'Barcelona felix'
En lugar de gastar el dinero, como har¨¢n, en campa?as anodinas y consignas indemostrables, los candidatos a la alcald¨ªa de Barcelona, creo, deber¨ªan gastarlo ¨²nicamente en dos partidas: explicar c¨®mo verdaderamente est¨¢ la ciudad y explicar lo que piensan hacer verdaderamente para que no est¨¦ as¨ª.
No s¨¦ cu¨¢l es el dispendio de los partidos para estas ocasiones, pero imagino que es considerable y, adem¨¢s, mal empleado pues, por lo general, el ciudadano no entiende qu¨¦ se oculta bajo las proclamas que las agencias de publicidad han preparado para los diversos contendientes. Al final, se tiene la impresi¨®n de que hay que elegir entre los ingeniosos hallazgos de tales agencias -supongo que, asimismo, bien remuneradas- y no entre ideolog¨ªas, cada vez m¨¢s vaporosas, o programas, tediosos y confusos. La consecuencia es la peligrosa tendencia a la abstenci¨®n, llorada en las sucesivas convocatorias electorales aunque nunca combatida con el recurso a la modestia y a la sinceridad.
Porque modesto y sincero ser¨ªa tratar de explicar a los barceloneses, de la manera m¨¢s precisa posible, el estado de la ciudad. Voy a poner un ejemplo. Hace un mes, en estas mismas p¨¢ginas, escrib¨ª un art¨ªculo en el que alertaba sobre la sospecha que se hab¨ªa cernido en todo lo referente al AVE en su paso por Barcelona. S¨¦ que algunos pol¨ªticos se han enfadado conmigo por eso. Sin embargo, yo no opinaba sobre el trazado del ya z¨²rrela tren -del cual siempre he sido muy partidario, para evitar el avi¨®n- ni sobre la conveniencia o no de las estaciones previstas, falto de conocimientos t¨¦cnicos para hacerlo, sino sobre la ausencia de responsabilidades en los tres lustros de frustrada realizaci¨®n de las obras. Ten¨ªa la convicci¨®n de que, instalada la sospecha, ser¨ªa muy dif¨ªcil disiparla. Y no obstante, pienso que no habr¨ªa sido tan complicado que los ciudadanos hubieran sido informados directamente, desde el principio, por una comisi¨®n cient¨ªfica independiente en lugar de haber sido desorientados, una y otra vez, por las dudas y sinuosidades de los pol¨ªticos.
La bruma que rodea al AVE es representativa de la bruma que rodea a la ciudad. De la misma manera en que hemos acabado mareados por las ventajas y desventajas de los trazados y por la impunidad de los aplazamientos, no sabiendo si todo ha sido para nuestro bien o para nuestro mal, sufrimos de mareo colectivo en el momento de evaluar la condici¨®n de la ciudad.
No hay d¨ªa en que los peri¨®dicos no informen sobre una nueva calamidad urbana -casi siempre en relaci¨®n con Madrid- y, una p¨¢gina despu¨¦s, refuercen la autocomplacencia barcelonesa, tarea bastante f¨¢cil, asegurando nuestro liderato en la calidad europea de vida.
?El buque navega a toda m¨¢quina?, ?el buque se hunde?, ?el buque, so?ado como un trasatl¨¢ntico, es un barquito provinciano con pasaje de segunda? Casi nadie lo aclara y los que intentan aclararlo emiten servicios tan contradictorios que es dif¨ªcil saber a qu¨¦ atenerse. De vez en cuando las fuerzas vivas -o que deber¨ªan estarlo- se quejan, aireando sombr¨ªos presagios: un economista ve n¨²meros descendentes; un arquitecto habla de lo rancia que est¨¢ la ciudad; un m¨²sico recuerda el lamentable estado de la programaci¨®n musical; un psic¨®logo declara el ensimismamiento de la urbe; e incluso el ministro Joan Clos -que por algo no fue el alcalde tantos a?os ni el inspirador del universalmente aclamado F¨®rum de las Culturas, sino ¨²nicamente un gran inconformista- se permite advertir contra el conformista barcelon¨¦s.
El buque tiene varias v¨ªas de agua. Pero inmediatamente aparecen los s¨ªntomas saludables: nuestras pernoctaciones tur¨ªsticas son ya no s¨¦ cu¨¢ntos millones; nuestras cajas de ahorros han ganado algo as¨ª como el 80% m¨¢s que el a?o anterior; nuestros comerciantes han incrementado considerablemente las ventas de productos rebajados. Es cierto que hemos fracasado estrepitosamente en nuestras aspiraciones a alguna capitalidad econ¨®mica y no tendremos grandes sedes de autopistas de energ¨ªa pero, como contrapartida, somos tan discretos que no hemos le¨ªdo que nadie dimitiera por estos asuntos y a uno de los art¨ªfices del fiasco lo hemos hecho presidente de la Generalitat.
Tambi¨¦n es cierto que hemos renunciado a toda capitalidad cient¨ªfica, con r¨¦cords negativos en los gastos de investigaci¨®n, pero, para compensarlo, hemos juntado en un solo departamento comercio, turismo y universidades para que la desolaci¨®n de ¨¦stas se pierda en la opulencia de aqu¨¦llos. No hay que ser pesimistas. Tenemos el mejor de los climas posibles y toda Europa quiere venir aqu¨ª a tomar una copa. El buque llegar¨¢ a buen puerto.
En la Barcelona felix todos los diagn¨®sticos son posibles simult¨¢neamente. Pero si es as¨ª alguien enga?a o, lo que es peor, alguien se autoenga?a y, de paso, enga?a a los dem¨¢s. Y en este escenario es d¨®nde los candidatos a la alcald¨ªa de Barcelona tienen la oportunidad de hacer una campa?a inusual por completo. Es sencillo: d¨¦jense de agencias de publicidad y asesor¨ªa de imagen y cuenten lo que saben al ciudadano, de modo que, hacia la mitad de la campa?a, todos sepamos lo sabido por ustedes, que sin duda, dada su larga experiencia en la pol¨ªtica, es mucho. Si lleg¨¢ramos a saber lo que ustedes ya saben -la mitad ser¨ªa suficiente-, los ciudadanos podr¨ªamos comprender mejor los remedios que nos vayan a ofrecer en la segunda mitad de la campa?a, y elegir en consecuencia.
Ahora bien, si no queremos despertar de su sue?o a la Barcelona felix lo mejor es que nosotros tambi¨¦n sigamos durmiendo mientras ustedes hacen una de esas excitantes campa?as a las que nos tienen acostumbrados.
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