Cervantes y las mujeres
Don Miguel de Cervantes fue un hombre que se adelant¨® a su tiempo, y al que su pasi¨®n por la libertad llev¨® a configurar la mayor¨ªa de los personajes femeninos de Don Quijote seg¨²n sus principios de independencia y libertad.
El escritor manchego estaba muy lejos de los modelos de mujeres que presentaban los autores de entonces. Su actitud ante la vida era avanzada. Sobre todo, si lo comparamos con Lope de Vega, Tirso de Molina, Quevedo... y no digamos con el posterior Calder¨®n de la Barca, quienes proyectaban en sus obras una concepci¨®n de la mujer cavern¨ªcola.
Consecuencia de esta actitud avanzada es que la mayor¨ªa de los personajes femeninos de este libro de libros saben leer y escribir. S¨®lo son analfabetas Teresa Panza, Sanchica, Aldonza Lorenzo y Maritornes. Sin embargo, las damas de aquellos siglos, en un 90%, no estaban alfabetizadas.
Letradas o analfabetas, se?oras o criadas, ricas o pobres, campesinas o arist¨®cratas, las f¨¦minas de Don Quijote son sujetos de pensamientos y actitudes aut¨®nomas, viven dignamente en el nivel que les corresponde por su origen, y aunque ¨¦ste se sit¨²e en el pelda?o m¨¢s bajo de la escala cultural y social, se muestran seguras de s¨ª mismas y lo viven con gallard¨ªa y autoestima. Cervantes les da vida como sujetos y por tanto no est¨¢n atadas a ning¨²n convencionalismo social o cultural que se sit¨²e por debajo de su dignidad como personas. No era as¨ª para las mujeres de carne y hueso de aquellos siglos. Y es que con Cervantes la mujer cambia su papel de objeto pasivo a sujeto activo.
Entre estas damas cultivadas y seguras de s¨ª mismas de Don Quijote, en donde se cumple de una forma m¨¢s radical el pensamiento de un Cervantes anticipado a su tiempo, est¨¢ el personaje de Marcela, que encabeza su manifiesto con el famoso grito: "Yo nac¨ª libre". La zagala reivindica el privilegio de vivir sin trabas, sea soltera, casada u holgando a su antojo de lo que llama su libre condici¨®n.
Este que sigue es un fragmento de su discurso a los amigos del fallecido Cris¨®stomo, que se suicid¨® porque ella no lo aceptaba como futuro marido: "El cielo a¨²n hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo que amar por elecci¨®n es excusado. (...) Yo como sab¨¦is tengo riquezas propias y no codicio las ajenas; tengo libre condici¨®n, y no gusto de sujetarme (...) Y en diciendo esto, sin querer o¨ªr respuesta alguna, volvi¨® las espaldas y se entr¨® por lo m¨¢s cerrado de un monte".
?D¨®nde en un siglo de analfabetismo, existen unas mujeres, adem¨¢s de libres, con destrezas propias de letradas e instruidas, iguales que los personajes femeninos de Don Quijote? Pues las f¨¦minas de este tiempo, como manifiesta el padre de una dama casadera en la comedia de Calder¨®n No haya burlas con el amor, deb¨ªan prescindir del terreno intelectual, ya que les estaba prohibido por pertenecer al hombre. Lo suyo era la vida cotidiana ubicada en el espacio privado y atender a sus labores caseras. De esta forma tan sintetizada lo dice el citado padre acerca de su "querida" hija: "Bordar, labrar y coser/ sepa s¨®lo: deje al hombre/ el estudio".
Hoy todav¨ªa quedan flecos en la idea de que la mujer es la apropiada para realizar trabajos caseros. Por ejemplo, hace poco se le¨ªa en la prensa que una compa?¨ªa a¨¦rea ha rechazado contratar hombres como auxiliares de vuelo en sus aviones. Alegan que prefieren que sean mujeres las que atiendan a los pasajeros. Seguramente, piensan que se les da mejor que a los hombres servir las comidas, las bebidas, traer una mantita al viajero, una almohada, alg¨²n analg¨¦sico, en fin, servicios dom¨¦sticos...
En resumen, si la libertad que otorga Cervantes a las damas en Don Quijote, que las hace salir a los caminos "solas y se?eras", hubiera servido de ejemplo para muchos escritores de todos los tiempos e incluso para los medios de comunicaci¨®n de nuestros d¨ªas -que todav¨ªa hoy deslizan en sus p¨¢ginas frases como "mujeres cuota", "ministras Vogue", etc¨¦tera- mejor nos hubiera ido. Seguramente, mucha de la violencia machista estar¨ªa extinguida, pues ¨¦sta se basa, sobre todo, en utilizar a la mujer como un objeto que pertenece al marido, algo as¨ª como el coche, el v¨ªdeo o el ordenador, y no como sujeto de acci¨®n y libre albedr¨ªo.
En la comedia El castigo sin venganza, de Lope de Vega, se aprecia esta actitud machista, que por desgracia, hoy, cuatro siglos despu¨¦s, sigue existiendo. As¨ª se queja una f¨¦mina de los maridos: "En tomando posesi¨®n (de la esposa)/ quieren en casa tener/ como alhaja la mujer,/ para adorno, lustre y gala,/ silla o escritorio en sala.../ y es t¨¦rmino que condeno...".
Para muchos no ha cambiado esta concepci¨®n de la mujer, y siguen sin admitir su libertad como sujetos. Hace poco le¨ªa en una entrevista que le hac¨ªan en Mujer Hoy a una psiquiatra, Marie-France Hirigoyen, experta mundial en maltrato y acoso, en la que dec¨ªa: "Se supone que cuanto m¨¢s libertad tengan ellas, menos violencia deber¨ªa existir dentro de la pareja, pero esto no es as¨ª, porque los hombres se resisten a aceptar esta libertad de la mujer". ?Hasta cu¨¢ndo?
Juana V¨¢zquez es catedr¨¢tica de Lengua y Literatura y escritora.
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