Una traici¨®n del destino
Familiares de Idoia Rodr¨ªguez cuentan que no le importaba correr riesgos en el servicio a los dem¨¢s
Los restos de Idoia Rodr¨ªguez, la soldado de 23 a?os que falleci¨® el pasado mi¨¦rcoles en un atentado en Afganist¨¢n, a unos 100 kil¨®metros de la base espa?ola en Herat, est¨¢n ya en su tierra natal, Friol (Lugo). El f¨¦retro lleg¨® acompa?ado por una amplia comitiva integrada por sus familiares m¨¢s ¨ªntimos, amigos y su novio, tambi¨¦n militar, con el que ten¨ªa planes de convivencia en pareja.
A la tristeza del duelo se sum¨® la dureza de las condiciones clim¨¢ticas habituales en esta zona occidental de la provincia de Lugo: d¨ªa gris, con viento y lluvia. Mucha lluvia.
"Planeaba comprar un piso con su novio en A Coru?a", comenta una amiga de la fallecida
La capilla ardiente qued¨® instalada en un tanatorio friolense. Decenas de coronas de flores rodearon el f¨¦retro, parcialmente cubierto con la bandera de Espa?a. Quienes se acercaban pod¨ªan ver el rostro de Idoia Rodr¨ªguez.
Sus padres no hab¨ªan querido que se enrolase en las Fuerzas Armadas, pero ella insisti¨® en desarrollar en el Ej¨¦rcito su vocaci¨®n de servicio a los dem¨¢s. Curs¨® estudios de auxiliar de enfermer¨ªa y opt¨® por lo que le gustaba: ser soldado profesional. En el Ej¨¦rcito conoci¨® a su novio, que ayer la acompa?¨® en traje de faena, y "disfrutaba con su trabajo" militar, seg¨²n comentaba ayer uno de sus primos.
Era "alegre", "una artista" y "ten¨ªa habilidades especiales". Es el retrato que hace de ella Dar¨ªo Pena, un vecino que la conoce desde ni?a. Relata que Idoia, con 12 a?os, era capaz de conducir un turismo o estacionar cualquier tipo de maquinaria agr¨ªcola en las inmediaciones del domicilio paterno en San Mamede de Nodar, el pueblo donde ahora descansar¨¢n sus restos, junto al de su querido abuelo.
"Ten¨ªa mucha frescura", a?ade Maite, quien conoci¨® a la soldado a trav¨¦s de unos primos de ¨¦sta. Y la define as¨ª, en t¨¦rminos elogiosos: "Era una ardilla".
Maite no puede evitar los sollozos cuando recuerda los d¨ªas en que Idoia se acercaba por Nodar acompa?ada por su novio. "Formaban una pareja perfecta, eran guap¨ªsimos y ten¨ªan previsto ir a vivir a A Coru?a. Planeaban comprar un piso en esa ciudad", record¨®.
"No hay palabras". As¨ª expresa la imposibilidad de describir sus sentimientos otro primo de Idoia que por la tarde se acerc¨® al tanatorio y que form¨® parte del grupo familiar que acudi¨® al aeropuerto de Santiago a la llegada del f¨¦retro. Tambi¨¦n se suma a los elogios a su pariente, a la que describe como "estudiosa" y "muy alegre". "Notaremos en el pueblo su falta", a?ade.
Jacobo, otro familiar de Idoia que se acerc¨® a la capilla ardiente, coment¨® a la salida que la madre de la soldado, Consuelo, estaba "un poco m¨¢s entera", que el padre, Constantino. Aunque en un principio se muestra esquivo a hablar, no puede contener una reflexi¨®n en voz alta: "Es el destino, y contra eso nada se puede hacer. Lo ten¨ªa todo para triunfar en la vida, y la vida no le quiso dar la oportunidad por la que tanto hab¨ªa trabajado".
Noelia, amiga de la soldado, acudi¨® en varias ocasiones al tanatorio. "No acabo de creer que esto le hubiera pasado a ella, una mujer siempre segura y firme en sus decisiones", confiesa. Coincide en la apreciaci¨®n de que a los padres de Idoia no les agradaba que su ¨²nica hija corriera riesgos pero, explica, "era lo que m¨¢s le gustaba. Fue el destino quien jug¨® en su contra". "Siempre le gust¨® ayudar a los dem¨¢s, y en esas misiones era donde mejor pod¨ªa dar rienda suelta a la bondad que siempre la acompa?¨®", a?ade.
Los elogios para Idoia no llegaron s¨®lo de los j¨®venes. Ni del entorno familiar. Del tanatorio sali¨® visiblemente conmocionada Josefa Villamor, una mujer ya entrada en a?os que conoce a la familia de la soldado. "Muy buena familia", recalca. La diferencia de edad no fue un obst¨¢culo para que mantuviera una "gran convivencia" con Idoia, de la que recuerda que era "muy dulce", "muy lista" y "muy inteligente". Tampoco faltan en sus palabras una referencia a la divinidad al hablar del destino: "Hay que conformarse con lo que manda Dios".
Luego, expresa su comprensi¨®n con el dolor de los padres. "No me extra?a, era hija ¨²nica. Es igual aunque hubiera muchos m¨¢s, porque en realidad duelen todos, pero mayormente cuando es uno solo", musita Josefa, apesadumbrada.
El velatorio en la capilla ardiente termin¨® con una misa. Hoy ser¨¢ el funeral de entierro en el polideportivo de Friol.

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