El pent¨¢logo de Vitoria
Rodr¨ªguez Zapatero ha hablado por fin y nos ha dejado unas a modo de tablas de la ley, con cinco mandamientos para el futuro de la relaci¨®n con el terrorismo. Por lo menos as¨ª las ha tomado la opini¨®n publicada en los medios, que celebra la claridad del discurso presidencial en comparaci¨®n con la ambig¨¹edad de los anteriores. Mucho me temo, sin embargo, que este entusiasmo por la aparente claridad de los preceptos sentados no resiste un an¨¢lisis reposado de los t¨¦rminos del discurso presidencial. Sucede, en efecto, que el verdadero sentido de los textos s¨®lo se obtiene a veces "cepill¨¢ndolos a contrapelo", como dec¨ªa Walter Benjamin. Es decir, sac¨¢ndolos del contexto interpretativo preconstituido y forz¨¢ndolos en su desnudez para que revelen su secreto, por mucho que ¨¦ste no sea el que se desea escuchar. Este es el m¨¦todo que les proponemos.
En cuanto al fondo de la negociaci¨®n, persiste el esquema ambiguo y borroso de premio pol¨ªtico a cambio de paz
Si se lee a contrapelo, muestra aspectos que suponen, m¨¢s que otra cosa, un alivio para ETA-Batasuna
En primer lugar, Rodr¨ªguez Zapatero proclama que el PSOE (enti¨¦ndase "el Gobierno") est¨¢ por "un acuerdo plural entre partidos para fijar el futuro pol¨ªtico de esta tierra", pero que "no dar¨¢ un paso adelante mientras subsista la violencia". Si se lee a contrapelo, esta proposici¨®n nuclear muestra algunas vetas de sentido que, m¨¢s que otra cosa, suponen un verdadero alivio para ETA-Batasuna. En efecto, al decir el presidente que el futuro pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco requiere de un renovado acuerdo ¨ªnter-partidario, y que este acuerdo no tendr¨¢ lugar en ning¨²n caso hasta que cese la violencia, est¨¢ impl¨ªcitamente confirmando que mientras ETA/Batasuna no decidan incorporarse al acuerdo, ¨¦ste no tendr¨¢ lugar. Y excluir a priori la posibilidad de un acuerdo pol¨ªtico sin ETA-Batasuna es tanto como conceder a ¨¦stos la llave para abrirlo. Sin vosotros no hay acuerdo, sois imprescindibles, as¨ª que tranquilos: ¨¦se es el mensaje subterr¨¢neo. Al renunciar a un acuerdo entre el 90% de ciudadanos vascos dem¨®cratas (e incluso a amagar un movimiento en esa direcci¨®n), se otorga graciosamente al 10% radical el protagonismo absoluto en la apertura del proceso. No s¨®lo esto, sino que, adem¨¢s, la oferta no est¨¢ sujeta a plazo de caducidad: os esperaremos tanto como haga falta, se dice a los radicales terroristas. Y por ¨²ltimo, se establece con firmeza una relaci¨®n condicional entre el fin de la violencia y el acuerdo pol¨ªtico inclusivo, un do ut des en toda regla: si abandon¨¢is la violencia haremos un acuerdo pol¨ªtico que os incluya.
Esta relaci¨®n entre "fin de la violencia" y "acuerdo pol¨ªtico inclusivo" plantea el problema t¨ªpico de todas las obligaciones con contraprestaciones rec¨ªprocas, un problema que la ciencia jur¨ªdica ha explorado a fondo desde hace siglos: la cuesti¨®n dif¨ªcil del sinalagma contractual, es decir la relaci¨®n tanto gen¨¦tica como funcional que se establece entre las dos prestaciones comprometidas. Determinar c¨®mo afecta el cumplimiento o incumplimiento de una de ellas a la otra, o qu¨¦ ocurre en los casos de cumplimiento defectuoso o incompleto, el asunto del orden temporal de cumplimiento, los efectos de su reciprocidad, etc. Desde esta experiencia secular se puede se?alar con bastante seguridad que la imprecisi¨®n en la definici¨®n exacta del sinalagma acarrea inevitablemente un defectuoso funcionamiento del esquema negociador en el futuro, pues alienta los forcejeos de cada parte para renegociar a su favor las prestaciones rec¨ªprocas inicialmente mal perfiladas. Y todo hace temer que, en nuestro caso, existe esa mala definici¨®n de las prestaciones, puesto que sus t¨¦rminos incurren en una ambig¨¹edad significativa. En efecto, a ETA-Batasuna se le oferta un "acuerdo pol¨ªtico inclusivo sobre el futuro de esta tierra", expresi¨®n muy inconcreta. En primer lugar, porque habla de "esta tierra" en lugar de citar un ¨¢mbito institucional determinado, lo que difumina su alcance exacto. Y en segundo, y m¨¢s importante, porque los destinatarios de la oferta pueden leg¨ªtimamente suponer que si se les ofrece un acuerdo es porque se aceptar¨¢n en alg¨²n grado sus pretensiones (si no fuera as¨ª, ?qu¨¦ acuerdo ser¨ªa ¨¦se?). Y si se les induce a creerlo, probablemente forcejear¨¢n m¨¢s adelante para incluir el m¨¢ximo de ellas. La predicci¨®n es que si no se celebra el acuerdo que una parte supone, tampoco se dar¨¢ el fin de la violencia que la otra espera, al igual que no se entrega una mercanc¨ªa sana cuando se recibe moneda devaluada
La otra definici¨®n del sinalagma es la de las condiciones para abrir el di¨¢logo. Y en este punto s¨®lo tenemos una frase de Rodr¨ªguez Zapatero: "Para hablar de paz hay que olvidar, y para siempre, la violencia". Los practicantes del wishful thinking entienden que el establecimiento de un nuevo proceso de di¨¢logo requiere, seg¨²n el presidente, "el cese completo y definitivo" de la violencia (a subrayar que la palabra "completo" la a?aden los ex¨¦getas, pues no figura en el original). Sin embargo, es dudoso que el sentido de esta frase sea algo m¨¢s que la ret¨®rica ampulosa que utiliza Rodr¨ªguez Zapatero para disfrazar sus intenciones. Porque, si para hablar de paz se requiriera de verdad el "olvido" de la violencia, no podr¨ªa entablarse el di¨¢logo hasta finales de siglo en el mejor de los casos, teniendo en cuenta los precedentes (los espa?oles estamos todav¨ªa construyendo el olvido de la violencia de la guerra civil de hace m¨¢s de setenta a?os). Iron¨ªa aparte, no parece serio que se pretenda deducir de una frase tan cargada de ret¨®rica la precisi¨®n concreta de los requisitos exigibles a ETA-Batasuna para la apertura de un nuevo proceso de di¨¢logo. Y como el presidente no es tonto, ni habla por hablar, s¨®lo cabe pensar que esa vacuidad ampulosa esconde una decisi¨®n consciente: la de reservarse de momento la concreci¨®n de esos requisitos, de forma que tenga las manos libres para obrar en funci¨®n de las futuras circunstancias.
La conclusi¨®n de este an¨¢lisis a contrapelo es, entonces, la de que, en cuanto al fondo de la negociaci¨®n, persiste el esquema ambiguo y borroso de premio pol¨ªtico a cambio de paz, el mismo que demostr¨® sus carencias en Barajas. Y en lo que respecta al tiempo, el presidente se reserva la decisi¨®n en cuanto a su oportunidad, envolviendo esa reserva en nubes de ret¨®rica. Vamos, que nada ha cambiado, por mucho que se afirme lo contrario. O precisamente por ello.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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