Disidencia jud¨ªa
La ¨²ltima guerra librada por Israel -la invasi¨®n de L¨ªbano del pasado verano- aport¨® conclusiones esclarecedoras. Para empezar, revel¨® las limitaciones del poder militar israel¨ª, del mismo modo que la de Irak sigue evidenciando las del poder militar estadounidense. Dado que es dif¨ªcil entender c¨®mo esos dos pa¨ªses pudieron embarcarse en aventuras tan obviamente condenadas al fracaso, la explicaci¨®n s¨®lo puede provenir de la ceguera ideol¨®gica, de sus dirigentes, del abandono de la raz¨®n y el sentido com¨²n. Otra de las conclusiones de aquel conflicto fue que Israel est¨¢ decidido a calificar sistem¨¢ticamente de "antisemita" a cualquier gentil que discrepe de su pol¨ªtica belicista y a afirmar, si el cr¨ªtico es jud¨ªo, que ¨¦ste "se odia a s¨ª mismo".
LA PRISI?N JUD?A
Jean Daniel
Pr¨®logo de Juan Goytisolo
Traducci¨®n de Nuria Viver
Tusquets. Barcelona, 2007
189 p¨¢ginas. 14 euros
As¨ª que la honesta, intensa y documentada reflexi¨®n sobre la condici¨®n jud¨ªa que constituye el ¨²ltimo ensayo de Jean Daniel publicado en Espa?a no puede ser m¨¢s oportuna. Procede de uno de los m¨¢s grandes periodistas e intelectuales europeos de nuestro tiempo, un digno heredero de la estirpe de los Andr¨¦ Gide y Albert Camus. Nacido en el seno de una familia jud¨ªa sefard¨ª en la Argelia colonial francesa, educado en la escuela laica y en los principios y valores de la Rep¨²blica, resistente antifascista, fundador del semanario progresista Le Nouvel Observateur, Jean Daniel ha estado siempre en el lado correcto en todos los debates de los ¨²ltimos sesenta a?os, convirti¨¦ndose en una referencia de envergadura para los dem¨®cratas de izquierda.
Como se?ala Juan Goytisolo -otro gran faro intelectual y moral- en su pr¨®logo a La prisi¨®n jud¨ªa, Jean Daniel se ha situado siempre fuera del cors¨¦ de las identidades comunitarias fijas, a prueba de milenios, y ha acampado en el terreno mucho m¨¢s incierto de la ciudadan¨ªa. Nacionalismos e integrismos no son, precisamente, lo suyo. Pero el periodista y ensayista franc¨¦s ha tenido que afrontar, una y otra vez, no s¨®lo la cuesti¨®n jud¨ªa en general, sino la de su propio juda¨ªsmo.
Hay unos quince millones de jud¨ªos en el mundo -de ellos cinco millones en Israel- y muchos, si no la mayor¨ªa, han optado, seg¨²n sostiene Jean Daniel, por encerrarse en lo que llama "la prisi¨®n jud¨ªa". As¨ª la describe: "Se puede salir de la religi¨®n, pero nunca se sale del pueblo jud¨ªo y de su destino ¨²nico, incluso si uno se declara no creyente. Se est¨¢ condenado a la pertenencia".
Esa "prisi¨®n jud¨ªa" se encuentra "en las mentes"; sus muros invisibles son "la esencia, la eternidad, el absoluto", y su carcelero, el mism¨ªsimo Dios, seg¨²n Jean Daniel. De modo que, al final, resulta que "el judeocentrismo es un encarcelamiento com¨²n al pensamiento jud¨ªo y al pensamiento antisemita".
Jean Daniel, fugado desde su juventud de esa prisi¨®n, opta por situarse en una l¨ªnea de disidencia jud¨ªa en la que incluye a Flavio Josefo, Spinoza, Heinrich Heine, Simone Veil, Henri Bergson, Hannah Arendt, Edith Stein y Edmund Husserl. "Como Spinoza", escribe, "no consigo creer realmente, completamente, que el pueblo jud¨ªo, a pesar del milagro de su perennidad, sea el ¨²nico testigo de la humanidad, as¨ª como el ¨²nico instrumento de la divinidad. Y rechazo sobre todo que se comporte como si, con el pretexto de que se le persigue haga lo que haga, pueda abandonarse a hacer lo que le parezca, tanto bueno como malo. Como si en nombre de su elecci¨®n o de su maldici¨®n, pudiera arrogarse una moral diferente a la de los dem¨¢s".
Lo que lleva a Daniel a hablar con frecuencia de Israel en este libro y a lamentar su conversi¨®n en un Estado militarista que intenta justificarse con argumentos teol¨®gicos. Grandes escritores y pensadores israel¨ªes como David Grossman y Amos Oz comparten sus reflexiones, pero ya se sabe que, a tenor de la propaganda oficial, son "jud¨ªos que se odian a s¨ª mismos".
"Nacido para acabar con el antisemitismo cristiano", el que tuvo su expresi¨®n m¨¢s brutal en el Holocausto, el Estado de Israel se desarrolla hoy "alimentando un nuevo antisemitismo ¨¢rabe", se?ala Jean Daniel.
Atenci¨®n al verbo: alimentan
do. Y es que, en contra de lo que dicen muchos jud¨ªos, y no pocos gentiles, el fundador de Le Nouvel Observateur no cree que nos encontremos ante el resurgimiento del mismo fen¨®meno antisemita en una tierra diferente. Los que sostienen lo contrario -"infieles, a mi modo de ver, al mensaje de Auschwitz"- no distinguen entre "las barbaries de las que fueron v¨ªctimas simplemente por haber nacido y existir", y las vicisitudes que ahora afrontan "a causa de lo que hacen, libre y soberanamente".
"Los israel¨ªes son due?os de su destino nacional", recuerda el periodistas y ensayista. "Est¨¢n en el hacer y ya no s¨®lo en el ser. Y he aqu¨ª que algunos de ellos, ofuscados para siempre por la fatalidad del mal, se muestran incapaces de distinguir entre los desastres que sufrieron en Auschwitz y las guerras que libran en Israel, en igualdad de condiciones con sus enemigos. Este sentimiento de fatalidad eterno y omnipresente empez¨® a confirmarme en la idea de que en el misterio jud¨ªo hab¨ªa algo que se parec¨ªa a una prisi¨®n".
L¨²cido, valiente y erudito como siempre, Jean Daniel aporta con La prisi¨®n jud¨ªa un importante instrumento intelectual para las pol¨¦micas del momento. Y tambi¨¦n una propuesta de conducta. As¨ª la expresa: "He llegado a la conclusi¨®n de que los jud¨ªos s¨®lo deber¨ªan retener de su Elecci¨®n la exhortaci¨®n a ser los mejores, y de la Alianza, la obligaci¨®n de hacer de Israel un faro de las naciones. Si esto se considera imposible, entonces todo el mundo es jud¨ªo y nadie lo es. En este caso, la prisi¨®n es cruel, gloriosa, absurda, eterna. ?Como la condici¨®n humana? Como ella, en efecto. Pero el oficio del ser humano no consiste en elegir la servidumbre voluntaria".
No; Jean Daniel, por ejemplo, escogi¨® la libertad.
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