'El conseguidor'

Alejandro Agag quiere ser el pr¨®ximo amo de la f¨®rmula 1. Suceder a Bernie Ecclestone, de 76 a?os, primera fortuna del Reino Unido y desde hace tres d¨¦cadas dictador del automovilismo mundial. Agag, de 36 a?os, se ha convertido en tan s¨®lo cinco en una figura ubicua en el circo del motor. Donde se mueven cada temporada 6.000 millones de euros. Un universo de megayates y aviones privados; donde coinciden millonarios y monarcas y circulan las influencias. El mejor observatorio para olfatear negocios. Conocer gente. Cobrar comisiones. Y pasarlo bien. Porque Agag es, sobre todo, "un vitellone" (un vividor), seg¨²n la definici¨®n de Fabio Corsico, antiguo hombre fuerte del superministro de Econom¨ªa de Berlusconi, Giulio Tremonti, y hoy director de comunicaci¨®n del millonario Gaetano Caltagirone (ambos del complejo pol¨ªtico-financiero de Agag en Italia).

Agag a¨²n tiene casa en Madrid: un ¨¢tico de dos millones junto a la mansi¨®n de la duquesa de Franco

En su entorno ya definen a Alejandro Agag como "el hombre de la f¨®rmula 1 en Espa?a"

Dur?o Barroso apoy¨® su fichaje como director general del Banco Portugu¨¦s de Negocios

"Tener relaciones con Agag daba cach¨¦ en Madrid", concluye un ex dirigente de Nuevas Generaciones

"Bernie Ecclestone trata a Alejandro como a un hijo", dice Adri¨¢n Campos, ex piloto de f¨®rmula 1

Agag hace ganar dinero a su suegro, Aznar, como consejero del imperio medi¨¢tico de Murdoch

Negoci¨® junto a Ernesto S¨¢enz de Buruaga que Mutua Madrile?a patrocinase a Fernando Alonso

Ha creado un fondo de alto riesgo con sede en Londres para canalizar el dinero de sus amigos

Encantador, listo y un poco fr¨ªvolo. Educado por el Opus. Maestro del halago. Adicto a su buena estrella. Pagado de s¨ª mismo. Subestimar a Alejandro Agag es un error. No es tonto. Detr¨¢s de su sonrisa se esconde un fr¨ªo calculador envuelto en buenas maneras. Ambicioso. Entusiasta de un modelo de sociedad a la italiana en que se entremezclan pol¨ªtica, negocios y medios de comunicaci¨®n. Agag no quiere ser Aznar; Agag quiere ser Murdoch o Berlusconi: tener dinero, poseer televisiones y manejar a primeros ministros. Para Agag es mucho m¨¢s divertido influir que mandar.

En primera fila de la f¨®rmula 1. Misi¨®n imposible saber en funci¨®n de qu¨¦. Siempre en medio. En los boxes de las escuder¨ªas y los despachos de la pol¨ªtica y el patrocinio deportivo. De China a Emiratos ?rabes pasando por Madrid. Donde a¨²n tiene casa: un ¨¢tico de dos millones junto a la mansi¨®n de la duquesa de Franco. Desde hace cuatro a?os, afincado con su mujer, Ana Aznar (que trabaja en su doctorado de Psicolog¨ªa), y sus dos hijos, en Londres, capital de la f¨®rmula 1. Inmueble victoriano de alquiler en Chelsea, a un suspiro de la casa-oficina de Ecclestone, en el 6 de Princess Gate, y del ¨¢tico versallesco de Flavio Briatore, todopoderoso director del equipo Renault, en Cheynne Walk. Con ellos almuerza a diario en la taberna favorita de Bernie, el Swag and Tails, o en el exclusivo italiano de Flavio, el Cipriani, al que los dos han bautizado jocosamente "la cantina". Jamones de bellota para Ecclestone. Oficina an¨®nima en Mayfair, entre brokers de medio mundo, junto a Flavio, su professore.

Nadie parece saber cu¨¢l es el papel de Alejandro Tarik Agag en la f¨®rmula 1. Si va de farol o tiene poder real. La lista de ocupaciones que se le atribuyen es extensa. Socio de Flavio Briatore. Ojos y o¨ªdos en Espa?a de Ron Dennis, millonario patr¨®n del equipo Mclaren (en el que correr¨¢ esta temporada Fernando Alonso). Hombre para todo del equipo Renault. Due?o de los derechos televisivos de la f¨®rmula 1 en nuestro pa¨ªs. Capo de la GP2, segunda divisi¨®n del automovilismo. Captador y canalizador de inversi¨®n publicitaria. Promotor de una escuder¨ªa con capital chino e infraestructura coreana. Cabeza de un lobby para que Valencia se convierta en sede de un Gran Premio de f¨®rmula 1: el ¨²ltimo ¨®rdago electoral de su viejo amigo Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana. (?Amigo? ?Pero Agag no era un fiel zaplanista en los primeros compases del duelo fratricida Zaplana-Camps?).

?l ni confirma ni desmiente. Sonr¨ªe. Sin embargo, en su entorno ya le definen como "el hombre de la f¨®rmula 1 en Espa?a". "En todos los pa¨ªses hay un Agag, y Espa?a se ha convertido en un mercado de primera con la alonsoman¨ªa. Hay mucho dinero en juego. S¨®lo Tele 5 va a ingresar 100 millones de euros en publicidad en las cinco temporadas que est¨¢ retransmitiendo los grandes premios. Hay cola de empresarios dispuestos a meter unos millones en el circo. Y necesitan alguien que les asesore. Agag fue el primero en darse cuenta del negocio". ?Pero en qu¨¦ consiste su trabajo? "Huele, ve, escucha, presenta a gente, organiza reuniones". ?Y qu¨¦ aporta? "Buenas ideas y buenos contactos para buenos negocios".

La importancia de la agenda. "?Sabe lo que har¨ªan Aznar y Agag en un gimnasio?", pregunta al periodista un antiguo miembro de la Administraci¨®n del PP. Y ¨¦l mismo contesta: "Aznar se dedicar¨ªa a hacer pesas, y Alejandro, a hacer amigos. Se complementan".

La tarjeta de memoria de su tel¨¦fono Nokia no tiene precio. Alejandro Tarik Agag lo tuvo claro desde sus comienzos: en esta vida hay que cultivar los contactos. Su padre, Joseph Agag, de origen argelino, un bancario y consultor de inversiones en el Magreb, y su madre, Soledad Longo, una secretaria biling¨¹e, le dotaron de idiomas, un leve aroma internacional y algunas ¨ªnfulas sociales. Sin embargo, no eran ricos. Y Alejandro siempre tuvo querencia por los ricos. En su colegio, el Retamar, del Opus Dei, se mezcl¨® con la mejor burgues¨ªa madrile?a. En el Colegio Universitario de Estudios Financieros (Cunef), donde estudi¨® la carrera rodeado de sonoros apellidos, cre¨® una asociaci¨®n de estudiantes para codearse con los poderosos de la ¨¦poca, a los que invitaba a dar charlas; por all¨ª pasaron desde Mariano Rubio y Mario Conde hasta Carlos Solchaga y Abel Matutes. Despu¨¦s se los llevaba a cenar.

Ya como ayudante de Aznar, a partir de 1996, dio conversaci¨®n en la antesala del presidente a los poderosos del pa¨ªs mientras esperaban audiencia. Eficaz y encantador. Los ministros le preguntaban: "?Alejandro, c¨®mo est¨¢ hoy de humor el jefe? Si est¨¢ cabreado le llamo m¨¢s tarde". Y ¨¦l daba el parte. Junto a Aznar pisar¨ªa el Despacho Oval con Clinton y Bush, compartir¨ªa la intimidad de los Blair en Chequers y de Berlusconi en Villa di Arcore. A partir de 1999, secretario general del Partido Popular Europeo en Bruselas, migrar¨ªan en direcci¨®n a su agenda Angela Merkel, Nicolas Sarkozy o Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso. Todos han llegado a la cima. En 2002, este ¨²ltimo, ya primer ministro conservador de Portugal, apoyar¨ªa su fichaje como director general del Banco Portugu¨¦s de Negocios, muy unido a la formaci¨®n pol¨ªtica que presid¨ªa, el PSD. Nadie supo jam¨¢s en el banco cu¨¢l era la misi¨®n de Agag. Ni siquiera ten¨ªa despacho en Londres. Trabajaba en casa.

Y hoy, ?cu¨¢l es su papel en la f¨®rmula 1? En el circo hay rumores para todos los gustos. Unos hablan de su papel de comisionista. Los hay que prefieren denominarle "abrepuertas". Y tambi¨¦n, "El Conseguidor". Palos de ciego. Ni los ¨ªntimos saben a qu¨¦ se dedica Alejandro. No es algo nuevo en su vida. M¨¢s all¨¢ de su maestr¨ªa para las relaciones p¨²blicas, es opaco. Como buen licenciado (aunque regular estudiante) en finanzas, es un experto en inflar la cotizaci¨®n de sus acciones. Se vende como nadie. Est¨¢ con los que mandan. Luego, que cada uno extraiga sus conclusiones.

Durante seis a?os funcion¨® como una extensi¨®n de Aznar. Se hicieron amigos. Una misi¨®n complicada con el adusto presidente. Alejandro sab¨ªa llevarle. "No es dif¨ªcil, porque nunca est¨¢ de buen o mal humor, no tiene humor", dijo sobre su jefe. Cuando era su ayudante, jugaban juntos al p¨¢del. Incluso se permit¨ªa hacerle bromas. Ante el pasmo de los funcionarios de Moncloa. La cuesti¨®n era que el jefe dijera cinco para que Agag saltara: "Por el culo te la hinco". Aznar se tronchaba. Tambi¨¦n se hizo amigo de Ana Botella. Era uno m¨¢s de la familia. Un hecho que comenz¨® a extenderse por Madrid. Y a¨²n m¨¢s en los dos ¨²ltimos a?os de presidencia de Aznar, tras la boda de Estado con su hija en El Escorial. "Cuando Alejandro dec¨ªa algo, supon¨ªamos que el jefe hablaba por su boca", dice un miembro del PP. "As¨ª naci¨® el clan de Becerril, como un grupo de presi¨®n aznarista guiado por Alejandro que iba a tener mucho poder con Rajoy de presidente. Pero que cuando perdimos las elecciones y Agag hizo mutis, se disolvi¨® como un azucarillo. Ninguno ha pillado con Rajoy. No ha habido relevo generacional. Hay mucha gente frustrada".

En 2002 y 2003, en sus primeras operaciones financieras tras dejar la pol¨ªtica, algunos de sus clientes a¨²n cre¨ªan adivinar el paraguas del suegro guareciendo los negocios del yerno. En el entorno del BBVA le recuerdan ofreci¨¦ndose con descaro para intermediar en la puja de varios grupos para la toma de control de la inmobiliaria Metrovacesa, "como si el pa¨ªs fuera suyo". "Tener relaciones con Agag daba cach¨¦ en Madrid", se?ala un ejecutivo que le conoce de la ¨¦poca de Nuevas Generaciones.

Despu¨¦s, Agag funcion¨® como una extensi¨®n de Silvio Berlusconi, el hombre m¨¢s rico de Italia. Due?o de las tres principales cadenas de televisi¨®n del pa¨ªs y principal accionista de Tele 5. Agag le colm¨® de favores. Y Berlusconi es muy agradecido. Lo confirma Aznar en su libro Retratos y perfiles: "Berlusconi tiene un alto sentido de la amistad y la lealtad debida a los amigos. No olvida nunca a qui¨¦n le ayud¨®, y siempre est¨¢ dispuesto a devolver un favor". El ex presidente a?ade: "Berlusconi me dice que yo he sido su maestro en la vida pol¨ªtica. Incluso me llama su profesor cuyas instrucciones sigue puntualmente".

Agag presume de estar tocado por la fortuna. Y es cierto, ha tenido mucha suerte en su carrera pol¨ªtica. Consigui¨® influencia social y pol¨ªtica como ayudante del presidente del Gobierno. A¨²n tuvo m¨¢s suerte al convertirse en secretario general del Partido Europeo, un cargo que consigui¨® con s¨®lo 28 a?os tras postularse (siempre por persona interpuesta), ante Aznar. Por si fuera poco, el d¨²o Aznar-Agag tuvo la suerte de que en 1999, cuando Agag aterriza en el PPE, la derecha no gobernaba en ning¨²n pa¨ªs importante de la Uni¨®n Europea. Todos estaban en la oposici¨®n. Aznar era la referencia pol¨ªtica. Y el d¨²o hizo de las suyas.

Para empezar, marginaron entre la derecha europea al Partido Nacionalista Vasco; lo humillaron a conciencia hasta echarlo del PPE. Tras una nueva vuelta de tuerca, lo expulsaron de la Internacional Dem¨®crata de Centro que presid¨ªa Aznar. El presidente estaba exultante con Agag, que, adem¨¢s, le ayudaba con los idiomas, le presentaba gente interesante y le sentaba bien en las reuniones.

Su segunda gran operaci¨®n fue legitimar a Berlusconi entre la derecha europea. Berlusconi necesitaba ingresar en el PPE para borrar su imagen de empresario corrupto metido en pol¨ªtica para evitar la c¨¢rcel. Necesitaba con urgencia entrar en el PPE para ser respetado entre los conservadores europeos, alzarse sobre la atomizada derecha italiana y ganar las elecciones. La estrategia para su ingreso la marc¨® Agag. Durante un viaje a Mil¨¢n en marzo de 1999, invitado por Il Cavaliere, con derbi de f¨²tbol incluido en San Siro entre el Inter y el Milan (propiedad de Berlusconi) y posterior cena en su apartamento milan¨¦s, formalizaron el pacto. Y sellaron su amistad. "Se dieron cuenta de que eran iguales", dice un conocido de ambos. "Y se hicieron ¨ªntimos".

En octubre de 1999, Forza Italia ingresaba en el PPE. En mayo de 2001 ganaba las elecciones en Italia. Berlusconi era nombrado primer ministro. Entre las dos fechas, Agag a¨²n le prestar¨ªa dos importantes servicios. El primero, descalificar desde su tribuna de secretario general del PPE un art¨ªculo de portada del semanario brit¨¢nico The Economist (la biblia de la derecha liberal) que pon¨ªa en cuesti¨®n la capacidad de Berlusconi para gobernar Italia. "Es un complot de la izquierda europea contra Berlusconi", bram¨® Agag. El segundo, participar en el mitin de fin de campa?a de Forza Italia en Roma, en 2001, junto a Berlusconi y Pier Ferdinando Casini, delf¨ªn de Il Cavaliere y yerno de Gaetano Caltagitrone, propietario del diario Il Messagero, en el que Aznar ser¨ªa fichado como columnista. A su vez, cuando Aznar abandon¨® la presidencia de la Internacional Dem¨®crata de Centro, en enero de 2006, le cedi¨® el puesto a Casini, invitado a la boda de El Escorial. Asuntos de familia.

Con Berlusconi, Agag entr¨® en Italia por la puerta grande. Bajo su amparo visit¨® despachos y discotecas, conoci¨® y present¨® a gente, intermedi¨® en negocios. Terminaron en desastre. Como sus gestiones a favor de la inmobiliaria Metrovacesa, en junio de 2002, a la que busc¨® un socio italiano supuestamente amistoso (Caltagirone) que al final lanz¨® una opa hostil contra la empresa, que no sali¨® adelante, pero a punto estuvo de arruinar a los socios espa?oles. El papel de Agag en la operaci¨®n nunca fue di¨¢fano. A¨²n hoy, en el entorno de Metrovacesa afirman que Agag "nos meti¨® a la zorra en el gallinero. Los italianos pensaron que estando con el yerno del presidente del Gobierno de conseguidor, la opa no se les escapaba. Y no fue as¨ª. Esto no es Italia".

Su siguiente gran operaci¨®n fallida en Italia fue el intento de toma de control del grupo italiano de medios de comunicaci¨®n RCS (accionista mayoritario de El Mundo y muy cr¨ªtico con Il Cavaliere), en el verano de 2005, junto a un grupo de empresarios afines a Berlusconi. La oscura operaci¨®n pol¨ªtico-financiera, que pretend¨ªa allanar la victoria de Berlusconi en las elecciones de 2006, se sald¨® con su amigo, el inquietante millonario Stefano Ricucci, entre rejas. Y con ¨¦l mismo declarando ante la Fiscal¨ªa de Roma. Agag afirm¨® ante los jueces que el empresario franc¨¦s Arnaud Lagard¨¨re (¨ªntimo del l¨ªder de la derecha francesa Nicolas Sarkozy) le pidi¨® que ojeara en Italia ocasiones para comprar alg¨²n medio. Y que Agag, cuando se enter¨® de la operaci¨®n en marcha contra RCS, se puso en contacto con Ricuzzi y comi¨® con ¨¦l para conocer su estrategia. Ricuzzi le habl¨® de una opa hostil, Agag transmiti¨® la informaci¨®n y Lagard¨¨re dijo que no le interesaba. Conversaciones de amigos. Sin papeles ni contratos.

Tras la era Berlusconi, Agag funcion¨® como una extensi¨®n del empresario del ocio y la f¨®rmula 1 Flavio Briatore. Se conocieron de copas en Porto Cervo (Cerde?a). Se hicieron amigos. Ten¨ªan las mismas aficiones. Con poco m¨¢s de 20 a?os, Alejandro Agag mont¨® en Madrid un local bautizado Tarambana para ligar y conocer gente. Y Flavio es el propietario de Billionaire, el club m¨¢s chic de la Costa Esmeralda. A su lado, Agag se dej¨® ver en los grandes premios. Los yates. Y los despachos. Y todos en el circo dieron por sentado que ten¨ªa poder.

Ahora, Alejandro Agag juega a ser una extensi¨®n de Ecclestone, el due?o de la f¨®rmula 1; el que decide qui¨¦n entra y qui¨¦n no. "Con Bernie, si est¨¢s de su lado, lo que quieras", afirman en el entorno de Agag. "Bernie trata a Alejandro como a un hijo", comenta Adri¨¢n Campos, ex piloto de f¨®rmula 1. La versi¨®n oficial es que Bernie y Alejandro se conocieron a mediados de los noventa durante un Gran Premio en San Marino y se fueron haciendo amigos. La segunda versi¨®n cuenta que Agag fue el ¨²nico alto cargo europeo que recibi¨® a Ecclestone en Bruselas cuando pend¨ªa sobre ¨¦l, por un lado, la amenaza de una investigaci¨®n de las autoridades comunitarias por el monopolio de los derechos televisivos de la f¨®rmula 1, y por otro, la prohibici¨®n de la publicidad de tabaco en el automovilismo en la UE. En aquel annus horribilis, s¨®lo Agag le consol¨®. "Y si eres leal con Bernie, Bernie es leal contigo", afirma un profesional de la f¨®rmula 1. Y todos en el circo contienen la respiraci¨®n.

Porque la f¨®rmula 1 es Ecclestone. El hombre que convirti¨® las carreras de coches en una gigantesca m¨¢quina de hacer dinero; una plataforma comercial donde todo se compra y se vende. Y donde ¨¦l se queda unos c¨¦ntimos por cada euro que cambia de mano. Es el padrino. Adivin¨® en los setenta el papel que iba a tener la televisi¨®n en el futuro del automovilismo y el precio que iban a alcanzar los derechos de emisi¨®n con el aumento de audiencias y la aparici¨®n de las cadenas privadas. Los adquiri¨® hasta 2110 por 360 millones. Hoy, su porcentaje de acciones en la sociedad que gestiona la f¨®rmula 1 es m¨ªnimo, pero a¨²n gobierna en solitario. "Todos los actores de la f¨®rmula 1 saben que mientras Bernie est¨¦ al frente, ganan dinero. Pero nadie se atreve a pensar qu¨¦ pasar¨¢ cuando falte. Tiene 76 a?os y un triple bypass", explica un profesional de la f¨®rmula 1.

Ecclestone fue un visionario. Y el d¨²o Briatore-Agag lo ha sido con la creaci¨®n del mito Fernando Alonso. Sin Alonso, la f¨®rmula 1 en Espa?a no es nada. En 1996, Tele 5 termin¨® retransmitiendo los grandes premios de madrugada y en diferido ante unas cifras de audiencia que nunca superaron los 200.000 espectadores. Al a?o siguiente, TVE se hizo con los derechos y emiti¨® las carreras por La 2 con audiencias de 600.000 personas. Un desastre. En 2002, ninguna cadena espa?ola puj¨® por los derechos. "Ecclestone se tiraba de los pelos", explica un antiguo responsable de Televisi¨®n Espa?ola. "Durante un Gran Premio, en su lujosa motorhome, con toda su mala leche, Bernie me dijo: 'Un d¨ªa me los quitar¨¦is de las manos, y ese d¨ªa os pegar¨¦ un sablazo'. Nos re¨ªmos mucho". Pero no se equivocaba. Con Alonso, en 2006, las carreras de f¨®rmula 1 obtuvieron en Espa?a una audiencia media cercana a los cuatro millones de personas.

Agag conoci¨® a Alonso en Montecarlo, en mayo de 2001. Alonso ten¨ªa 19 a?os. Lo recuerda Adri¨¢n Campos: "Se lo present¨¦ a Alejandro y le dije que iba a ser el piloto que iba a destronar a Schumi". Ese Gran Premio, a bordo de un Minardi, Alonso no termin¨® la carrera. Nada hac¨ªa indicar que fuera a convertirse en un crack. Sin embargo, s¨®lo dos meses antes ya hab¨ªa ca¨ªdo en las redes de Flavio Briatore, que le fich¨® para Renault por cinco a?os y se convirti¨® en su manager. Una noche de copas, Briatore le coment¨® a Agag su intuici¨®n: "Ese paisano tuyo es un genio, es el futuro".

Tras esa revelaci¨®n, fue Agag el que ide¨® hacerse con los devaluados derechos de retransmisi¨®n de la f¨®rmula 1 en Espa?a. Y sin poner un euro. La idea era comprar por nada y vender muy caro. Con su habitual desparpajo, Agag ha definido esa operaci¨®n como "tuve una potra que te cagas". Al parecer, Bernie Ecclestone cedi¨® los derechos a Briatore pr¨¢cticamente gratis en pago a un favor, y ¨¦ste se asoci¨® con Agag para coloc¨¢rselos a una televisi¨®n espa?ola. Nadie sabe por cu¨¢ntas temporadas los obtuvieron. En el entorno de Agag se hace un gesto de que por muchos a?os.

La forma legal del pacto Briatore-Agag fue la empresa Stacourt Limited, creada en 2002, que encierra otros intereses de la pareja en la f¨®rmula 1: concursos por SMS, negocios de merchandising, la explotaci¨®n de los v¨ªdeos de las carreras y los derechos de la GP2. Stacourt est¨¢ domiciliada en Orpington, a las afueras de Londres. En el registro aparece como filial de Formula FB Business LTD, afincada en las Islas V¨ªrgenes Brit¨¢nicas, el aut¨¦ntico buque insignia empresarial de Flavio Briatore. Stacourt gan¨® 2,2 millones de euros por los derechos de televisi¨®n en 2004 y cuatro millones en 2005, antes de que se renegociaran los derechos para el periodo 2006-2008 con Tele 5 por una cifra que triplicaba la del bienio 2004-2005.

Pero aquel 2002, una vez obtenidos los derechos, quedaba lo m¨¢s complicado, venderlos. Las acciones de Alonso deb¨ªan comenzar a cotizar. Forjar el mito. De ello depend¨ªa que se animaran los patrocinadores. Y corriera el dinero. Pero hab¨ªa un problema: ninguna cadena espa?ola quer¨ªa retransmitir la f¨®rmula 1. Y ah¨ª entraba en acci¨®n El Conseguidor. Su suegro a¨²n era presidente del Gobierno.

Al parecer, el d¨²o Briatore-Agag firm¨® un precontrato con Tele 5, de la que Berlusconi es accionista mayoritario, para retransmitir la f¨®rmula 1 en 2003; sin embargo, la cadena no ten¨ªa muy claro que aquel desconocido piloto de 20 a?os fuera a dar dinero. Primero hab¨ªa que calentar su valor en el mercado. La cadena elegida para hacer esa labor de zapa fue TVE. En aquel momento dirigida por Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez, un viejo zaplanista tambi¨¦n asistente a la boda de El Escorial. En principio, la cadena del Estado tampoco estaba por la compra de la f¨®rmula 1. Lo explica un antiguo directivo del Ente: "No ten¨ªamos dinero. Ten¨ªamos que elegir, y nuestra apuesta eran las motos. Y ah¨ª entr¨® en acci¨®n Agag, siempre invisible, siempre revoloteando, que logr¨® un acuerdo, unas horas antes de que comenzara el mundial, por el cual Renault regalaba a TVE los derechos de la temporada 2003 mediante una inversi¨®n publicitaria extra. El precio, tres millones de euros". Otra fuente confirma este escenario: "Agag no negoci¨®, pero se le intu¨ªa. Todos sab¨ªamos que hab¨ªa presiones al m¨¢s alto nivel de este pa¨ªs para que TVE se quedara la f¨®rmula 1".

Alonso explot¨® en 2003. Triunf¨® en el Gran Premio de Hungr¨ªa y subi¨® cuatro veces m¨¢s al podio. TVE obtuvo un 20% de cuota de pantalla y una audiencia media superior al mill¨®n y medio de espectadores. Datos muy dignos. El fen¨®meno no hab¨ªa hecho m¨¢s que empezar. Pero, inexplicablemente, TVE renunci¨® a sus derechos sobre la f¨®rmula 1 para 2004. Y las carreras se fueron a Tele 5. Lo cuenta el antiguo directivo de TVE: "Cuando hablamos de renovar, nos dieron muchas largas. Al final, en noviembre de 2003, Tele 5 se los qued¨® para las temporadas 2004 y 2005. El precio ya hab¨ªa subido a unos seis millones por temporada".

-?Por qu¨¦ renunci¨® TVE?

-Primero, porque los derechos eran caros. Segundo, decidimos apostar por las motos, y no hab¨ªa dinero para todo. Tercero, el director general, Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez, mantuvo en el Consejo que no eran rentables. Y cuarto, yo creo que la cadena de Berlusconi los ten¨ªa adjudicados desde el a?o anterior.

Durante las dos siguientes temporadas, 2004-2005, la f¨®rmula 1 se convirti¨® en un negocio redondo para Tele 5. Hab¨ªa comprado barato y obtenido enormes retornos en publicidad. Y eso lo sab¨ªa el d¨²o Briatore-Agag. Iban a apretar. Antes de la renegociaci¨®n para 2005-2008, ya estaban calentando el precio de los derechos en el mercado. Se los ofrecieron de nuevo a TVE, por una cifra que rondaba los ocho millones de euros por temporada. Tras esta operaci¨®n especulativa y que TVE nunca vio clara -"hab¨ªa muchas manos por medio"-, Tele 5 tuvo que poner sobre la mesa entre 12 y 15 millones de euros por temporada para qued¨¢rselos hasta 2008. Stacourt Ltd. comenzaba a hacer caja.

Agag hab¨ªa logrado meter la patita en el circo. Y empez¨® a ampliar su radio de acci¨®n. En 2004, su primera gran operaci¨®n en la f¨®rmula 1 fue intermediar entre Telef¨®nica, el equipo Renault y Fernando Alonso, un patrocinio de 15 millones de euros al a?o. A continuaci¨®n, y junto al periodista Ernesto S¨¢enz de Buruaga, culmin¨® una gesti¨®n similar con Mutua Madrile?a. Y a partir de 2006, ya con Alonso en Mclaren, ha intermediado en el patrocinio en este equipo por parte de Mutua Madrile?a (cuatro millones de euros por temporada) y Banco Santander (unos 15 millones de euros por temporada).

Bajo el padrinazgo de Flavio y Bernie, Alejandro Agag ha entrado en la f¨®rmula 1 por la puerta grande. Ha ganado mucho dinero. Y dicen que no ha hecho m¨¢s que empezar. En estos momentos, El Conseguidor anda atareado lanzando el globo sonda de sus posibilidades de suceder a Ecclestone. En su entorno confirman sus posibilidades: "El fondo de capital riesgo CVC Capital Partners ha adquirido la mayor¨ªa de las acciones del circo, y la f¨®rmula 1 ya nunca ser¨¢ igual que con Bernie. En el futuro no habr¨¢ un monarca absoluto, sino un gestor que logre consensos entre los equipos, sepa negociar y conservar los equilibrios. Un perfil como el de Alejandro. ?l podr¨ªa ser el pr¨®ximo patr¨®n de la f¨®rmula 1".

En s¨®lo cinco a?os, Agag ha pasado de ser una promesa de la derecha a casarse con la hija del presidente del Gobierno, abandonar la pol¨ªtica, dejar Espa?a, trabajar para un banco portugu¨¦s (que abandon¨® en 2004), meterse en turbias operaciones con socios italianos, protagonizar decenas de rumores en los ¨¢mbitos financieros y, por fin, desembarcar en la f¨®rmula 1, que hoy parece su valor m¨¢s seguro. Sin olvidar la creaci¨®n de un fondo de alto riesgo, un hedge fund bautizado Addax, domiciliado en Londres, con el que canalizar¨ªa los patrimonios de sus amigos y que est¨¢ en fase de rodaje. ?se, dice, es su presente. Aunque cada cierto tiempo su nombre (y el de su suegro) aparece asociado con oscuras gestiones destinadas a la adquisici¨®n de medios de comunicaci¨®n en Espa?a con los que construir una plataforma conservadora que engrasase el retorno del PP al poder en 2008. Siempre con la figura del magnate Robert Murdoch en la sombra. En su entorno afirman que es cierto que Murdoch "estar¨ªa dispuesto a comprar, pero en estos momentos no hay oportunidades en Espa?a". Pero los rumores no cesan.

Agag nunca volver¨¢ a la pol¨ªtica, prefiere ganar dinero. Y hacer que lo gane su suegro como consejero de News Corporation, el holding de Robert Murdoch, y como columnista de uno de sus peri¨®dicos, The Wall Street Journal. En el Partido Popular corren los chascarrillos sobre la pareja. "?Qui¨¦n es ahora el ayudante?". Se pregunta un hist¨®rico. Otro afirma: "En vez de llamar a Agag yern¨ªsimo, tendremos que comenzar a llamar a Aznar suegr¨ªsimo".

Agag ni se inmuta. Se r¨ªe de todo. Tiene cintura de junco. Siempre ha sido as¨ª. Un vitellone. A lo suyo. Peleas, nunca; enemigos, los justos. La suerte, de su lado. "Mi vida es una consecuci¨®n de saltos mortales sin red". Est¨¢ convencido de que si un d¨ªa se arruina, volver¨¢ a salir adelante. Aunque un profesional de la f¨®rmula 1 tenga una visi¨®n m¨¢s cruda del personaje: "Es una bomba de relojer¨ªa ambulante".