Un viaje en ata¨²d
Gerardo Mu?oz, maestro de M¨®stoles en 1939, viaj¨® a Madrid, desde Albatera, en Alicante, metido en un ata¨²d. No se trataba de un extravagante que hubiera decidido vivir semejante experiencia como una vivencia surrealista. La idea de tal traslado se debi¨®, sin duda, a las almas compasivas que viajaron desde Madrid hasta el campo de concentraci¨®n donde Mu?oz estaba, entre las cuales se encontraba el hermano del entonces cura de M¨®stoles, para que la representaci¨®n culminara en la plaza del pueblo madrile?o.
La gente de M¨®stoles fue obligada a asistir a la representaci¨®n porque sus piadosos autores no pod¨ªan permitirse la falta de p¨²blico, ni que aquella gente se perdiera el ejemplo de la tortura a la que sometieron al maestro en su auto sacramental.
El d¨ªa de San Juan de aquel a?o fusilaron a Gerardo Mu?oz junto a la tapia del cementerio de la Almudena
La escena la cuenta Mar¨ªa Antonia Iglesias en su libro Maestros de la Rep¨²blica. Los otros santos, los otros m¨¢rtires, con tanta brillantez narrativa como emoci¨®n. Lo hace con la ayuda de quien precisa el dato, Koldo Palac¨ªn, historiador, y con el dolor vivo de una sobrina- nieta de la v¨ªctima, Graciela Mu?oz. Iglesias, que a lo largo de todo el libro pone en pie con eficaz escritura diez historias de la crueldad humana en distintos escenarios espa?oles, cuenta el miedo de aquellos vecinos madrile?os que de no haber asistido al espect¨¢culo hubieran tenido que pagar las cinco pesetas que no ten¨ªan y con las que se multaba "toda ausencia no justificada". Y es que este hermoso libro consigue no s¨®lo verificar las historias dram¨¢ticas de estos maestros que perdieron sus vidas, con las miserias en las que se vieron envueltos en sus condenas, sino el contexto social y el sufrimiento de los que asist¨ªan a la barbarie, sometidos y en silencio.
La representaci¨®n de M¨®stoles pudo haber acabado all¨ª mismo, con la muerte de la v¨ªctima, pero decidieron prolongar su sufrimiento conduci¨¦ndolo a la c¨¢rcel de Porlier, un centro de escolapios, hasta que el d¨ªa de san Juan de aquel mismo a?o lo fusilaron junto a la tapia del cementerio de la Almudena. Una vez consumada esta liturgia, fue el propio p¨¢rroco de M¨®stoles el que inform¨® personalmente a la Comisi¨®n Depuradora del Magisterio de que Gerardo Mu?oz "ha sido fusilado por la Justicia del Caudillo", as¨ª, con may¨²sculas, para terminar deseando al dictador larga vida por la gracia de Dios. Pero para entender mejor los recovecos de la miseria sacerdotal hay que tener en cuenta este dato: el cura de M¨®stoles hab¨ªa intentado conseguir la plaza de maestro de Gerardo Mu?oz y no la obtuvo.
No es el ¨²nico caso de miserable con sotana que Mar¨ªa Antonia Iglesias narra en su libro, incluso llega a hablar en Zamora con un cl¨¦rigo superviviente de notable cinismo, pero estos ejemplos sirven, no para negar que tambi¨¦n hubiera entre los partidarios de la sublevaci¨®n del 18 de julio m¨¢rtires verdaderos, sacrificados por su fe, sino para constatar que la Iglesia espa?ola, tan dispuesta a dar altar a ¨¦sos sus m¨¢rtires, se haya resistido a pedir perd¨®n por su papel de verdugo. Adem¨¢s, muchos de esos otros santos, otros m¨¢rtires, bastantes de ellos cat¨®licos, incluso cat¨®licos fervientes, pero con las modernas ideas pedag¨®gicas de la Rep¨²blica, fueron perseguidos por su propia Iglesia, m¨¢s cercana en este caso a la demencia criminal que a los comportamientos evang¨¦licos. Maestros de la Rep¨²blica es un libro sobrecogedor, porque sobrecogedores son todos los asesinatos y represalias que se describen, pero sobrecoge tambi¨¦n comprobar en esta obra de qu¨¦ modo los buenos y prudentes maestros republicanos encarnaron el odio de los sublevados al ejemplar proyecto educativo de la Rep¨²blica.
Es ¨¦ste un libro inc¨®modo para quienes desde las tribunas p¨²blicas muestran repudio y desd¨¦n por cualquier santo o m¨¢rtir que no est¨¦ en el cat¨¢logo de aquellos a cuyas beatificaciones asisten con peineta. Pero a esos resistentes a la memoria que no les conviene, quiz¨¢ no sobre recordarles unas palabras de Dulce Chac¨®n que aparecen ahora en un cartel en las calles de Madrid: "Somos v¨ªctimas del silencio de nuestros padres y responsables de la ignorancia de nuestros hijos". El viaje en ata¨²d del maestro de M¨®stoles es una met¨¢fora muy expresiva de una siniestra procesi¨®n muy repetida en nuestra historia y ojal¨¢ irrepetible.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.