El gozo intelectual y la tristeza del pensamiento
"El gozo intelectual es el gran logro de la selecci¨®n natural que da paso a la selecci¨®n cultural, y con ella, a la creatividad humana". Bajo esta idea, el cient¨ªfico barcelon¨¦s reflexiona y rebate las teor¨ªas del libro de Steiner Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento. Wagensberg disecciona una a una las razones expuestas y muestra c¨®mo la tristeza es sustituida por el gozo del acto de pensar.
Sin lenguaje es posible pensar, es dif¨ªcil conocer y es imposible comprender
Declaro que he experimentado el gozo intelectual. Ya est¨¢ dicho. S¨®lo por eso, el gozo intelectual existe. M¨¢s a¨²n: ocurre cada vez que comprendo o intuyo algo nuevo. El gozo intelectual es la culminaci¨®n de todo proceso cognitivo y ocurre s¨²bitamente en la m¨¢s estricta soledad, aunque en el extremo de alguna forma de conversaci¨®n. Ocurre cuando la comprensi¨®n es nueva para una sola mente (educar, aprender...), pero sobre todo cuando es nueva para cualquier mente pensante (investigar, crear...). El fen¨®meno es fundamental porque la mente puede dudar entre si comprende o cree comprender, pero no se plantea dudas entre si goza o cree gozar. El gozo intelectual es el gran logro de la selecci¨®n natural que da paso a la selecci¨®n cultural y, con ella, a la creatividad humana. El gozo intelectual empuja y orienta nuestra natural indolencia hacia el conocimiento inteligible, algo decisivo tanto a la hora de sobrevivir como a la hora de sublimar el alma.
?Encaja esta idea en el pensamiento filos¨®fico? Probemos con dos cl¨¢sicos: Friedrich Wilhelm Nietzsche y Friedrich Wilhelm Schelling. Del primero dice su bi¨®grafo R¨¹diger Safranski (Tusquets, 2006): "... para Nietzsche el pensar es un placer sin parang¨®n, en ning¨²n caso quiere renunciar a ¨¦l, y est¨¢ agradecido a la vida por haberle concedido este placer. Quiere vivir para poder pensar. Y en tanto que piensa, soporta aquellos ataques del cuerpo que podr¨ªan quitarle el gusto de vivir". Para Schelling, en cambio, existe una profunda e indestructible tristeza (Schwermut) asociada justo a nuestra facultad de pensar. George Steiner aborda la cuesti¨®n en un breve ensayo titulado nada menos que Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento (Siruela, 2007). ?Hay contradicci¨®n?
Celebro los diez cap¨ªtulos de Steiner como diez propiedades del pensamiento humano. Otra cosa es que de ellas se pueda inferir tristeza. De hecho, el autor dedica el grueso de su fina reflexi¨®n a profundizar en las ra¨ªces del pensamiento, pero poco m¨¢s de una frase en cada caso para insinuar una relaci¨®n con la tristeza. Para Steiner el pensamiento es un fluir ¨ªntimo, desordenado y preling¨¹¨ªstico, muy dif¨ªcil de dominar e imposible de detener. Cierto. Usamos el lenguaje para convertir pensamiento en conocimiento, para ordenarlo, para hacerlo inteligible. Yo dir¨ªa que sin lenguaje es posible pensar, es dif¨ªcil conocer y es imposible comprender. Con el lenguaje empaquetamos el pensamiento, presuntamente infinito, hasta un conocimiento necesariamente finito (palabras, dibujos, ecuaciones, canciones...). De ah¨ª el drama. Resumamos aunque sea mucho:
Primera raz¨®n de tristeza seg¨²n Steiner: no hay conocimiento filos¨®fico ni cient¨ªfico limpio de dudas y de frustraciones. Cierto, ?pero da eso tristeza? Quiz¨¢ no. La tristeza del reo procede justamente de un exceso de certidumbre. Sin una m¨ªnima dosis de incertidumbre no nos interesar¨ªa comprender. El gozo intelectual se cultiva en campos llenos de sombras, no en campos cegados por la luz.
Segunda raz¨®n. Dominar el pensamiento con el lenguaje obliga a una gran concentraci¨®n, una tarea dif¨ªcil e intensa, fatigosa y dolorosa. Cierto, ?da eso tristeza? Quiz¨¢ no. El cerebro se interesa por la singularidad concentrada, no por la uniformidad difusa. El cerebro necesita cambio, como la boca necesita saliva, el coraz¨®n sangre o los pulmones aire. El gozo intelectual es la explosi¨®n de una obsesi¨®n comprimida.
Tercera raz¨®n. S¨®lo podemos acercarnos a nuestro Yo ¨²nico e irrepetible con el pensamiento, pero se trata de una irrepetibilidad con seis mil millones de malas copias repartidas por todo el planeta. Cierto, ?da eso tristeza? Quiz¨¢ s¨ª, pero lo ¨ªntimo se define en lo ajeno. El gozo intelectual requiere una privacidad inmersa en un oc¨¦ano de privacidades. El gozo estalla en la intimidad, s¨ª, pero necesita proyectarse, inmediatamente despu¨¦s, en el mayor n¨²mero posible de otras intimidades.
Cuarta raz¨®n. Cuanto m¨¢s turbulento y ca¨®tico es el pensamiento, m¨¢s dif¨ªcil es dominarlo con el lenguaje. Cierto, ?da eso tristeza? Quiz¨¢ s¨ª, pero la intensidad de un gozo intelectual depende de cu¨¢n fuerte sea la reducci¨®n de la esencia respecto de su mara?a de matices. Cuanto m¨¢s dura es la batalla del lenguaje contra el pensamiento m¨¢s dulce es la victoria por comprender.
Quinta raz¨®n. No podemos dejar de pensar, lo que supone un despilfarro de energ¨ªa. Imposible poner la mente en r¨¦gimen de bajo consumo para ahorrar. Cierto, ?pero da eso tristeza? Quiz¨¢ no. En el caso del cerebro, como en el de ciertos hornos, a¨²n es m¨¢s despilfarro andar encendiendo y apagando. Es m¨¢s dif¨ªcil dejar de pensar que dejar de respirar. La mente en blanco (lo que se consigue con cualquier ejercicio repetitivo) reduce la probabilidad de ocurrencia de un gozo intelectual.
Sexta raz¨®n. La mayor parte de nuestras acciones vitales son autom¨¢ticas. El automatismo es pensamiento mustio. Por ello no podemos comprender buena parte de nuestro propio comportamiento. Otra imperfecci¨®n. Cierto, ?pero da eso tristeza? No para todo el mundo. Para un esp¨ªritu creador, la perfecci¨®n de una comprensi¨®n cerrada es una fuente de tristeza a¨²n mayor. El gozo intelectual crece en las grietas de la perfecci¨®n.
S¨¦ptima raz¨®n (incluye la d¨¦cima). El pensamiento es incapaz de abordar cuestiones trascendentes como la de nuestra propia muerte. La vieja pregunta de Leibniz, ?por qu¨¦ existe algo en lugar de nada?, mana continuamente desde el fondo del alma. Entonces, o sea siempre, florecen toda clase de ideolog¨ªas encargadas de generar ficciones de supervivencia m¨¢s o menos consoladoras. Ocurre tambi¨¦n en ciencia. Einstein, por ejemplo, con su teor¨ªa especial de la relatividad, elimina una de esas c¨¦lebres ficciones superfluas: el ¨¦ter. Todo cierto, ?da eso tristeza? Puede ser, pero es una tristeza que s¨®lo se alivia con una revelaci¨®n m¨ªstica o con algo que se le parece mucho: el gozo intelectual.
Octava raz¨®n. No podemos leer directamente el pensamiento ajeno. Cierto, ?pero da eso tristeza? Quiz¨¢ no. Lo contrario ser¨ªa terror¨ªfico: el fin de la ¨²ltima de las libertades, la libertad de pensamiento. Equivale a una castraci¨®n radical del gozo intelectual.
Novena raz¨®n. Se puede luchar contra las desigualdades de g¨¦nero, econ¨®micas, culturales..., pero no contra la injusticia de una genialidad mal repartida. Cierto, ?pero da eso tristeza? Para muchas almas buenas, quiz¨¢ s¨ª. Todo el mundo puede tener una gran idea, pero s¨®lo el genio (defin¨¢moslo as¨ª) se da cuenta de que una idea es una idea grande. Aqu¨ª tocamos hueso. La ¨²nica esperanza para que una pedagog¨ªa de la genialidad sea posible es que sea posible una pedagog¨ªa del gozo intelectual.
No hay contradicci¨®n entre una tristeza difusa y sostenida y un gozo intelectual concentrado e instant¨¢neo. A m¨ª me salen tantas razones para la tristeza como para la no tristeza. En cambio, curiosamente, los diez puntos de Steiner sirven mejor como condiciones necesarias para la ocurrencia del gozo intelectual. Diez a cero, creo.
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