Democratizar la excelencia
Democracia y excelencia son dos conceptos que hist¨®ricamente se han presentado como irreconciliables. Ya en los primeros planteamientos sobre la democracia -en la Grecia cl¨¢sica- las voces m¨¢s cr¨ªticas contra esa nueva forma de gobierno argumentaban que con ella se cerraban las puertas al gobierno de los mejores. Es una evidencia que la reconciliaci¨®n de la masa social con la idea de la excelencia no es una tarea sencilla. No es casualidad que las grandes expresiones de la cultura de masas tampoco sean en general un ejemplo de calidad o, dicho desde la otra perspectiva, que la mayor¨ªa de las manifestaciones de calidad responden m¨¢s a una realidad restringida que a una socialmente compartida de manera masiva. Precisamente por esta dificultad es de agradecer que el consejero de Cultura y de Medios de Comunicaci¨®n del Gobierno catal¨¢n se fije como objetivo principal de su actuaci¨®n el de democratizar el gozo por la excelencia y lo sublime. Esta afirmaci¨®n, recogida en la entrevista con el consejero Tresserras que EL PA?S ofreci¨® el domingo 18 de febrero a sus lectores, es toda una declaraci¨®n de principios. Probablemente es la intersecci¨®n ¨²nica posible que se puede realizar hoy en Catalu?a entre una visi¨®n socialmente de izquierdas y nacionalmente comprometida con la cultura del pa¨ªs. Pero que sea as¨ª no quita el m¨¢s m¨ªnimo m¨¦rito a que el consejero Tresserras la plantee tan abiertamente. El reto que se asume con estas intenciones es muy grande, y el m¨¦rito no es ¨²nicamente plantear el objetivo de socializar el gusto por la excelencia, sino haberlo manifestado sabiendo las enormes dificultades que eso plantea.
No creo que existan muchas referencias de actuaciones pol¨ªticas que con ¨¦xito hayan obtenido la soluci¨®n al dilema entre masificaci¨®n y excelencia. Pocos pol¨ªticos, de Catalu?a y de fuera, son los que han incorporado ese reto a su particular agenda. Ya se sabe que las cosas dif¨ªciles si no son imprescindibles -es decir, si no hay una presi¨®n social para hacerlo- mejor ni plantearlas. Pero en el caso que nos ocupa la presi¨®n social no existe y, a pesar de las dificultades que con seguridad a Tresserras no se le escapan, plantea la ecuaci¨®n que resolver. Probablemente, sin el pasado de profesor universitario, hoy el consejero de Cultura de la Generalitat no hubiera planteado ese objetivo tal como lo ha hecho. Pero eso, lejos de ser una cr¨ªtica, es un elogio para ¨¦l, y tambi¨¦n para la pol¨ªtica catalana, que permite que un perfil como el de Tresserras est¨¦ al frente del Departamento de Cultura y Medios de Comunicaci¨®n. El elitismo cultural, o la preservaci¨®n del goce intelectual para unos pocos, es un escenario c¨®modo para la mayor¨ªa de creadores, de pol¨ªticos y de p¨²blicos m¨¢s all¨¢ de las disputas que puedan existir entre ellos. Modificar las condiciones de ese escenario ser¨¢ sin duda el primer reto de Tresserras. Porque es evidente que pocos criticar¨¢n el discurso de "forzar a las ¨¦lites a compartir con la multitud el gozo de las excelencias y lo sublime", pero tambi¨¦n pocos aceptar¨¢n actuar coherentemente para la consecuci¨®n de ese objetivo. Romper algunas situaciones que en la mayor¨ªa de casos son percibidas como naturales es a menudo lo que supone la tarea m¨¢s ardua.
Pero si socializar las expresiones culturales de excelencia, masificarlas, es el reto que Tresserras asume, convertir en excelencia algunas producciones culturales de masas ser¨ªa el otro objetivo. Masificar la excelencia y dignificar lo masificado podr¨ªa ser un buen enunciado para esos objetivos. Y en ese punto Joan Manuel Tresserras tiene una situaci¨®n de privilegio que ning¨²n otro consejero de Cultura del Gobierno catal¨¢n tuvo con anterioridad: su cartera incorpora tambi¨¦n los medios de comunicaci¨®n. Sin los medios de comunicaci¨®n no es pensable democratizar la excelencia. Aquellos que se jactan de despreciar la televisi¨®n son unos malos aliados para las pol¨ªticas que Tresserras anuncia. Y lamentablemente, entre los sectores de creaci¨®n cultural es donde m¨¢s abundan los que afirman que sin la televisi¨®n la cultura ir¨ªa mejor. Hoy no es posible ninguna pol¨ªtica cultural para toda la poblaci¨®n que no tenga en cuenta los medios de comunicaci¨®n de masas. En verdad ya hace d¨¦cadas que es as¨ª, pero afortunadamente hoy por primera vez cultura y medios de comunicaci¨®n est¨¢n unidos en un mismo departamento gubernamental.
Es evidente que se requiere una transformaci¨®n de algunos medios de comunicaci¨®n, y que ¨¦sta debe empezar por los medios p¨²blicos en la medida que son ¨¦stos los que pueden estar liberados de la presi¨®n del mercado. Son los ¨²nicos que en estos momentos pueden, sin renunciar a esas atribuciones cl¨¢sicas de formar, informar y entretener, incorporar los principios de excelencia. Afortunadamente, la televisi¨®n p¨²blica catalana representa -ahora y desde sus inicios- una referencia para cualquier otra televisi¨®n que a su alrededor busque convertirse en una televisi¨®n de calidad. Pero evidentemente a¨²n hay muchos caminos que recorrer en la propia Televisi¨® de Catalunya y uno de ellos es liberar presi¨®n sobre las exigencias del mercado.
La argumentaci¨®n principal para evitar convertir la programaci¨®n de TV-3 en una programaci¨®n de calidad y excelencia cultural ha sido que perder¨ªamos audiencia y que sin audiencia masiva la televisi¨®n perd¨ªa sentido. No niego que para tener ¨¦xito hay que aspirar a liderar las audiencias y que ciertamente para el consumo de producciones de excelencia debe existir una predisposici¨®n del p¨²blico que con seguridad hoy no se da. En los objetivos de Tresserras habr¨¢ que encontrar cu¨¢l es el punto de la cadena donde intervenir y romper las din¨¢micas actuales. La democratizaci¨®n del gozo de la excelencia y lo sublime va a requerir asumir riesgos importantes, tambi¨¦n en la programaci¨®n y gesti¨®n de nuestra televisi¨®n p¨²blica. La buena noticia es que entre los profesionales y directivos de Televisi¨® de Catalunya hay margen para recorrer ese camino.
Jordi S¨¢nchez, profesor de Ciencias Pol¨ªticas de la UB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.