Chico entrena a chica
Las relaciones entre atletas y entrenadores espa?oles de distinto sexo
"Me parece que no acabo de entender la pregunta". Desde lo alto de su casi 1,90 de altura, desde lo amplio de sus 33 a?os de m¨²ltiples experiencias, desde lo largo de sus m¨¢s de 14 metros en triple salto, Carlota Castrejana observa a quien le pregunta, achica los ojos, cuenta hasta 40, contiene la respiraci¨®n para no exaltarse y repite: "No acabo de entender esa pregunta".
La pregunta, en realidad, ni ten¨ªa mala intenci¨®n ni era tan extra?a como podr¨ªa parecer. Juan Carlos ?lvarez, su entrenador desde hace diez a?os, es testigo. Ven¨ªa a cuento, en todo caso, de la reciente llegada al grupo de entrenamiento de la saltadora valenciana Concha Montaner y c¨®mo hab¨ªa afectado a su vida. Y tambi¨¦n se refer¨ªa a la gran progresi¨®n de la joven Patricia Sarrapio, que ya ha saltado este a?o 14 metros, m¨¢s que Castrejana.
Granados: "Yo propongo y, m¨¢s o menos, yo dispongo. Tengo las cosas m¨¢s claras que Mayte"
Ascensi¨®n Ib¨¢?ez: "Soy puro nervio, y Qui?¨®nez es latinoamericano, m¨¢s tranquilo"
Pese a la ingenuidad de la cuesti¨®n, a Castrejana se le encienden las alarmas, el radar que detecta machismo alrededor: ve a un chico preguntando sobre chicas, como si ¨¦stas fueran a estar tir¨¢ndose de los pelos, celosas, envidiosas una de otra. O como si Juan Carlos ?lvarez, un t¨¦cnico sabio y fr¨ªo, tan experto en el trato con los atletas -tambi¨¦n entrena a Joan Lino Mart¨ªnez- que prefiere no implicarse emocionalmente con ellos, fuera en realidad Pedro Almod¨®var y ellas las tres saltadoras, sus actrices favoritas, que luchan por conseguir el favor m¨¢ximo. Como si a Carmen Maura la sustituyera Pen¨¦lope Cruz. Como si ser mujer fuera sin¨®nimo de desgarro emocional.
"Pero no", afirma Castrejana, ya m¨¢s tranquila, su relax ayudado por una buena serie de trabajo de isquiotibiales con una dura goma el¨¢stica. "Antes que nada, antes incluso de coincidir entren¨¢ndonos juntas, Concha y yo somos amigas. Y si ella ha decidido venirse a Madrid dos semanas al mes para entrenarse con nosotras es, entre otras cosas, porque estaba yo aqu¨ª y no se le har¨ªa tan dura la vida. En cuanto a Patricia, la veo como si fuera mi hermana peque?a y un d¨ªa me cogiera el bolso y los zapatos y se fuera de marcha...". Y casi le quita el novio.
Jackson Qui?¨®nez, que se encontrar¨¢ con las tres saltadoras este fin de semana en los Europeos en pista cubierta de Birmingham no tiene que preocuparse de que ning¨²n compa?ero de entrenamiento le levante la novia- ¨¦l es el vallista m¨¢s r¨¢pido de Espa?a y uno de los mejores de Europa-, sino, en todo caso, de su adaptaci¨®n al fr¨ªo de Lleida y a ser dirigido por una entrenadora.
Qui?¨®nez nunca se hab¨ªa entrenado a las ¨®rdenes de una mujer en Ecuador, donde naci¨® hace 26 a?os. Cuando lleg¨® a Espa?a hace seis, con una beca, cay¨® en las manos de Ascensi¨®n Ib¨¢?ez. Desde entonces no se han separado.
Ecuatoriano y espa?ola. Hombre y mujer. Negro y blanca. Castellano y catal¨¢n. 1,90 metros y una "mujer muy bajita". Entrenadora y atleta no podr¨ªan ser m¨¢s diferentes. "Yo soy puro nervio y ¨¦l es latinoamericano, m¨¢s tranquilo", resume Ascensi¨®n Ib¨¢?ez, 42 a?os, ex velocista "no muy buena" y t¨¦cnica de atletas, hombres y mujeres, desde 1987. Qui?¨®nez s¨®lo recuerda alguna discrepancia con su entrenadora muy al principio: "El sistema de entrenamiento aqu¨ª es muy diferente. En Am¨¦rica Latina la intensidad es m¨¢s alta porque hay pocas competiciones y aqu¨ª el trabajo es m¨¢s suave".
Superadas las diferencias, la relaci¨®n funciona. En la pista y fuera. Ib¨¢?ez ayud¨® a su pupilo a quedarse en Lleida -tiene nacionalidad espa?ola desde 2005 y est¨¢ en el Barcelona- y vigila su progresi¨®n seis d¨ªas a la semana, dos de ellos en doble sesi¨®n. "Est¨¢ muy involucrada en mi vida. Es una amiga con la que puedo contar", a?ade el plusmarquista espa?ol de 60 y 110 metros vallas.
El di¨¢logo lo llevan a los entrenamientos. "Pasamos muchas horas juntos y nos comunicamos muy bien", prosigue Ib¨¢?ez, quien subraya que "Jackson es un atleta adulto" y, por tanto, f¨¢cil de llevar. La ¨²nica discrepancia que se advierte entre ellos tiene que ver con los Europeos. La entrenadora dice que el objetivo es la medalla; su pupilo es m¨¢s prudente: "Pueden pasar muchas cosas".
Mayte Mart¨ªnez ni tiene necesidad de seguir sinti¨¦ndose la reina ante su entrenador, como podr¨ªa pasarle a Carlota Castrejana, ni debe seguir acostumbr¨¢ndose a la relaci¨®n, como le sucede a Jackson Qui?¨®nez. A la mediofondista vallisoletana le puede ocurrir en todo caso lo mismo que a la saltadora de p¨¦rtiga Naroa Agirre, a quien la vida privada, la intimidad que tan celosamente se niega a tocar Juan Carlos ?lvarez a los atletas que entrena, se le mezcla impepinablemente con la vida laboral: a ambas les entrena su marido.
Hay una leyenda romanticona que dice que, antes de los Juegos de Sidney 2000, Mayte Mart¨ªnez, enferma de hipertiroidismo, era una chica que no s¨®lo estaba fuera del atletismo, sino fuera de todo. Y que fue el amor de su chico, de Juan Carlos Granados, que tambi¨¦n era su entrenador, lo que la transform¨®, la que le hizo resucitar como atleta, como persona. Pero, claro, esta leyenda choca con la realidad. O, por lo menos, con la visi¨®n sobria, castellana pura y dura que Granados tiene de la realidad. "Eso quedar¨¢ muy bonito, muy novelesco, pero yo simplemente lo que hice fue animarla a todo", dice Granados, que sal¨ªa con Mart¨ªnez desde 1995, que vive con ella desde 2002 y que se cas¨® -ella de blanco, por la iglesia, "una ceremonia a la que acced¨ª por ella, lo ¨²nico que he hecho en mi vida sin sentirlo al m¨¢ximo"- en 2003. "De todas maneras, muchas veces me he preguntado qu¨¦ habr¨ªa sido de Mayte si hubiera tenido otro entrenador y no he llegado a ninguna conclusi¨®n. Lo que s¨ª que s¨¦ es que otro t¨¦cnico lo habr¨ªa tenido muy complicado: con ella hay que tener mucho tacto emocional, hay que estar calibrando siempre en los entrenamientos para no pasarse".
La ¨²ltima decisi¨®n que ha tomado la pareja ha sido la de pasarse al 1.500 en los Europeos de Birmingham, ella, que es especialista -subcampeona de Europa al aire libre y en pista cubierta, bronce mundial en pista cubierta- en los 800 metros. "A ella le apetece el 800, pero no est¨¢ para conseguir un buen resultado, ya que ha estado lesionada y empez¨® a entrenarse muy tarde, en diciembre, y tiene miedo a quedarse fuera de la final", dice Granados. "Y, adem¨¢s, el 800 son tres carreras y el 1.500 dos. No est¨¢ para tres d¨ªas de mucha tensi¨®n. Tiene m¨¢s f¨¢cil llegar a la final del 1.500 y si llega a la del 800 llegar¨ªa muy cansada. Y, tambi¨¦n, hay que dejar alg¨²n rato de pensar siempre en medallas. Se lo he explicado y no me ha puesto objeciones".
-Pero ?qu¨¦ pasa? ?Es usted quien toma las decisiones?
-Yo propongo y, m¨¢s o menos, yo dispongo. Suelo tener las cosas claras y ella es siempre un mar de dudas. As¨ª que, si ella no tuerce el morro, yo tiro para adelante con todas las consecuencias. En estos temas yo decido el 90% de las veces, pero luego lo hablamos y lo consensuamos.
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