El enmascarado
Eran personajes misteriosos que hac¨ªan nuestras delicias en los tebeos de la infancia. Estaba El Zorro, el Llanero Solitario, el Fantasma Enmascarado, personajes que para mejor cumplir su misi¨®n de justicieros escond¨ªan su faz. Todav¨ªa no exist¨ªan las hipotecas impagadas para huir y esconderse de los bancos; la gente viv¨ªa modestamente de alquilado, en ocasiones en habitaci¨®n con derecho a cocina. Ahora resulta que en pol¨ªtica, adem¨¢s del candidato tapado y el candidato destapado, tenemos el alcalde enmascarado.
El nuevo alcalde de Fago, tras el asesinato de su predecesor, ha decidido mostrarse con el cuello de su jersey de cremallera subido nada menos que hasta la nariz y condenar su existencia a que no le veamos el rostro. Tiene que ser bastante m¨¢s molesto que andar con escoltas, porque ?c¨®mo comer¨¢ o se tomar¨¢ un pote en la tasca sin bajarse la cremallera? Aunque tan disparatada est¨¢ la pol¨ªtica en Espa?a que hay cosas bastantes peores que ir de alcalde enmascarado; esto no es m¨¢s que una parte ¨ªnfima del esperpento al que asistimos. Peor fue el primer debate entre el nuevo ministro de Justicia y la oposici¨®n. Barraquero y deslenguado fue el choque, precisamente en la era del di¨¢logo. Supongo que habr¨¢n abolido el art¨ªculo del reglamente del Congreso en el que se exig¨ªa a sus se?or¨ªas educaci¨®n y cortes¨ªa en sus intervenciones; doy fe de que hace a?os exist¨ªa uno. El Congreso es una barraca de feria, as¨ª que el que un alcalde de aldea haya pasado a imitar a los personajes del c¨®mic es mucho m¨¢s inocente, casi po¨¦tico, comparado con la retah¨ªla de calificativos con los que entran los del PP cuando van a por alguien. La verdad que tanto ¨¦nfasis en la calificaci¨®n del adversario destroza cualquier posibilidad de credibilidad en el discurso.
Y luego, nuestro alcalde, que por serlo de Bilbao va de retador, se mete con Calatrava, autor de la pasarela que los del PNV bautizaron, en plan finura, con el cursi nombre de Zubi-zuri, porque no le ha hecho maldita la gracia al arquitecto valenciano que otro realice la prolongaci¨®n del puente peatonal. Ahora resulta que el alcalde, en un ch¨²pate ¨¦sta que te ten¨ªamos guardada, le recuerda al arquitecto valenciano, m¨¢s de diez a?os despu¨¦s, que no venga con tantas ¨ªnfulas despu¨¦s de tantos trompazos y lesiones que provocaron sus baldosas de cristal. Es un gesto de desagradecimiento, porque cu¨¢ntas generaciones hemos aprendido a patinar sobre su superficie, cu¨¢nta solidaridad se ha manifestado sobre el puente levantando a viejecitas, qu¨¦ miradas de secreto acuerdo se lanzaban bajo el sirimiri los peatones con los que ven¨ªan de enfrente, queri¨¦ndose decir: si me caigo yo llame a la ambulancia, que yo har¨¦ lo mismo si le pasa a usted. En ese puente algunos aprendimos que lo art¨ªstico en arquitectura suele ser enemigo de lo funcional y que lo mejor es hacer las casas y los puentes como los pintan los ni?os, que esos no dan problemas.
En fin, despu¨¦s de todo lo que nos ha ense?ado ese puente, se lo reprochamos a su autor, lo que es un poco artero. Porque pasarela tan poco funcional ha vestido a la villa y muchos personajes c¨¦lebres se han sacado las fotos all¨ª. Si nos ponemos as¨ª de rencorosos, llegar¨¢ un d¨ªa en que alguien en el Ayuntamiento acabar¨¢ pidiendo responsabilidades al que meti¨® innecesariamente el tranv¨ªa por la plaza Circular, cuando pod¨ªa perfectamente haber seguido, sin tanto problema (y m¨¢s barato), por el muelle hasta el puente del Arenal. Ah¨ª no fue lo art¨ªstico lo que imper¨®, fue aquello de dar una imagen moderna y din¨¢mica de la ciudad, a pesar del embrollo para peatones y conductores. Pero me tengo que callar y no seguir, porque conozco qui¨¦n fue el padre de la idea y no quiero verle salir a la calle con el cuello del jersey hasta la nariz.
Mucho es de temer que, tras haber cundido el ejemplo del candidato despelotado, ahora las tendencias de la moda en pol¨ªtica (adem¨¢s del candidato que no dice m¨¢s que obviedades, a la que nos hemos acostumbrado en estos ¨²ltimos a?os), es el aspirante enmascarado. As¨ª no le podremos reprochar nunca que prometi¨® algo que luego cambi¨® por lo contrario: demuestre usted que aquel enmascarado fue el que prometi¨® tal cosa.
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