El capitalismo global no tiene rivales
En Rusia y China existe desde la propiedad estatal hasta la propiedad privada
La historia del capitalismo no indica precisamente que sea un sistema capaz de corregirse a s¨ª mismo
El capital mundial se parece cada vez m¨¢s al petr¨®leo en la bodega de un buque, y cada vez hay menos tabiques que impidan que se mueva de un lado a otro
El islamismo no propone un sistema econ¨®mico alternativo y tampoco tiene capacidad de atracci¨®n fuera de la 'umma' musulmana
La genialidad del capitalismo contempor¨¢neo no es s¨®lo que da a los consumidores lo que quieren, sino que les hace desear lo que puede darles
Cu¨¢l es la gran obviedad que todos pretendemos ignorar? Es el triunfo global del capitalismo. La democracia est¨¢ cuestionada. La libertad est¨¢ amenazada incluso en viejas democracias como el Reino Unido. La supremac¨ªa de Occidente se desliza cuesta abajo. En cambio, todo el mundo practica el capitalismo. Los norteamericanos y los europeos. Los indios. Los oligarcas rusos y los pr¨ªncipes saud¨ªes. Hasta los comunistas chinos. Y ahora, los miembros del kibbutz m¨¢s antiguo de Israel, la ¨²ltima gran esperanza del socialismo igualitario, han votado para introducir sueldos variables en funci¨®n del rendimiento individual. Si Karl Marx levantara la cabeza... Aunque tal vez no dir¨ªa nada, porque algunos de sus textos predijeron de forma inquietante esta era nuestra del capitalismo globalizado. Su receta fracas¨®, pero su descripci¨®n fue prof¨¦tica.
?ste es el gran acontecimiento del comienzo del siglo XXI, tan importante y tan obvio que no solemos detenernos a pensar lo extraordinario que es. Pero no siempre fue as¨ª. "?Puede sobrevivir el capitalismo?", preguntaba el pensador socialista brit¨¢nico G. D. H. Cole en un libro publicado en 1938 con el t¨ªtulo Socialism in evolution. Su respuesta era "no". Detr¨¢s vendr¨ªa el socialismo. Y casi todos los lectores de este peri¨®dico, en 1938, habr¨ªan estado seguramente de acuerdo.
?Cu¨¢les son las grandes alternativas ideol¨®gicas que se ofrecen hoy? El "socialismo del siglo XXI" de Hugo Ch¨¢vez sigue pareciendo un fen¨®meno local o, como mucho, regional, que puede practicarse sobre todo en pa¨ªses petrol¨ªferos. El islamismo, al que a veces se califica de gran rival del capitalismo democr¨¢tico en una nueva lucha ideol¨®gica, no propone un sistema econ¨®mico alternativo (aparte de las peculiaridades de la econom¨ªa isl¨¢mica) y tampoco tiene capacidad de atracci¨®n fuera de la umma musulmana. A la mayor¨ªa de los activistas antiglobalizaci¨®n, altermundialistas e incluso verdes se les da mucho mejor se?alar los fallos del capitalismo globalizado que sugerir alternativas para todo el sistema. "Sustituyamos el capitalismo por algo m¨¢s bonito", dec¨ªa un cartel en una manifestaci¨®n del Primero de Mayo de hace unos a?os en Londres.
Evidentemente, existe un problema de definici¨®n. ?Es verdaderamente capitalismo lo que practican las compa?¨ªas de propiedad estatal en Rusia y China? ?Acaso la esencia del capitalismo no es la propiedad privada? Uno de los principales te¨®ricos de Estados Unidos sobre el capitalismo, Edmund Phelps, de la Universidad de Columbia, ofrece una definici¨®n todav¨ªa m¨¢s restringida. Para ¨¦l, lo que tenemos en gran parte de Europa continental, compa?¨ªas en manos de m¨²ltiples accionistas, no es capitalismo propiamente dicho, sino corporatismo. El capitalismo, dice, es "un sistema econ¨®mico en el que el capital privado tiene libertad relativa para innovar e invertir sin necesidad de permisos del Estado ni luz verde de comunidades y regiones, trabajadores y otros de los llamados interlocutores sociales". Si eso es as¨ª, la mayor parte del mundo no es capitalista. En mi opini¨®n, es una definici¨®n demasiado restrictiva. Lo que tenemos en Europa tiene que ser capitalismo en sus diversas variedades, desde las econom¨ªas de mercado m¨¢s liberales, como Gran Breta?a e Irlanda, hasta econom¨ªas corporatistas m¨¢s coordinadas como Alemania y Austria.
El leninismo chino
En Rusia y China existe todo un espectro desde la propiedad estatal hasta la propiedad privada. En las compa?¨ªas controladas por el Estado, las decisiones se toman teniendo m¨¢s en cuenta factores que no son s¨®lo el deseo de sacar el m¨¢ximo beneficio, pero son empresas que tambi¨¦n funcionan en los mercados nacionales e internacionales y hablan, cada vez m¨¢s, el lenguaje del capitalismo globalizado. En el Foro Econ¨®mico Mundial de este a?o en Davos o¨ª c¨®mo Alexander Medvedev, el presidente de Gazprom, defend¨ªa su trayectoria diciendo que su compa?¨ªa es una de las cinco primeras del mundo en capitalizaci¨®n de mercado y que se dedica constantemente a buscar la rentabilidad para sus accionistas, entre los que est¨¢, por casualidad, el Estado ruso. Estas palabras sugieren, como m¨ªnimo, que el discurso del capitalismo global es ya hegem¨®nico. El "capitalismo leninista" de China es un gran caso l¨ªmite, pero el paso de cangrejo de sus empresas hacia lo que podr¨ªamos considerar un comportamiento m¨¢s bien capitalista est¨¢ mucho m¨¢s claro que cualquier posible avance de su Estado hacia la democracia.
?Significa esta falta de alternativa ideol¨®gica clara que el capitalismo tiene asegurado un largo futuro? Ni mucho menos. El triunfo sin precedentes que ha tenido el capitalismo globalizado en los dos ¨²ltimos decenios ha ido acompa?ado de nuevas amenazas contra su futuro. No son exactamente las famosas "contradicciones" de las que hablaba Marx, pero pueden ser fen¨®menos todav¨ªa m¨¢s graves. Para empezar, la historia del capitalismo en los ¨²ltimos 100 a?os no indica precisamente que sea un sistema capaz de corregirse a s¨ª mismo. Como se?ala George Soros (que debe de saber de lo que habla), los mercados mundiales pierden el equilibrio con m¨¢s frecuencia que nunca, y est¨¢n al borde de un desequilibrio a¨²n mayor. El sistema ha necesitado una y otra vez la mano visible de unas medidas correctoras de tipo pol¨ªtico, fiscal y legal para complementar la mano invisible del mercado. Y cuanto m¨¢s crezca, m¨¢s dura ser¨¢ la ca¨ªda.
Un buque petrolero es m¨¢s estable que un bote neum¨¢tico, pero, si los tabiques internos del buque se rompen y el petr¨®leo empieza a moverse de un lado a otro en una tormenta, la cosa acabar¨¢ en desastre. El capital mundial se parece cada vez m¨¢s al petr¨®leo en la bodega de un buque enorme, y cada vez hay menos tabiques que impidan que se mueva de un lado a otro.
Est¨¢n adem¨¢s las desigualdades. Por lo que se ve, una de las caracter¨ªsticas del capitalismo globalizado es que recompensa de manera desproporcionada a los que lo hacen bien, independientemente de que est¨¦n en la City de Londres, en Shanghai, en Mosc¨² o en Bombay. ?Qu¨¦ repercusiones pol¨ªticas tendr¨¢ que haya un peque?o grupo de gente tremendamente rica en pa¨ªses en los que la mayor¨ªa sigue siendo terriblemente pobre? En econom¨ªas m¨¢s avanzadas, como el Reino Unido y EE UU, es posible que a una clase media razonablemente acomodada, con un nivel de vida personal que mejora lentamente, le moleste menos que haya un peque?o grupo de superricos, cuyas extravagancias, adem¨¢s, le proporcionan entretenimiento habitual de tipo sensacionalista. Pero si muchas personas de clase media empiezan a sentir que les perjudica personalmente el mismo proceso de globalizaci¨®n que est¨¢ haciendo que acaben podridos de dinero los pocos escogidos que administran el dinero, al mismo tiempo que trasladan sus puestos de trabajo a India, es posible que se produzca una reacci¨®n. No hay m¨¢s que ver a Lou Dobbs en CNN para hacerse una idea de la ret¨®rica que se nos avecina.
Sin embargo, lo m¨¢s importante de todo es el dilema ineludible de que este planeta no puede sostener a 6.500 millones de personas que vivan como lo hacen hoy los consumidores de clase media del rico hemisferio norte. Agotar¨ªamos en s¨®lo unos cuantos decenios unos combustibles f¨®siles que tardaron 400 millones de a?os en acumularse y, como consecuencia, cambiar¨ªamos el clima de la Tierra. Es posible que "sostenibilidad" sea una palabra gris y aburrida, pero es el mayor reto al que se enfrenta el capitalismo globalizado actual. Por muy ingeniosos que sean los capitalistas modernos a la hora de dar con tecnolog¨ªas alternativas -que lo ser¨¢n, y mucho-, eso quiere decir que en alg¨²n momento los consumidores m¨¢s ricos tendr¨¢n que resignarse a tener menos, y no cada vez m¨¢s.
L¨®gica fundamental
Marx pensaba que al capitalismo le ser¨ªa dif¨ªcil encontrar consumidores para los bienes que las t¨¦cnicas de producci¨®n mejoradas le permit¨ªan crear. Por el contrario, el capitalismo se ha vuelto experto en un nuevo tipo de producci¨®n: la fabricaci¨®n de deseos. La genialidad del capitalismo contempor¨¢neo no es s¨®lo que da a los consumidores lo que quieren, sino que les hace desear lo que puede darles. Esa l¨®gica fundamental de unos deseos en expansi¨®n constante es la que resulta insostenible a escala mundial. Ahora bien, ?estamos dispuestos a renunciar a ella? Quiz¨¢ nos guste aislar nuestros lofts, reciclar nuestros peri¨®dicos e ir en bicicleta al trabajo, pero ?estamos dispuestos a conformarnos con menos para que otros puedan tener m¨¢s? ?Estoy dispuesto yo? ?Lo est¨¢n ustedes?
www.timothygartonash.com
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia
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