªrculo que se cierra. Recordemos a ese p¨¢jaro con su plumaje recubierto de crudo, v¨ªctima de un accidente ecol¨®gico en Alaska pero que se transform¨® en la primera v¨ªctima de la maldad iraqu¨ª en Kuwait. O recordemos al presidente Bush, con chaquetilla de cuero, en la cubierta de un portaaviones junto a la costa mexicana, diciendo aquello de "misi¨®n cumplida", una foto digna de ser portada del ¨¢lbum de la historia universal de la infamia. Fotogr¨¢fica, por supuesto.
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