Plantear los problemas de otra manera
Los problemas humanos suelen ser problemas no operativos: no se pueden resolver como se resuelven los problemas t¨¦cnicos. Cuando se estropea el televisor, el experto nos pregunta qu¨¦ le pasa, nosotros le contamos los s¨ªntomas y, a partir de ah¨ª, ¨¦l diagnostica cu¨¢l es el problema. Cuando se estropea un ser humano o una sociedad, la suma de s¨ªntomas puede no decir nada. Si nos dicen que dos personas se han pegado en la calle, no nos han dicho gran cosa, porque cada pelea puede tener causas muy distintas. Hay que considerar el problema en su totalidad, y, sobre todo, un peque?o detalle puede ser enormemente significativo.
Cuando se estropea el televisor, el arreglo consiste en una secuencia de operaciones -tambi¨¦n el arreglo m¨¢s sencillo: tirarlo y comprar otro. Cuando se estropea un colectivo humano, la soluci¨®n es de otro tipo. No tenemos un manual de reparaciones sociales. De nuevo, peque?os detalles pueden ser enormemente importantes. Tambi¨¦n porque el remedio puede ser peor que la enfermedad, cosa que en un televisor, si el que lo arregla sabe de qu¨¦ va, no suele ocurrir.
La escuela no debe preparar para el puesto de trabajo, sino para seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida
Por eso, los problemas humanos suelen exigir no s¨®lo conocimientos, sino experiencia, prudencia y una buena dosis de imaginaci¨®n. Esta era, seg¨²n nos cont¨® Jos¨¦ Luis Sampedro a los que empez¨¢bamos Econ¨®micas en Barcelona hace cerca de medio siglo, la virtud m¨¢s importante del economista. Y yo dir¨ªa, de todo cient¨ªfico social, y m¨¢s a¨²n, de todo "reparador" de desaguisados sociales.
Por eso, cuando un problema se encona y se complica, suele ser bueno mirarlo desde otro ¨¢ngulo. Esto es algo que los expertos no solemos hacer porque nos han ense?ado a funcionar de acuerdo con el libro de texto, con la sabidur¨ªa convencional. Tenemos nuestra teor¨ªa sobre lo que pasa, y la mantenemos a capa y espada, porque no sabemos, no somos capaces de plantearnos el problema de otra manera, y porque nos cuesta demasiado rehacer nuestros esquemas mentales. Por eso, las renovaciones radicales las suelen hacer los j¨®venes, que se dan cuenta de que los esquemas antiguos no valen; m¨¢s a¨²n, que la sabidur¨ªa convencional es parte del problema, no su soluci¨®n.
Antonio Argando?a es profesor del IESE.
Pensemos, por ejemplo, en la educaci¨®n, algo que, se dice, est¨¢ en crisis en este pa¨ªs desde hace a?os. No voy a cansarles con s¨ªntomas y diagn¨®sticos; simplemente, voy a se?alar un peque?o trocito de la realidad. Nos han dicho que los problemas en la escuela no son tales, sino que son problemas de la sociedad -y lo mismo ocurre con la pobreza o con las familias desestructuradas. Por ejemplo, hay violencia en la escuela porque hay violencia en las familias, en las calles, en los medios de comunicaci¨®n. El mal, pues, no est¨¢ en la escuela, sino en otro lugar.
Lo malo es que cuando uno acepta este enfoque, renuncia a encontrar una soluci¨®n, simplemente porque la soluci¨®n consiste en cambiarlo todo. ?Reforma escolar? ?Para qu¨¦, si no arreglar¨¢ nada? Los ni?os procedentes de familias desestructuradas, padres en paro y barrios conflictivos no pueden funcionar bien en la escuela. Por tanto, mejor no arreglemos nada.
Sin embargo, hay muchas pruebas de que algunas escuelas funcionan mejor que otras, incluso en lugares en que cabr¨ªa esperar lo contrario. Pero aceptar esto equivale a admitir que nuestro primer diagn¨®stico era err¨®neo: hay, por supuesto, problemas sociales, problemas relacionados con la inmigraci¨®n, las rupturas familiares, la pobreza y el paro. Pero esa no es la ¨²nica causa de los conflictos en la escuela. Es m¨¢s: quiz¨¢ si fu¨¦semos capaces de pensar de otra manera lo que pasa en la escuela, entender¨ªamos mejor los problemas de la sociedad.
Si tiramos a la papelera nuestros enfoques habituales de los problemas educativos (y de otros muchos problemas sociales), y empezamos a pensar de una manera fresca, original, nueva, es probable que encontremos soluciones a aquellos problemas, e incluso a otros que nos parecen muy distintos. Algunas ideas: la clave en la escuela no est¨¢ en preparar para el puesto de trabajo, sino para seguir aprendiendo siempre, a lo largo de toda la vida. Lo m¨¢s importante son los h¨¢bitos, lo que los chicos y chicas aprendan a ser, no los conocimientos que acumulen. Aprender es un proceso social, que se produce dentro del aula, pero no s¨®lo dentro del aula, sino en un contexto social y cultural: por tanto, toda la sociedad -empezando por las familias- se debe sentir comprometida en esa tarea, sin delegar en los maestros.
Todo esto no es nuevo, por supuesto. Simplemente, pas¨® de moda, porque las nuevas teor¨ªas sobre la educaci¨®n -y los intereses creados dentro del sector, no lo olvidemos- nos invitaron a mirar a otro lado, pensando que, si creemos que la realidad es como nosotros pensamos, la realidad acabar¨¢ siendo como nosotros pensamos que es. Y, ya se ve, esto no funciona.
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